Capítulo 37

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Megan

Era sorprendente lo rápido que pasa el tiempo cuando estás muy ocupado, tienes tantas tareas pendientes que las horas no alcanzan para cumplir con todo. La mayor parte de los días estaba en casa, sumergida en mi rol de madre. Sólo veía a Cristianno cuando llegaba por la noche, aunque eso no significaba que siempre estuviera sola.

A pesar de que nos habíamos mudado de la mansión familiar para tener mayor espacio y privacidad, constantemente distintos integrantes de los Gabbana llegaban de visita a nuestra casa sin previo aviso.

Camilo, Adrianna y Sylvia compartían con nosotros bastante seguido.

No me molestaba, ya me había acostumbrado a su presencia y aunque al principio me sentía incómoda con tantas personas a mí alrededor, había descubierto que en realidad me gustaba tener a mi familia cerca. Después de todo, ellos eran lo único que tenía. Tampoco me podía quejar, me ayudaban siempre que se los pedía, incluso cuando no lo necesitaba. En ese sentido, eran una excelente red de apoyo.

Habían pasado tres meses desde que Nicole llegó a este mundo de forma anticipada, pero yo me había adaptado fácilmente a la nueva rutina. Es cierto que estaba agotada, pero cuidar un bebé era básicamente cuestión de observar su comportamiento y entender lo que no podía transmitir con palabras.

Jamás imaginé que mi entrenamiento de espía serviría para el propósito de ser madre, pero funcionaba. Podía estar despierta durante toda la noche esperando que se durmiera, tenía paciencia infinita cuando lloraba y le cambiaba los pañales de forma automática. Ocuparme de Nicole era mucho más sencillo comparado con las misiones de la CIA; prácticamente podía vigilarla con los ojos cerrados y aun así no le sucedería nada.

No había ningún momento en el cual sintiera que me estaba volviendo loca, podía equilibrar perfectamente mi vida personal, matrimonial y familiar sin el servicio de mucamas o mayordomos.

A pesar del montón de libros que había leído sobre cómo atender correctamente un bebé, me parece que al final no fueron la gran maravilla. Como siempre, la única forma de aprender es con la práctica, por eso no me avergüenza admitir que esto de ser madre y esposa lo tenía totalmente controlado.

Esa noche estaba entrenando en el gimnasio situado en el nivel subterráneo de la casa. Con el embarazo, mi cuerpo había cambiado más de lo que me gustaría, pero había sido inevitable. Por eso desde el parto había estado ejercitándome diariamente para que mi cuerpo regresara a su estado normal. Necesitaba sentirme fuerte, estilizada y ágil otra vez. Por supuesto, no me mataba en el gimnasio sólo para bajar de peso, sino porque lo consideraba mi terapia para liberar tensión y estrés.

Cubierta de sudor, pero sintiendo mis músculos deliciosamente exhaustos, subí las escaleras hasta nuestra habitación para darme una ducha

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Cubierta de sudor, pero sintiendo mis músculos deliciosamente exhaustos, subí las escaleras hasta nuestra habitación para darme una ducha. Cuando terminé me vestí con un pijama cómodo y empecé a buscar a Cristianno. Sabía que había llegado porque me gritó desde alguna parte de la casa, pero todavía no lo había visto. Lo encontré en la habitación de la bebé, aunque en teoría la niña dormía en la cuna con nosotros, tenía su propio espacio que usaría a futuro cuando creciera.

Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora