Capítulo 35

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Elizabeth habia permanecido todo el dia a la espera de que Rodrigo decidiera salir de su refugio, su vida se habia puesto patas arriba por ella, por su culpa.

Ser la responsable de la inestabilidad en la que ese hombre- tan ordenado y centrado que ella conoció-, lo quisiera admitir o no, la hacía sentir fatal.

En su lugar, debia reconocer que sin importar todas los errores que el hubiera cometido en el pasado, ella se atrevia a decir y afirmar frente a quien sea que, Rodrigo Valderrama era un hombre increíblemente bondadoso.

Ella estaba ansiosa porque el decidiera salir, el no estaba bien y ella lo sabía, asi que cuando salió sintió que su mundo tembló.

El se veía tan guapo, tan cansado y tan... derrotado que dolia de solo mirarlo pero el, por su parte, solo le sonrió de esa manera tan suya que la hacia sentir especial.

- ¿Que haces despierta a estas horas, lindura?.

Rodrigo se acercó a ella y se sentó en un hueco que quedaba vacio en el sillón.

- Rodrigo, ¿Estas bien?.- Su tono no era tan frio como siempre, en su lugar era cálido.

Rodrigo perdió su mirada en la enorme fotografía que se encontraba en la pared en frente suyo.

- Frida era todo lo que tenía antes de que ustedes aparecieran en nuestras vidas, ella me hacia sonreír y decia que era su héroe.- Volvió su mirada a la azulada de Elizabeth y una lagrima corrio por su mejilla.- Hoy me dijo que esta decepcionada de mi, dijo que no me quiere volver a ver y me lo merezco.

El tomó la mano que ella le tendía y la acarició con premura.

- Todo lo bueno que llega a mi vida lo destruyo, Elizabeth.- Ella negó con su cabeza.- Si lindura, te lastime a ti incluso cuando estaba volviendome loco por estar contigo, mi hermana me odia

- Ella no te odia.- Elizabeth hizo el intento por moverse y se acercó como pudo a el y tomo entre sus manos el rostro de Rodrigo.- Tu no eres malo, me lastimaste con la intención de hacer feliz a alguien más, Frida solo está enojada contigo pero ya pasará.

Rodrigo se permitio disfrutar del tacto suave de Elizabeth antes de derrumbarse otra vez.

- ¿Puedes regalarme un abrazo?.- Pregunto el con los ojos atestados de lagrimas, ella solo lo rodeo con sus delgados brazos, lo dejo llorar como si le hubieran desgarrado el alma.

Lentamente se separo de ella y la vio sonreirle timidamente.

- Se que ya no sirve de nada decirtelo.- El la miró a los ojos y acomodó su cabello.- Se que no he sido bueno contigo y que es muy difícil que me perdones pero solo quiero una oportunidad con Eva, lindura ella es lo único que tengo ahora.

Una sonrisa genuinamente soñadora apareció en su rostro.

- Sabes? Mi mama y yo siempre hacíamos planes para cuando tuviera un hijo, si fuera mujer se llamaría como mi madre, Eva, y si fuera hombre, Rodrigo, como mi papá, el abuelo y yo.- Elizabeth se reacomodo en el sillón y lo dejó hablar con emoción.- Yo siempre quise ser papá y Eva es el amor de mi vida, la ame desde el momento en el que la vi y se que no me la merezco, soy un patan de lo peor y no fui el mejor hombre contigo pero te juro que si me lo permites puedo llegar ser el padre que ella necesita, solo dejame acercarme.

Un silencio aburmador se instaló en medio de ambos.

Elizabeth solo asimilaba las palabras de Rodrigo, el no mentía, si de algo ella estaba completamente segura con relación a Rodrigo, es que el nunca miente.

Eva se merecia la oportunidad de contar con su papá, compartir con el y tener el apoyo de su padre; asi que con todo el miedo que reinaba en su interior en ese momento, solo respiró y se dejo llevar por la razón.

A merced del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora