Capítulo 50

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CAPÍTULO 50

    Mi garganta estaba seca y ya no me quedaban lágrimas que llorar. Había dado todo de mí en chillar, patalear, quejarme y golpear a las enfermeras y monjas. No tenía más fuerzas para luchar. Incluso había llegado un punto en el que ya no quería. Solo deseaba padecer en esta celda a la que llamaban habitación.

    No había visto a Cheryl en varios días. No tenía forma de comunicarme con ella ni con el exterior. El único contacto humano que mantenía era con las Hermanas de la Callada Caridad. Las odiaba con toda mi alma, pero odiaba mucho más a mi madre. ¿Cómo podía habernos hecho eso, a sus propias hijas, su descendencia y sangre? Quise reírme. ¡Qué cruel paradoja! Si nuestro padre había asesinado a Jason a sangre fría... ¿quién nos aseguraba que Cheryl y yo viviríamos a salvo?

    La puerta de mi habitación se abrió de par en par y dejó ver a una de las hermanas. Su sonrisa era malévola y envenenada. Cada vez que la veía entrar en mi cuarto notaba que el vello se me erizaba.

    ―Buenos días, Blaze.

   No respondí. Detrás de ella asomó un enfermero con una enorme jeringuilla y un bote de pastillas. Me removí en mi cama y me eché hacia atrás todo lo que pude. No tenía escapatoria alguna, era más que evidente.

    ―No seas una chica mala y tómate tus medicinas.

    ―¿Dónde está mi hermana? ¿Qué le habéis hecho?

    A veces nos habían reunido en grupos de varias personas para hacer trabajos comunitarios o ver documentales, pero Cheryl nunca estaba en estos. Temía lo peor.

    ―Ya lo sabes: tu hermana está en un programa especial para tratar su desviación.

    ―¡Tu desviación, vieja loca! ¡Cheryl está bien!

    La mujer sacudió la cabeza con desaprobación. A continuación, se sentó en el borde de la cama y el enfermero le tendió el bote. Ella le dio vueltas en sus manos.

    ―¿No lo ves, Blaze? ―musitó con pena―. No estás cuerda. Tienes que tomarte tus medicinas.

    Chillé, pero fue en vano. El enfermero me sujetó mientras la monja abría mis labios e introducía las pastillas en mi boca.

    ―Buena chica.

    ―Buena chica

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POV JUGHEAD

    ―Esto me huele a chamusquina. ―Toni confirmó mis sospechas―. Si Blaze y Cheryl estuvieran en un internado suizo, como asegura su madre, Cheryl estaría subiendo selfies cada hora.

    ―Tienes razón ―afirmó Veronica mientras asentía.

    Desde que se habían llevado a Blaze tres días antes no había vuelto a saber de ella y comenzaba a preocuparme. No estaba en el instituto y, según aseguraba Toni, tampoco en Thistlehouse. La había llamado un millón de veces, había dejado miles de mensajes que no habían sido leídos, pero Blaze parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra. Era imposible que de un día para otro se fuera a Suiza sin avisar, ¿no? Blaze me lo habría dicho.

BLOODY LOVE ; JUGHEAD JONES [2] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora