C A P Í T U L O 33

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Puedo decir que superé la primera prueba. Por supuesto porque esta nunca inició. Yixing simplemente me miró fijamente como si quisiese atravesar mi alma y luego negó con su cabeza un par de veces. ¿Mejorías? Ninguna. Pero por lo menos me dio tiempo a pensar que Yixing sí había creído la historia con el hombre casado, porque... bueno, figurativamente Yifan sí estaba casado con la educación ¿no?

Sí, lo sé, es absurdamente ilógico.

–Que decepción. –Susurró Yixing en mi oído. No me di cuenta cuando volvió.

Un balde de agua fría se queda inmensamente pequeño para lo que sentí. En realidad fue todo un chaparrón de agua con hielo. Sinceramente debo aceptar que la culpa me empezaba a carcomer. Nunca hagan cosas malas que parezcan buenas o viceversa. Cuando se den cuenta del error les va a escocer en lo más hondo del alma.

Lo siguiente que sucedió fue el gatillazo final para que la bomba estallara.

Caminé de regreso al edificio que servía de hogar a los abuelitos y en el pasillo de recepción los encontré hablando. Sí, entre comillas porque Daesung estaba de cuclillas y le acariciaba con cariño las rodillas tratando de tranquilizarlo y Yixing sólo hipaba cosas que no podía distinguir.

Mi corazón hizo un crack imaginario que se me antojó demasiado real. Ahora sí, de verdad me sentía como un embarrado de heces en un zapato. Llegué hasta ellos en silencio y en ese mismo silencio me senté al lado de Yixing. Él me miró y volvió a negar mientras sorbía sus mucosidades y trataba de contener sus lágrimas en vano.

Nos mantuvimos en silencio, uno demasiado tenso, mientras era armonizado por los sollozos de mi mejor amigo. Mi hermano.

–Esto es entre ustedes y más vale que lo arreglen. –Dijo Daesung, poniéndose en pie.

La partida de Daesung sólo dejó el ambiente más pesado. Yo no sabía por dónde empezar y Yixing no dejaba de derramar lágrimas. Ya empezaban a picarme los ojos, también iba a ponerme a llorar.

–¿Porqué? –Sollozó trémulamente.

Yo me encogí de hombros –No lo sé, simplemente pasó.

–Que decepción, Tao.

–No voy a pedirte perdón, no voy a decir que lamento lo que hice o algo por el estilo –Dije en voz baja. El chico a mi lado asintió mientras reía con ironía. –No fue mi intención ni nada por el estilo, pero no me arrepiento.

–Tú sabías que él y yo lo hacíamos.

–Sí. Yifan... él me contó muchas cosas sobre ustedes dos.

La conversación fue más extensa de lo que creí que sería. Sinceramente pensé que Yixing se me tiraría encima y me golpearía o algo por el estilo, sin embargo lo único que obtuve fue una charla llena de mocos, incomodidad, secretos revelados y un par de confesiones de ambas partes que nos dejaron jadeantes de impresión.

Yifan hiso un sinfín de promesas a ambos, mientras tenía a Yixing en su cama le decía que lo amaba y que yo no significaba nada para él ¿Suenan, para ustedes, esas palabras tan familiares como para mí? Le pidió un hijo a mi mejor amigo, le dijo que quería que él se convirtiera en su pareja formal y que en cuanto se quedara embarazado se lo llevaría a vivir con él.

Y Yixing aceptó. Yixing y Wu Yifan estaban intentando tener un hijo.

A la misma vez que tenía sexo conmigo y me bajaba la luna, el sol y las estrellas. Se acostaba con él intentando embarazarlo cuando lo ponía por el piso conmigo como si mi mejor amigo fuese una puta buscona. Y sí, llamé muchas veces puto a Xing, pero jamás llegué a pensar que lo fuera porque lo conozco, ¡lo conozco joder!

Sé que es una persona frágil y de buenos sentimientos, que es manipulable aunque no lo parezca, ese carácter de mierda que a veces aparenta solo es eso, una maldita fachada para protegerlo y en vez de apoyarlo y cuidar de él le clavé un puñal en la espalda de la forma más horrenda.

Por alguien que no vale la pena. Después de todo lo que nos dijimos esa mañana caí en cuenta en que Wu Yifan es una escoria de hombre, que no sirve para nada y que solo jugaba al Donjuán con nosotros.

Y ese día no perdí definitivamente a mi amigo amado, no lo hie aunque lo veía verdaderamente destrozado, no lo hice a pesar de que me regalaron al hombre que jugaba con ambos... pero estaba seguro que los sin sabores continuarían. Realmente continuarán por mucho más, de eso estaba muy seguro.

Mi Señor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora