Dos semanas después
El tiempo pasa rápido y sin tregua, no detiene su curso sin importar que dejamos de respirar y nuestro corazon para de latir, esto sucede por una sencilla razon; no somos los dueños del tiempo, no lo domamos, el tiempo nos domina a nosotros, nos golpea y nos hace sangrar.
Ojos azules, piel cremosa, labios carnosos, nariz perfilada, cejas definidas y pestañas abundantes, cuerpo de reloj de arena, una vestido gris, unos tacones negros y un caracter fuerte.
Se que ya lo han adivinado, nos referimos a la Dra. Elizabeth Van Allen, la misma que en este momento rompe el silencio que reina en los pasillos de la Fiscalia del distrito de Manhattan con el compás de su elegante taconeo.
- Buenos días.- Saluda con una sonrisa a la secretaria.- Nicholas ya llegó?
- Si Dra. Van Allen, de hecho la espera en su despacho.- Responde la trigueña con amabilidad.- Desea alguna cosa?
- Un Latte gracias.- Sonrió y caminó hasta la puerta que ella conocía, abrió e inmediatamente ubicó al señor de mediana edad frente a el.- Buenos días.
Nicholas Harvey sonrió y se puso de pie para saludarla.
- Buenos dias querida Elizabeth.- Su voz siempre tan vibrante le saco una sonrisa a la castaña.- Me alegra mucho que este aquí.
Elizabeth tomo asiento y justo Sussy entro con su café, agradecio y unos segundos despues estaban solos otra vez.
- ¿Que es eso tan urgente que quieres hablar conmigo?.- Preguntó Elizabeth unos segundos después.
El semblante despreocupado del hombre frente a ella cambió y se torno algo oscuro.
- Necesito pedirte un favor.- Empezo a decir y Elizabeth asintio rapidamente.- Necesito que trates a una niña pero con suma discreción.
- Claro, sabes que puedes contar con eso.- Dijo la chica intrigada por el caso.- Solo concerta una cita conmigo en la semana y listo.
- Eres un sol Elizabeth.- El hombre se puso de pie y se sento en la silla vacia junto a ella.- Te conozco desde que era niña, eres una mujer increible y muy guapa, no dejes que el recuerdo de Lucas te prohiba rehacer tu vida, aun quedan hombres buenos en el mundo.
Elizabeth solo asintió y se despidió, estaba a punto de tomar el ascensor cuando una voz sensual y que por alguna extraña razon envió espasmos por todo su cuerpo la detuvo.
- ¡Elizabeth!.- Ella se giró y creia que de iba a desmayar ante la vista que tenía frente a ella.
Rodrigo estaba a unos cuantos pasos de distancia de ella luciendo terriblemente sexy con ese traje azul oscuro, su cabello negro largo peinado hacia un lado y por extraño que pareciera la sonrisa que le dedicaba.
- Me dijeron que estabas aquí y pense bueno que podriamos ir a desayunar, claro si no tienes nada que hacer.- Balbuceaba Rodrigo luego de ser turbado por la perfeccion que esa mujer poseía.
Elizabetj hizo un gesto con su mano restandole importancia y escribió algo en su teléfono.
- Mis consultas el dia de hoy son en la tarde.- Arreglo su gabardina y una mechón de su cabello detras de su oreja.- Tengo un par de horas libres.
Rodrigo tendió su mano a ella qe extrañamente lo acepto y caminaron hacia el frio exterior de la fiscalia.
- Algún Starbucks estaria bien.- Bromeo Elizabeth para romper el silencio mientras caminaban por el estacionamiento.
- Te juro que no crei que fueras de Starbucks.- La miró Rodrigo mientras abria la puerta del copiloto de su auto para ella.- Pero, preferiria llevarte a un lugar en el que nuestros atuendos no desentonen, The Blue Bell por ejemplo.
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A merced del amor
RomanceElizabeth estaba atrapada, Rodrigo no quería dejarse atrapar; Aunque ellos ya se habian atrapado. Todo marchaba en perfectas condiciones hasta que por obra de la vida los jovenes migrantes mas influyentes de todo New York se encontraron, ambos marca...