Capitulo 1

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Manhattan y sus grandes rascacielos, el bullicio de las siempre muy transitadas calles de la ciudad, las personas caminando por doquier se podían observar pero no escuchar desde el piso 43 de Valderrama Bufete a través de los grandes ventanales del amplio y pulcro despacho, paredes blancas, escritorio y sillas de cuero negro y un apuesto abogado sentado en uno de ellos, corbata roja, traje gris, camisa blanca, una atractiva barba y una seguridad despampanante, claramente uno de los quita bragas de cada mujer cuando Rodrigo Valderrama pasa por algún lugar.

- Señor. - Se escucha la voz de Vivian, la secretaria desde la puerta, el hombre desde el otro lado de la amplia sala levanta la vida y asiente. - Recuerde que tiene junta de mes con los demás abogados en dos horas.

- Gracias Vivian. - Sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo. - Me traes un café y algo de comer por favor?

La morena de ojos azules, cuerpo de súper modelo y pelo audaz sonríe con suficiencia, pero antes de marcharse dice:

- Alguna cosa en especial?

Rodrigo detiene su análisis unos segundos para pensar y con naturalidad como si fuera un adolescente planeando una travesura dice:

- Me gustaría comida italiana. - hace una pausa y colocando la exclusiva pluma Mont Blanc en su sien derecha para decidir algo continua. - Fettuccine a la carbonara, alguna lasaña de carne y queso y de esos panecillos que hacen en Carmine's, por favor pide dos docenas.

Los ojos de Vivian querían salir de sus orbitas al escuchar eso, porque no era posible que su jefe comiera como para un ejército y mantener ese cuerpazo tan trabajado.

- Tranquila Vivian. - Sonrió después de haber hecho la broma a su secretaria que aún mantenía la tensión del aumento de puesto a asistente gerencial. - Son para llevar a casa, Frida ama esas cosas.

Vivian sonrió ante lo dicho por su jefe, aunque también sintió una punzada de celos injustificados porque ¿Quién es Frida?

- En seguida. - Se mordió la chica sus curiosidades acerca de la vida personal de su jefe malditamente guapo. - Necesita algo más?

Rodrigo gruño para sí mismo, pero con amabilidad negó, así que la chica salió de su despacho y él podría volver una vez más a su tan importante caso.

Los desérticos pasillos, las paredes blancas, el olor a antiséptico y el silencio del Centro Psiquiátrico de Manhattan amenizaba el lugar, hasta que el sonido de unos estilettos negros, unas piernas largas y perfectamente depiladas, la delicada silueta del maravilloso cuerpo de la rubia ojos azules entre ese vestido Chanel azul marino hasta las rodillas y chaqueta negra hacían eco entre las paredes, pasos llenos de seguridad pero luego esa sonrisa de amabilidad y paz interior, la misma que trataba de contagiar o transmitir a sus pacientes, la misma que en lugar de parecer una de las mejores psicólogas adolescentes de la Ciudad de Nueva York y la más solicitada de todo el distrito de Manhattan es una auténtica modelo de Beverly Hills o en su defecto una Diva de Hollywood, la que le roba suspiros a cualquier hombre a su paso, Elizabeth Van Allen..

- Buenos días, quisiera una cita con la Dra. Elizabeth Van Allen. - Escucha la pelirroja a una señora de mediana edad acompañada por una jovencita de unos 12 años.

Anna, la secretaria mira a la mujer que está de pie al otro lado de su escritorio al tiempo que escucha el taconeo de su despampanante jefa acercarse, asiente a la señora y procede con su trabajo hasta que su jefa se presenta tan perfecta como siempre frente a ella.

- Buenos días Dra. Van Allen. - Se puso de pie de inmediato y la recién llegada le sonrío como si su vida dependiera de ello.

- ¿Qué es eso de Dra. Van Allen, Anna? - Cruzo sus brazos sobre su perfectamente plano abdomen y frunció el ceño. - Mi nombre es Elizabeth, a ver guapa, pasa a mi oficina y empezamos a trabajar.

A merced del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora