BLOODY LOVE ; JUGHEAD JONES [2] ✅

Capítulo 18

CAPÍTULO 18

    ―¿Esto se va a convertir en costumbre? ―Jughead alzó las cejas de forma burlona desde el umbral de su puerta.

    Debería haber respondido con algo ingenioso, pero las lágrimas se acumularon en mis ojos y comenzaron a caer como enormes goterones que inundaban mis mejillas. No pretendía generar ruido y, sin embargo, el llanto acompañó a las lágrimas casi de inmediato. La pequeña sonrisa de Jughead se borró en seguida y acudió para resguardarme en sus brazos. Sus manos se deslizaron por mi pelo con dulzura.

    ―¿Qué pasa, cariño? ―preguntó con una preocupación notable en la voz―. ¿Qué puedo hacer para que estés bien?

    No le dije nada, sino que me aferré más a él. Despacio, Jug me dirigió hacia el interior de su casa a la vez que intentaba calmar mis sollozos. Yo me veía incapaz de dejar de llorar, pues necesitaba sacar todo lo que me había guardado en la discusión con mi madre.

    ―¿Quieres una tila? ―Seguía sin responder―. Está bien, desahógate cuanto quieras.

    Pasaron unos eternos minutos hasta que por fin logré contarle lo sucedido. El rostro de Jughead se crispó debido a los continuos insultos de mi madre hacia el Sur. A ella no le agradaba nada esa zona de Riverdale, mucho menos los Serpientes, y por eso hacía lo que mejor se le daba: despreciarlos con su veneno letal.

    ―Si me dejas podría quedarme aquí esta noche ―musité, prácticamente en un ruego―. Mañana iré a primera hora a casa para asearme y cambiarme de ropa.

    Jughead tomó mi barbilla, ya que mis ojos evitaban el contacto visual por miedo. Hacía pocos días la nuestra había sido una relación delicada y, ahora que lo habíamos arreglado, lo último que pretendía era estropearlo de nuevo.

    ―No seas tonta, puedes quedarte el tiempo que sea ―afirmó seguro de su ofrecimiento―. Siempre eres bienvenida.

    Me dio un casto beso en los labios para después abrazarme en un intento desesperado de borrar mis inseguridades y mi dolor.

    Veronica, Kevin y yo nos abrimos paso por los pasillos del instituto. Aquella mañana, cuando había ido a casa a por mi ropa, no me había cruzado ni con mi madre ni con Cheryl, lo cual me aliviaba y me inquietaba. Esperaba toparme con mi hermana en algún punto del día para aclarar las cosas y comprobar que se encontraba bien.

    ―Chicos, debo deciros algo. ―Veronica llamó nuestra atención―. Nick... me hizo lo mismo que a Cheryl.

    Kevin y yo intercambiamos una mirada llena de preocupación. Enganché mi brazo con el de mi amiga en el momento en el que doblamos una esquina.

    ―¿Cómo que Nick te hizo lo mismo? ―inquirió Kevin.

    ―Sí, lo intentó. Después de la fiesta, pero lo frené en seco.