C A P Í T U L O 36

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El calor de la tarde aunado al calor que emanaba de mi cuerpo fue la combinación perfecta para uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Después de decirle a Yifan que sí le quería él se me abalanzó, literalmente, para besarme. Como cada vez que sus preciosos y prodigiosos labios estaban sobre los míos, puedo jurar que vi estrellas. Su forma de besar me enloquecía, lo hacía de una forma totalmente descontrolada. Un beso llevó a otro y a otro y a otro. Sus labios descendieron hasta mi barbilla, cuello y clavícula. La ropa desapareció en un santiamén y segundos después yo estaba gimiendo por demás bajo el cuerpo de mi hombre.

Porque sí, Yixing había estado primero, pero Wu Yifan era mío.

Únicamente mío.

Mi Señor.

–Mierda, te quiero Tao, te quiero. –Jadeó en mi oído mientras me tomaba con fiereza ¿He dicho ya que me encanta cuando me tomas así?

El sudor bañaba nuestras pieles a medida que dedos, labios y lenguas recorrían el cuerpo contrario. Cuando Yifan se corrió en mi interior me sentí pleno, me sentí amado. Suena a estupidez porque Yifan nunca me lo ha dicho, no seriamente, pero en verdad me sentí así.

Era como una conexión entre nosotros más allá de lo físico.

Vale, me quedaba claro que Yifan me quería, pero no es lo mismo querer que amar. Yo sí podía decir que lo amaba, aunque confesarlo no estaba entre mis planes por el momento.

Con mi interior ardiendo en pasión, siendo cobijado por los brazos de mi señor y siendo devorado por el hombre de mis sueños, tuve el mejor orgasmo de mi puta vida. ¿Ya lo había dicho no?

–¡Dios! Me encantas... –Dijo tirándose sobre mi completamente –Tú, tu cuerpo, tus labios... Todo, todo, todo...

–Sólo te gusta follarme, no mientas.

Yifan bufó, yo no pude evitar reír –¿Vas a empezar con eso? Acabamos de hacer el amor, Zitao.

–Como sea.

Entre besos de enamorados ambos nos limpiamos y colocamos la ropa en su lugar. Luego de que Yifan hiciera o revisara o lo que sea que hubiese hecho en la casa subimos al auto y partimos de regreso a casa. El ambiente seguía un poco extraño, pero ambos estábamos de muy buen humor.

¿Cierto que el sexo hace maravillas?

–Huang Zitao –Me llamó sin mirarme. Gorgotee para que supiera que le escuchaba, aunque realmente sólo quería dormir. El sexo da sueño, bebés. –¿Quieres ser mi amante, por ahora?

–¿Qué? –Espeté, impactado.

–Sí, por ahora. Ya sabes, tú y yo. Sólo nosotros y sin decirle nada a nadie, sin mostrar chats...

–¡Yo no muestro chats a nadie! –Me quejé, Yifan rió.

–Como sea, precioso. ¿Quieres seguir conmigo?

Aparté la cara y miré por la ventana el escurridizo paisaje. No estaba pensándolo, estaba tomando valor para decirle que sí de una forma normal. –Ya sabe la respuesta, no sé para qué pregunta.

–No lo sé, por eso te pregunto. –Dijo con fingida obviedad. –Dime, mi amor...

–Sí.

Yifan sonrió, idiota.

Mi idiota

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