Capitulo 2

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Lunes, otra semana más de puro trabajo y estrés, Rodrigo caminaba por los pasillos de su compañía hasta llegar a la puerta de su despacho con un traje negro y camisa blanca, maletín en mano y un reloj Patek Philippe que era de su padre en la mano.

- Buenos días Vivian. - Se detuvo un segundo en el escritorio de su secretaria que lo miraba atontada.- Tráeme un café por favor y revisemos la agenda.

-En seguida señor.- Rodrigo entro en su oficina y dejo su maletín a un lado.

No había podido dejar de pensar en todo lo que Frida le había dicho en la noche del viernes, conocer a alguien más y casarse, pero si el amor no existe ¿Para que buscarlo?

El amor para Rodrigo era otra de las tantas mentiras en las que el mundo trataba de justificar cualquier estupidez que hiciera por o con otra persona; casarse, por ejemplo.

Las horas pasaban y pronto se acercaba la hora del almuerzo cuando Rodrigo aún seguía enfrascado en el caso tan importante que estaba analizando. Joel Cooper, joven de 17 años que asesino a su padre e hirió a su hermana menor de 14 años en la espalda.

Se suponía que su trabajo seria asesorar a la fiscalía, pero indudablemente necesitaría la ayuda de algún psicólogo en este caso, la puerta se abrió y Rodrigo no tenía que levantar la vista para saber quién era.

- Alonso ahora no.- Subrayo algo en el extenso expediente que tenía en su escritorio y gruño al sentir la presencia de su amigo tomando asiento.

- Estas de muy mal humor. - El chico tomo una de las exclusivas plumas Mont Blanc y la analizo como lo hacía siempre. - Necesitas un buen polvo

Rodrigo ante la sugerencia sonrió y de un carpetazo cerro el expediente seguido de encajonarlo en su archivo.

- Sabes que me dijo Frida el viernes? - Se aflojo la corbata y se reclino en su sillón de cuero entrelazando sus dedos sobre su regazo.

- ¿Qué hizo esa pequeña traviesa esta vez? - Alonso arreglo su cabello y correspondió a la sonrisa estúpida de su amigo

- Pues me dijo que conozca alguna otra chica, me case y tenga una familia. - Solo considerar la idea aterraba a uno de los solteros más codiciados de esta ciudad. - Dijo que ella algún día crecerá y e ira de casa

Alonso callo por unos segundos pensando una respuesta que no lo hiciera ganarse un par de golpes de la mano de Rodrigo Valderrama.

- Perdóname viejo. - Se enderezo en el asiento y rascó su siempre despeinado cabello. - Me parece que Frida tiene razón.

- ¿Qué mierda estas diciendo? - Se inclinó de un tirón en la mesa con sus codos y frunció el ceño confundido. - ¿Te estas volviendo loco o qué?

Alonso suspiró profundamente mientras decidia si contarle a su mejor amigo, su hermano de toda la vida, la única familia que tiene todo que últimamente ha cambiado en su vida.

- Conocí a una chica hace unos meses. - Esconde su mirada y Rodrigo gime por la sorpresa. - Su nombre es Samantha, es la chica más dulce y encantadora que he conocido en mi vida, después de Frida claro.

Rodrigo sonrió.

- Sabes que me has dicho esto muchas veces cierto?

Alonso revolvió su cabello por la frustración y se puso de pie.

- Esto es diferente. - Le dio la espalda a su amigo y perdió su mirada en la vista que el ventanal del amplio despacho le ofrecia. - Lo que siento cuando estoy cerca de ella es algo inexplicable, su sonrisa hace que mi corazón se acelere, mis vellos se erizan solo con mirarla, es tan hermosa y tan sencilla que te juro que no quiero arruinarlo, es exactamente como describias como te sentias junto a Kathya.

A merced del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora