Capítulo 28

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CAPÍTULO 28

    Dicen que la Navidad es la época más mágica del año. Que todo se puede hacer realidad si cierras los ojos, aguantas el aliento unos segundos y pides un deseo a una estrella. Dicen que no hay nada imposible si te lo propones, que el infinito solo es una excusa para los que no quieren creer. Dicen que siempre, siempre existe una posibilidad, solo debes saber dónde encontrarla. Y para mí, cada pequeña oportunidad podría ser crucial.

    ―Bueno, pequeñaja, ¿qué propones? ―dijo Sweet Pea.

    El chico estaba situado frente a mí. A mis dos lados se encontraban también Fangs y Toni, cuyos ojos curiosos no se apartaban ni un momento de mi persona aunque estuvieran envolviendo regalos. Me habían dicho que se trataba de una tradición de los Serpientes, de modo que me había unido para intentar integrarme.

    ―El que debería proponer algo eres tú ―repliqué desafiante.

    No podía evitarlo, esa actitud me salía sola siempre que estaba con Sweet Pea. Quería demostrarle que no era menos que nadie, ni siquiera que los rudos Serpientes con sus chaquetas de cuero y expresiones soberbias.

    ―Quiero unirme a los Serpientes, punto ―insistí. Los ojos del chico relucían divertidos―. Y me da igual lo que tenga que hacer para conseguirlo.

    ―¿Ah sí? Podrías marcarte un numerito como Betty. No estuvo nada mal...

    ―Eres un cerdo ―gruñí.

    Toni me dio la razón, mientras que Fangs solo se rió. Tal vez mis ganas de unirme a los Serpientes tuvieran un límite. Desde luego no pensaba hacer un striptease delante de todo un grupo de tíos desesperados, sobre todo sabiendo que la mayoría de ellos eran mucho mayores que yo. Fingí que me daba una arcada, a lo que Sweet Pea respondió con una risilla.

    ―Muy bien, princesa.

    ―Por lo que más quieras, deja de ponerme motes absurdos ―contesté desesperada con el jueguecito de tira y afloja que nos traíamos.

    Coloqué un lazo en uno de los paquetes que había envuelto y pasé al siguiente. Todo esto a la vez que Sweet Pea soltaba carcajada tras carcajada, consciente de que me ponía de los nervios. No quería darle ese placer, pero me resultaba imposible actuar con la cabeza fría.

    ―Debes demostrarnos lealtad, Blaze ―interrumpió Toni, la cual había tomado un pequeño descanso―. Tenemos que ver que estás de nuestro lado.

    ―¿Solo eso? ¿Solo eso y me ganaré una estúpida cazadora de cuero?

    ―¡Eh! ―Fangs me dio un codazo suave―. Una elegante cazadora de cuero.

    Puse los ojos en blanco, pero en realidad me había hecho gracia. Fangs no me molestaba tanto como Sweet Pea. En verdad, no detestaba a este último, pero sus aires chulescos y el hecho de que me hubiera llamado puta unas noches atrás no ayudaban demasiado. Es más, quería borrarle esa sonrisa de la cara a puñetazos.

    Resoplé. Aunque cediera a mis instintos no podría con Sweet Pea, pues me quitaba más de una cabeza.

    ―¿Y qué tengo que hacer para demostraros lealtad?

    ―Cuando se dé la situación, lo sabrás ―explicó Toni de manera enigmática, lo que no me aclaró nada en absoluto.

    ―¡Oh, venga! ―exclamé mientras mis dedos envolvían otro regalo más―. ¿No puedo partirle la cara a alguien? ¿A Sweet Pea, por ejemplo?

BLOODY LOVE ; JUGHEAD JONES [2] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora