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— Lo hice

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— Lo hice.

— ¿Tú lo hiciste?

— Si, bueno, puede que tuviera un poco de ayuda.

Magnus quería matar a ese chico, pero tendría su venganza más adelante, Alec iba a pagar. El moreno hace todo el esfuerzo para que puede para que el mundo esté a salvo y viene y se toma todo el crédito por levantar una palanca.

*No le parto el núcleo en la cabeza por respeto al núcleo* Pensó Magnus.

— Un mes sin sexo, Alexander.

— ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

— Porque te lo ganaste por ser el novio responsable que eres y hacer todo el trabajo duro de hace unos segundos.

— ¡Eso no me parece justo! No hice nada, soy un puro ángel.

— No son las palabras que diría un ángel cuando estás en la cama —Alec se sonrojó— y por cierto, dormirás en la cama de Presidente.

— ¡Magnus Bane! No quiero dormir en esa cama, se me pegará las pulgas.

— Mi gata no tiene pulgas, es mi casa y yo mando en ella, duermes en esa cama o en la calle.

— Prefiero la muerte.

— ¿Qué dijiste, Alec?

— Nada —no quería empeorar las cosas.

— Que bueno que no dijeras nada, bueno andando, tiene que recibir su premio por todo este esfuerzo.

— ¡Aja! Sabía que era por esto —Alec se arrodilló— debes perdonarme, no quiero dormir en esa cama, tú lo hiciste, eres el mejor.

— Ya se que soy el mejor garbancito, no necesitas humillarte para yo saber lo que es obvio. Pero no voy a cambiar de opinión, cuanto mucho te puedo dejar dormir en el sofá, pero no vas a dormir en mi cama por un mes.

— Que cruel persona se esconde bajo esos lindos ojos de gato.

— Lo sé, soy hermoso, pero eso no te salva de tu castigo. De paso, ya que tu hiciste todo, te deben quedar fuerzas aún, te tocará limpiar la casa hoy.

— ¿Sabes una cosa? La cama de Presidente no se ve tan mal.

— Yo también te amo, pero limpias sí o sí.

— Y yo creí que Izzy era la rencorosa. Pensé que eras maduro Magnus, por tu edad, pero veo que eres todo lo contrario.

— Pues soy mimado, para conseguir lo que quieres solo tienes que mimarme.

— Pues voy a mimarte —le dio un beso en la frente— ¿basta?

— No, no lo hace. Que falta de moral —ahora le dio un beso en la mejilla— eso sube de nivel Alec, pero aún no estoy muy convencido.

— Pues voy a convencerte —por último le dio un beso en los labios, de la manera más dulce, pero también provocativa, que pudo hacer— creo que me acabo de ganar volver a la cama.

— Garbancito, volviste a la cama —las esperanzas de Alec volvía a florecer— pero tienes un mes sin sexo aún.

— ¡Vamos! Eres un engendro del mal.

— Si, si, también te amo.

Malec (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora