El final está cerca: Megan y Cristianno lo saben.
Todos tienen un rol que interpretar.
Altercados del pasado, presente y futuro se dejan de lado para luchar en la guerra definitiva.
Nuevas alianzas se forjan, viejas amistades se destruyen.
Regla...
Cuando esas palabras salieron de la boca del príncipe Hassan, mi compañera manejó el impacto que le provocó tal revelación como una experta. Nadie a nuestro alrededor pudo advertir la palidez que cubrió su rostro o el ligero tambaleo que desafió su equilibrio.
Excepto yo.
Comprendí al instante por qué ninguna persona lo notó aparte de mí. Megan transformó su expresión tan rápido que incluso estaba empezando a cuestionar si lo que había visto realmente sucedió.
Su rostro cambió radicalmente, igual que su postura. Donde antes había estado la sombra de la sorpresa, ahora una amplia sonrisa había aparecido. Cada movimiento estaba perfectamente calculado. Después abrazó a nuestro anfitrión, estrechándolo con fuerza e ignorando el público que los contemplaba con curiosidad.
- No puedo creer que te casaras sin habérmelo contado antes– Exclamó Megan, resignada–
El príncipe Hassan permaneció con una expresión indescifrable.
- Pero te felicito, estoy muy orgullosa de ti y te deseo toda la suerte del mundo– Prosiguió Megan, suspirando profundamente–
Nuestro anfitrión no respondió y cuando se separaron, siguieron mirándose fijamente.
- ¿Cuándo ocurrió todo esto?– Preguntó Megan, frunciendo el ceño–
- Esta mañana, precisamente una hora antes de que ustedes llegaran– Explicó Hassan, cruzando los brazos sobre el pecho–
- Bueno, al menos no interrumpimos la ceremonia– Indicó Megan, encogiéndose de hombros–
- Si ese hubiera sido el caso, tampoco me habría importado– Corrigió Hassan, sonriendo ampliamente–
- Probablemente a ti no, pero estoy segura de que a tu familia sí, considerando que aparecimos sin invitación– Aclaró Megan, soltando un bufido–
Se quedaron en silencio, mientras el bullicio de la fiesta aumentaba.
- ¿Dónde está tu novia?– Interrogó Megan, mordiéndose el labio–
En lugar de responder, Hassan se lo mostró dándose la vuelta para señalar a una mujer joven que permanecía sentada en una silla sobre una tarima, al fondo del enorme salón y rodeada por miles de personas.
Su vestuario era exquisito, igual que su rostro, pero era evidente que estaba forzando su sonrisa ante la infinita procesión de invitados que desfilaban frente a ella para halagarla, sin reparar en lo miserable que realmente se veía.
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- Es hermosa, me gustaría conocerla– Comentó Megan, emocionada–
- Te la presentaría, pero considero que no es necesario que pierdas tu tiempo saludándola– Confesó Hassan, sacudiendo la cabeza–
