Cristianno
Cuando dejamos Roma, nos instalamos en las montañas de la provincia de Bolzano. El paisaje era espectacular, teníamos frente a nosotros el lago Misurina y a nuestras espaldas el parque natural Las Tres Cimas de Lavaredo. El pueblo estaba compuesto por un par de casas, refugios y tiendas pequeñas, el resto era pura naturaleza en estado salvaje. El escaso turismo que había en la zona se debía a los fanáticos del senderismo, pero los demás que vivían aquí eran personas ancianas.
Al principio, cuando recién llegamos estuvimos evaluando nuestras opciones para ver dónde quedarnos, pero nos parecía que ninguno era el lugar indicado para nosotros, entonces decidimos comprar un antiguo edificio completamente renovado. En el pasado solía ser la residencia de invierno de una familia aristocrática cuyo apellido se había perdido en el tiempo, pero hoy se había convertido en nuestro hogar.
Habían pasado cuatro meses desde que nos habíamos instalado en el extremo norte del país y no me arrepentía. Realmente había sido la decisión correcta marcharnos de la ciudad y recluirnos aquí, porque ambos necesitábamos tener nuestro propio espacio. Megan tenía seis meses de embarazo, por lo tanto su vientre abultado ya sobresalía por debajo de la ropa. En este tiempo, habían ocurrido muchas sorpresas, cada día que pasaba era una nueva aventura donde aprendíamos algo distinto respecto a la experiencia única que estábamos viviendo.
Nuestra relación había alcanzado un nuevo nivel de complicidad y entendimiento, el cual crecía casi a la misma velocidad que el bebé. Estábamos juntos todo el tiempo, por lo tanto podíamos trabajar aspectos de nuestro matrimonio que habíamos dejado de lado por estar demasiado sumergidos en la rutina.
Ahora que teníamos tanta libertad entre manos, podíamos hacer lo que quisiéramos. Los dos habíamos retomado pasatiempos que creíamos olvidados, lo cual nos servía para mantenernos ocupados. El edificio que habíamos comprado era tan grande, tenía tantas habitaciones que había ocasiones en las que no nos cruzábamos durante todo el día hasta la hora de dormir. Eso también era bueno porque nos permitía tener espacio entre nosotros, ya que no era necesario estar juntos cada minuto.
Parte importante de nuestros días se iba estudiando para el embarazo y en clases para afrontar el parto. Megan insistió en que también necesitaba que alguien le enseñara cómo cuidar un bebé, por lo tanto se reunía una vez a la semana con Theresa, anciana que había sido matrona y que conoció por casualidad un día que estaba haciendo las compras. Ella la aconsejaba y respondía todas sus preguntas, las cuales eran muchas.
La vida era tranquila, simplemente hacíamos lo que cualquier pareja de nuestra edad haría. Disfrutábamos ocupándonos de las tareas cotidianas nosotros mismos, en ese sentido no recibíamos ninguna clase de ayuda externa para cocinar, lavar la ropa o acercarnos al pueblo para comprar comida. Se parecía bastante al ritmo que habíamos seguido los primeros meses después de casarnos, cuando estuvimos viajando por el mundo.
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Ahora y siempre (ASP #3)
RomanceEl final está cerca: Megan y Cristianno lo saben. Todos tienen un rol que interpretar. Altercados del pasado, presente y futuro se dejan de lado para luchar en la guerra definitiva. Nuevas alianzas se forjan, viejas amistades se destruyen. Regla...