C A P Í T U L O 35

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Hablar con Yifan fue un poco más fácil de lo que pensé. El hecho de que no pudiese mirarme mientras hablaba fue por demás tranquilizante. Sin embargo escuchar su tono de molestia cuando me habló...

Eso me paralizó el corazón.

–Te lo dije desde la primera vez, Tao. –Me dijo, empuñando con fuerza el volante. –Si no te sientes a gusto con esto lo dejamos y ya. Pero no, fuiste donde ese chiquillo a contarle todo. Las cosas íntimas de uno no se cuentan, en este mundo no hay verdaderos amigos y no puedes estar confiándole secretos así a nadie. Uno se guarda estas cosas para sí mismo y se las lleva a la tumba ¿Qué parte de entre tú y yo fue la que no entendiste?

–Vale, creo que lo entendí...

–Yo iba a hablar con Yixing e iba a dejar todo con él claro, pero tuviste que abrir la boca y contárselo a Daesung, quien no sé por qué mierda tiene derecho a meterse si bastante anda follando con la noviecita estúpida que tiene.

«Tao, yo en verdad te quiero, te quiero para mí. Mío, mío, como un cavernícola. Esto para ti quizás sólo sea sexo, pero para mí no lo es. Eres un gran chico, eres hermoso y me pones duro como una piedra, pero joder, no puedo con esto si vas a estar contando todo lo que hagamos.

Mudo.

Así quedé luego de escuchar a mi señor, no tenía palabras para refutar absolutamente nada de lo que él había dicho y por primera vez, a su lado me sentí un completo niñato. El viaje duró al menos cuarenta minutos y para cuando llegamos a nuestro destino (Su casa de playa) yo me sentía aún más idiota.

Había arruinado todo.

–Tao... –Habló en un suspiro –Te quiero, mucho. ¿Tú me quieres?

Bajé mi cabeza, estaba avergonzado. Esa pregunta no era muy difícil de responder.

–Ya se lo he dicho, Señor.

–Dímelo. Quiero oírlo de tu voz.

–Sí mi señor, lo quiero.

Mi Señor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora