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- Kacchan! Mira esto! -gritó Izuki corriendo por la mitad del parque con un gato entre sus brazos, cuando llegó entre jadeos le mostró el gato al rubio, quien sonrió y dejó su castillo de barro para ponerle atención a la chica.

- genial! Será el gato de nuestro club! ¿cómo le pondrás?

- que se llame All Might -dijo acariciando al gato con suma dulzura, al ver que estaba dejando manchado el pelaje blanco con barro se limpió en su vestido, sin importarle mucho el hecho de que se lo había comprado su madre porque su padre vendría para su cumpleaños.

- sí, me parece bien -dijo levantándose y limpiando sus manos en sus pantaloncillos- ¿irás a comer la merienda a mi casa o yo voy a la tuya?

- mi mamá compró pastel! -dijo la pequeña y sonrió amplio, mostrando como faltaba un diente en la fila de estos- así que puedes venir y comer con nosotros, hoy viene mi papi

- yo tengo a mi papá conmigo todas las noches -dijo Bakugou comenzando a caminar por la calle donde estaban situadas ambas casas, separadas por 5 viviendas.

- eso es genial, Kacchan -dijo con una amplia sonrisa, caminando con mucho ánimo, cuando llegaron a la casa de la niña tocaron el timbre con ánimo, hablando del pastel de fresa cuando la puerta de abrió y se vió a la madre de la menor pálida, al ver el vestido blanco lleno de barro, tierra y huellas de algún animal.

- Izuki! Que le has hecho a tu ropa!

- mami! ¿podemos comer la merienda con Kacchan?

- no, mi niña, debo cambiarte, tu padre viene en el taxi -dijo haciendo que su hija entrara- creo que debes irte a tu casa, Katsuki

- adiós Kacchan! -gritó la menor desde dentro, sacando los zapatos de charol antes blanco y ahora manchados con barro, dejando a la vista como los calcetines claros corrían la misma suerte.

- adiós Izu -dijo el pequeño con una sonrisa, agitando su manita hasta que cerraron la puerta, donde en el mismo momento se escuchó un "ve ahora a ducharte Izuki" desde dentro y traviesas risas.

Katsuki dió la vuelta y salió de la entrada de la propiedad justo cuando se detuvo un taxi en frente de él, sin darle mucha importancia continuó camino a su casa, en cuanto llegó su madre le preguntó por su amiga, él le dijo que su padre había venido, entonces no pudieron tomar la merienda; entre risas su madre lo mandó a bañar con su padre y le dijo que dentro de poco tendría la cena lista.

Al día siguiente Bakugou fue a la casa de Izuki, sin embargo nadie le respondió y esa misma noche comenzó el manifiesto de su particularidad, provocando que al siguiente día no pudiese ir a verla, pues fue llevado al médico.

- al parecer señora, su hijo suda nitroglicerina, produce explosiones a voluntad -le dijo el médico en resumidas palabras, luego de explicarle todo el término médico.

Al día siguiente a ese, Bakugou estaba entusiasmado haciendo pequeñas explosiones en sus manos, a eso de las 2 de la tarde en cuanto terminó de comer fue a la casa de Izuki, tocó la puerta con ánimo y se quedó congelado al escuchar el llanto de su amiga adentro en lo que su madre abría la puerta.

- señora mamá de Izu, ¿se encuentra Iz...

- Katsuki, no es un buen momento -dijo la señora con una dulce sonrisa, estirándose a acariciar el cabello del pequeño con dulzura.

- pero señora mam...

- mañana o pasado puedes venir a verla, ¿sí pequeño? -dijo ella, con una dulce sonrisa- ve a tu casa -murmuró la señora Midoriya antes de cerrar la puerta, escuchando el llanto desconsolado de la menor dentro.

El tiempo había comenzado a pasar muy rápido, eso de un mes después todos los chicos del club de héroes que habían armado Bakugou e Izuki tenían su particularidad, explosiones, elasticidad, algunos hacían flotar cosas, sin embargo Izuki seguía normal, a veces no podía seguirles el paso en las cosas que hacía y se quedaba atrás, pero siempre lo miraba sonriente a la cara.

Un día estaban caminando como club en fila por el bosque, era el verano antes de entrar a primer grado, bordeaban todos los 5 años y Bakugou comenzaba a manejar mejor su quirk. En un momento del camino se encontraron con un tronco para poder cruzar, debajo de este había un riachuelo no muy grande.

- Kacchan, creo que deberíamos volver -sugirió la pequeña.

- ¿tienes miedo, tonta? -dijo en un grito, derrepente irritado por su presencia, aunque su madre le había dicho que a las mujeres se les respeta, él no era capaz, simplemente comenzaba a parecerle tonta, no podía hacerle nada como los demás y reía tanto como cuando su padre tomaba mucho sake en la fiesta de año nuevo.

- n-no! Pero es muy alto!

- mira, tonta, para que veas que los tontos como tú son cobardes -dijo y rubio y se encaminó con valor al tronco, comenzó a equilibrarse con las manos, pero en un momento se resbaló y antes de darse cuenta estaba tirado a la mitad de riachuelo, sintiendo un dolor en su rodilla, la cual sangraba e innevitablemente sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Kacchan! -se escuchó el grito de su amiga, se le vió correr cuesta abajo por la ladera que daba al riachuelo y llegó a él, arrodillándose a su lado.- ¿te encuentras bien, Kacchan? ¿quieres que traiga a tu mamá? -dijo y estiró para con sus manos limpiar las lágrimas.

- aléjate, estúpida! -gritó en cuanto tocó sus mejillas y la empujó con fuerza a un lado, tirándola con fuerza al agua- no me toques nunca más -chilló el menor y se levantó.

Ella tarde Izuki llegó tres horas más tarde de lo pronosticado, toda empapada y con raspones en los codos, cuando la vió su madre pensó que se echaría a llorar, pero sin embargo le sonrió y le dijo que se sentía bien, sin embargo, despertó resfriada al día siguiente, estando en cama con fiebre de 40 grados, a pesar de su condición, esos días le preguntaba a su mamá por Kacchan y si se encontraba bien

Querido KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora