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Alec se encontraba en una pelea en un callejón de las calles de Brooklyn, mientras caminaba de camino a la casa de Magnus, unos demonios aparecieron buscando pelea, junto con otros brujos que no podía reconocer. Era claro que Alec estaba perdiendo, ya que del otro lado habían más personas y él era uno solo.

— Alexander Lightwood, ¿cierto? -un demonio apareció dentro las sombras, por la maldad que desprendía su cuerpo, Alec pudo notas que era un demonio mayor —¿sabes? Eres más bonito comparado como mis secuaces te han describido.

— ¿Qué quieres de mi? —Alec se encontraba agotado, y los dos brujos que andaban con el demonio lo tenían agarrado de los brazos— según usted soy muy bonito como hacerle daño a una mosca.

— Pues en lo personal, a veces las cosas más lindas terminan siendo las peores del mundo —explicó el mayor— en fin, vendrás conmigo señor Lightwood, espero y no le moleste.

— ¡Pues sí! Me molesta, bastante, ¡sueltenme! —Alec intentaba zafarse se entre los brujos, pero le inyectaron un liquido negro en el cuello, cayendo inconsciente.

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Magnus estaba que echaba humo por las orejas de la molestia y la ira, pero también estaba demasiado preocupado para pensar con claridad. Izzy arrastraba el cuerpo de Jace que se encontraba muy débil y él decía que le dolía hasta el alma, lo único que pudo decir fue:

— Alec está en problemas y no está bien.

Antes de que el rubio teñido cayera inconsciente después de decir eso, todos miraron la runa Parabatai del rubio y notaron que estaba muy roja, significa que a Alec le estaba pasando algo.

Magnus intentaba no perder la cordura, pero estaba demasiado preocupado por su garbancito y no podía pensar bien. Ese día se pasó todo el tiempo intentando rastrear a Alec, sin tener éxito. Izzy tuvo que llamar a los mejores amigos del moreno, Raphael y Catarina, para que lo detuvieran, empezaba a verse muy débil y también se ponía pálido. Obviamente no pudieron hacer mucho, ya que Magnus les prohibió entrar a su habitación, a menos que tuvieran información de su ojiazul.

Los días iban pasando y no tenían ni idea de quién se llevó a Alec. Lo buscaban por todas partes, pero era como si la tierra se lo hubiera llevado. Catarina tuvo que usar su magia para entrar al cuarto de Magnus, encontrándolo inconsciente por haber usado toda su magia para encontrar a Alec, sus amigos estaban preocupados por ambos.

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Había pasado una semana, y no tenían rastros del paradero de Alec. Magnus cada vez que estaba cerca de encontrarlo, algo le impidia el acceso. Estaba muy mal, se sentía impotente, su garbancito lo necesitaba y el no podía llegar. Al moreno le molestaba que cualquiera lo interrumpiera, hasta llegó a echar a Raphael dos veces de su habitación.

— Magnus debes parar, encontraremos a Alec, pero debes dejar de sobrecargar tu magia, no te ves nada bien.

— Estoy bien Raphael, no descansaré hasta encontrarlo, sabes que no puedo dejar de pensar en que algo malo le está pasando, que está herido. Yo estoy aquí bien, y él no.

— Magnus debes parar, tienes ojeras y estás pálido. Llevas días encerrado en este cuarto, no has comido casi nada, por favor Magnus, debes detenerte.

— No me importa lo que pase conmigo Raphael, no quiero perderlo y no tengo ni idea de donde está. Siento que la está pasando mal, que está herido, y yo aquí estoy bien y a salvo, debes entenderme Raphael.

— Puedo llegar a entenderte Magnus, pero estás muy mal. Si Alec estuviera aquí nos mataría a todos por no cuidar de tu salud. Debes parar o yo voy a pararte.

Malec (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora