Capitulo 11

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Una semana sin Frida en casa y ahora dos semanas con Frida en otro país sin dudas era mas de lo que Rodrigo pudiera manejar.

Saber a su hermana en un lugar lejos de el, con otra familia, sonriendo a otra persona, comiendo con otras personas resultaba ser como acido para su piel.

Frida era su vida, su todo, la razón por la que luchaba por estar vivo y salir adelante mas sin embargo ella se había ido y aunque sabia que Elizabeth cuidaba bien de ella sentía que le faltaba el aire por que su aire era su hermana...

Los pasillos de la Fiscalía del Estado de Manhattan eran atroces, personas por todos lados, policías, abogados, familiares y todo tipo de cosas.

Hoy se llevaría a cabo la última reunión acerca del caso Joel Cooper y algo en él estaba inquieto porque la vería a ella, Elizabeth Van Allen debía reconocer, era la mujer más interesante que él había conocido en su vida, sin dudas sería una candidata para llevársela a la cama, pero con el genio que la malvada se carga mejor abortar esa misión.

Rodrigo estaba vestido con un traje negro, camisa blanca y corbata granate, revisaba un correo electrónico en su tableta cuando escucho el distintivo taconeo de esa mujer, levanto la vista y entonces sucedió, la vio tan hermosa como todas las veces que la había visto, era la primera vez que se le veía en pantalones rectos corte alto negro, una blusa fina borgoña y una chaqueta negra que le marcaba sus pronunciadas curvas, es que toda esa mujer es únicamente piernas, trasero y curvas, sin dudas para ningún hombre pasaba desapercibida.

La observaba caminar hasta ellos sin ninguna timidez, como si toda su vida se manejara entre abogados, fiscalías y casos de homicidio, aunque a juzgar por cómo se desenvuelve con ellos podría ser todo así.

-Buenos días Sr. Valderrama. - Le escucho por encima de su estado de sopor mientras se perdía en sus ojos, bajo hasta su boca y no pudo dejar de imaginarse como seria besar esa tentadora boca.

-Buenos días Dra. Van Allen. - Rodrigo se preguntaba a su vez de donde era, su apellido no era americano y aunque él tampoco lo era no tenía ni idea de donde pudiera ser. - ¿Cómo se encuentra esta mañana?

Elizabeth sonrió y echando un vistazo a su teléfono respondió.

-Si obviamos que va a nevar. - Empezó a decir mientras señalaba la ventana. - Podemos decir que me encuentro muy bien y usted?

Rodrigo la miro y se sonrieron, ya se había dado cuenta que ella era la persona más confiable que él podía encontrar en esa ciudad de mierda.

-Lo mismo digo. - El metió su tableta en su maletín y se acomodó la corbata. - ¿Cómo esta Frida?

Elizabeth por primera vez en tanto tiempo se había fijado en lo increíblemente guapo que era Rodrigo Valderrama, pero en lo increíblemente gruñón que también solía ser.

-Frida está muy bien, feliz con la noticia. - Elizabeth se aliso la chaqueta y se giró hasta el. - Creía que no iba a ir.

Rodrigo sonrió de lado y metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

-Almuerza conmigo? - Sorprendidos ambos por la propuesta en especial ella. - Claro, si no tienes nada mejor que hacer.

Elizabeth coloco sus manos en su cadera y repaso su agenda.

-Debo estar en casa a las 3:00pm. - Empezó a decir y envió un mensaje a Anna. - Así que, ¿Por qué no?

Rodrigo sonrió y ella le devolvió el gesto dándose cuenta ambos que poseían ante los ojos del otro la sonrisa más hermosa que ellos pudieran haber visto.

-Perfecto. - Empezaba a decir Rodrigo cuando la secretaria de Harvey les aviso que podían pasar. - Entonces cuando termine la reunión?

Rodrigo hizo un ademan para que Elizabeth pasara y ella sonrió en agradecimiento. 

Caminaron uno al lado del otro hasta sus respectivos asientos, la reunion marchaba justo como se esperaba y en pocos dias Joel Cooper podria ver a su hermana aunque con malas noticias.

- Podemos conseguir a alguien que los adoptara a ambos.- Opino Elizabeth luego de unos minutos analizando la situacion.- Conozco a una pareja que estaria dispuesta, la unica traba es que viven en Mexico.

Rodrigo la miraba articular palabras que salian profesionales y teñidas de sensualidad, sin darse cuenta de tanto.

- Eso no es un problema.- Dice George unos minutos despues.- Aunque el abogado es Valderrama, el sabra mas.

Rodrigo se enderezo en su asiento y alizo su saco, el mismo que anhelaba quitarse y ser libre.

- De hecho no supone gran problema el que esten viviendo en otro pais, el verdadero inconveniente es que el proceso es muy tedioso y burocratico.- Dice Rodrigo mirando a Elizabeth frente a el.- Aunque debemos reconocer que si hay dinero de por medio, las cosas se agilizan.

Nicholas asintio en acuerdo pues aunque eran dirigentes de estado debian ser conscientes- al igual que todo el mundo- que el dinero lo puede todo.

- Por el dinero no se preocupen.- Dice Elizabeth poniendose de pie.- Cuando regrese de Mexico, les traere una respuesta pero por lo pronto mantengan a esos hermanos juntos, debo regresar a casa, mi vuelo sale esta noche.

Se pusieron de pie y se despidieron, Elizabeth de adelanto a su auto y cuando creia que todo habia pasado escucho esa viz tan masculina y sensual que la llamaba.

- ¡Elizabeth!.- Si, era Rodrigo detras de ella, se giro en sus tacones y lo miró con sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.- Me debes un almuerzo.

Elizabeth sonrió ampliamente y se colocó su gabardina negra.

- Si, lo recuerdo.- Dice dejando su cabello largo y sedoso a un lado de su cuello.- Pero no pretenderas que deje aqui mi coche, hay cosas que hacer.

El nego con una media sonrisa en su rostro e hizo una seña a alguien.

- Lleve el coche de la Srta. Van Allen a la Torre G-33 en Upper East Side.- Dijo sin despegar los ojos de Elizabeth.- Ahora vamos.

Elizabeth tomó su brazo y con toda su clase caminó junto a el hasta llegar a un flamante Mercedes- Benz Clase S gris platino, el caballerosamente abre la puerta del copiloto para ella y la ayuda a subir.

- Te ves muy guapa.- Dice Rodrigo inconscientemente mientras sale del estacionamiento de la Fiscalia.

- Buen intento Valderrama

El solto una risita mientras se insertaba en el trafico y la miró de reojo.

- Yo solo trataba de ser amable.

Ella se giro de medio cuerpo y enarco sus perfiladas cejas.

- No lo hagas.

Y asi sin mas, sin dedicarle una ultima mirada.

Ella se marcho.

A merced del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora