Pensamientos.

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Cassie despierta sobresaltada y sudada. Como siempre ha tenido pesadillas.

Se seca la cara con la almohada y se cuenta que el cielo sigue oscuro. Al mirar el reloj se entera que solo ha pasado media hora desde que se ha dormido.

A pesar de ser las cinco de la mañana se levanta de la cama, camina a su armario para extraer unos shorts y una polera vieja de Duddley sorprendiéndose al encontrar una bolsa de maquillaje de las de Ginny entre sus cosas.

Despacio se encierra en el baño y enciende la luz. No tiene la más remota idea de cómo utilizar el maquillaje, todas las cosas le parecen iguales. Abre uno que se denomina "base de piel" y se lo aplica en el rostro encantada de como disimula sus ojeras y piel blanquecina. Juega un poco poniéndose varias capas de brillo labial de diversos colores y pintando sus parpados de negro, rojo y verde. Después se los quita tan solo dejando sobre su piel la base y baja las escaleras en sumo silencio.

Sale de la casa y camina lentamente aspirando el aire de la mañana, al doblar por una esquina y cerciorarse de que no haya nadie, desaparece.


Su primera reacción: maldecir. Como mierda va a reconstruir una casa para ocho personas sin utilizar la magia, e incluso si pudiera no sabría cómo emplearla. Exclama frustrada sin saber por dónde empezar. Decide primero limpiar los escombros.

Debería estar Draco y Dean ayudándole, ella no fue la única que hizo algo ilegal. Pero Dean primero tiene que superar lo de Seamus y no tiene idea de donde se haya metido Malfoy. Tal vez haya ido a buscar a sus padres, o acompañarlos en su viaje a las Américas.

Mas, hay algo que bloquea el querer que la ayude. Y es el beso que se dieron, ¿Tendrían que hablar sobre eso? No quiere hacerlo. Quiere olvidarlo. Pero no puede. ¿Qué si le ha gustado? Se niega a pensar sobre eso en sus noches de insomnio y simplemente sigue apareciendo en su cabeza. Si, le ha gustado. No tenía idea ni tampoco habría podido imaginar que aquel rubio platinado podría tener un tacto tan cálido.

Pero su primer beso fue con George.

Sonríe apenada al recordar a esa pequeña niña de tan sólo 14 años donde su única preocupación (Y si lo piensa bien, no era menor) era que su hermano participaba en el torneo de los tres magos. Fue precisamente ese año cuando salió con George en una de las visitas a Hogsmade, habían logrado escapar de Fred quien no los quería dejar tranquilos y no sentía remordimiento alguno por tener a Harry, Ron y Hermione esperándole en las tres escobas. Ninguno de ellos sabía que saldría con él. Escapándose de todos llegaron a un misterioso lugar cerca de la casa de los gritos. Le parecer ver frente a sus ojos a ese George fascinado mirando a su alrededor por todos lados. No era un lugar romántico. Era más bien tenebroso. Y a ninguno de los dos les importó sellar sus labios en un beso que daría inicio a una relación llena de aventuras y risas. Se burla de ella misma al creer que duraría para siempre. George solía ser su refugio. Cuando la arrullaba en sus brazos creía que nada era imposible. Como podría haber creído que sería eterno, que se casarían y que Fred se iría a vivir con ellos.

Pero precisamente en ese año fue que el innombrable regresó y tuvo que posponer sus planes. Umbridge le arruinó su quinto año torturándola con ese desquiciado lápiz, Voldemort poseyó a Harry. Lo único que la mantenía de pie era precisamente George. Sin embargo, él también se fue sin antes dejar su huella en el colegio. En sexto se las apañó para ir a visitarla a Hogsmade cuando se podía, pero se les hacía un poco más difícil, aunque nunca fue imposible.

Hasta que se desató la guerra. Su travesía en busca de horrocruxes la hicieron cuestionarse si viviría para poder estar con él. George le había regalado ese collar mágico con el que supuestamente se comunicarían sin que nadie lo supiera. Sin embargo, Cassie sabía en el fondo que George se quería asegurar de que estaba viva.

Hasta que la batalla de Hogwarts ocurrió y Fred murió. Se estremece todavía al recordar el fantasma de su última risa grabada en el rostro. En su interior agradece no haber estado con él cuando se enteró. Y después de eso todo cambió.

Si lo piensa bien ha pasado ya bastante tiempo desde que terminó la guerra. Más de un año. Conoció a Teddy y recuerda haber pensado que Draco Malfoy jamás iba a caerle bien. Luego unas tristes vacaciones de verano e incluso su cumpleaños número 18 que no celebraron. Y murió Andrómeda. Y después toda esta mierda de los nuevos imbéciles. Pero ya acabó todo, por fin. De hecho, hasta falta poco para que se cumplan los dos años de la guerra. Que rápido pasa el tiempo.

Pero en los lapsos de calma había tratado de animarle no una, sino varias veces. Lo único que había logrado eran vagas sonrisas.

Todo ha cambiado. Cassie ya no es esa misma niña incrédula, ya no sueña con nada y si lo hace tiene pesadillas. Quizás esta loca. Por supuesto que lo está. Tal vez aquella tortura no la ha dejado como a los padres de Neville, pero sí ha causado algo. De eso es lo único que está segura, esa locura. No es de las buenas, no es algo digno de compartir. Una locura que la acompañará el resto de sus días. Y George ya no le ayuda en nada. No la arrulla en sus brazos. No le dice que todo estará bien. Ella peleo por cielo, mar y tierra para hacerlo sentir bien mientras que él no hace nada. Solo la hace sufrir, la ignora o la trata mal. La hace sentir una verdadera mierda.

No quiere un amor a medias, rasgado por la mitad. Ha luchado y sufrido tanto que merece algo entero, intenso e indestructible.


Vuelve a la realidad al escuchar un ruido cerca. Se seca silenciosas lágrimas y se da cuenta de que ha amanecido y, es más, parece estar entrando la tarde. Abre mucho los ojos al ver que casi todos los escombros de La Madriguera están en bolsas negras y restos de maderas amontonados en pilas.

Agudiza el oído entrando en pánico al sentir que alguien se acerca. Se pregunta quién demonios podría ser. ¿No puede ser alguien malo, o sí?

Disimuladamente coloca la mano en su bolsillo para tomar la varita y lentamente se da vuelta.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunta dejando caer su brazo.

- Kingsley me ha dicho acerca de tu castigo. – Responde Draco Malfoy mirando a su alrededor mientras una sonrisa burlona decora su rostro. – Si sabes que él bromeaba con lo de magia.

- Claro que sí. – Miente sentándose en el suelo cansada. – Pensé que habías ido con tus padres.

- No. No se me da la gana ir.

- ¿Al menos les has escrito? Dudo mucho que no sepan lo que ha pasado.

- ¿Y? Yo hago lo que se me dé la gana. Agradece que he venido a ayudarte, Potter. – Dice de manera brusca sentándose a su lado. Voltea a mirarla y frunce el ceño. - ¿Estuviste llorando?

- No. – Ella por su parte desvía la mirada y la centra en el suelo. – Es alergia al polvo.

- No me digas.

- Si no fuiste por tus padres entonces porque no me acompañaste al ministerio. – Le reprocha volviendo a mirarlo.

- Ya te dije que tenía cosas que hacer.

- Vale. ¿No me las quiere decir?

- No se me da la gana. – Se encoge de hombros levantándose. Sigue teniendo el mismo aire de arrogancia y superioridad que ha tenido siempre.

Se levanta luego de unos segundos y observa el desastroso lugar. Pudo divisar un gnomo de jardín sobreviviente a las llamas que jugueteaba cerca de la madera. Y no pudo más, sino que sentirse completamente estúpida cuando Malfoy con un simple movimiento de varita hace desaparecer todos los escombros.

-Que te quede claro. – Dice cuando termina. – No me hace ninguna gracia ayudarte a rehacer la casa de los Weasley. – Termina en una mueca.

- ¿Y porque lo haces? – Le cuestiona algo ofendida.

- Creo que ya sabes la respuesta. – Dice sin más y arquea una ceja al verla roja como un tomate.

George, no estás sólo.  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora