Capítulo 29

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Megan

El aire frío de la noche mordía mi piel, provocando más dolor que las numerosas heridas que abundaban a lo largo del cuerpo. Mientras me arrastraba entre los escombros irregulares del suelo, el cielo estaba despejado sobre mi cabeza con las estrellas brillando en lo alto.

Esquivé los sectores invadidos por el fuego, tratando de mantenerme alejada de las llamas. Mis ojos ardían por la capa de polvo y la ceniza que volaba a mí alrededor, provocando que las lágrimas rodaran por mis mejillas. Mi garganta ardía debido al humo intoxicado que entraba a mis pulmones, los que emitían un ruido desagradable cada vez que respiraba.

Estaba sucia, cubierta de barro y también mojada por el agua que se había escapado de las cañerías rotas. Escuchaba gemidos lastimeros desde distintos lugares, llantos, súplicas y también gritos desesperados de ayuda, incluso debajo de los escombros.

No podía dejar de temblar.

Ignorando el miedo agarrotando mis músculos, me concentré en seguir en movimiento a través de las ruinas. Mi cabeza daba vueltas y tenía un zumbido en mi oído izquierdo que no me permitía escuchar nada, por el momento estaba sorda de ese lado. Cerré los ojos, sintiendo cómo el sudor resbalaba a través de mi columna. Estaba agotada, jadeaba tratando de llevar algo de oxígeno a mis pulmones, pero ahí abajo el aire escaseaba.

En mi boca, junto al sabor a hierro de la sangre, sentía el gusto de la pólvora.

Una montaña de piedras y escombros cayó sobre mí, deslizándose por la pared de tierra a mi costado. Me cubrí la cabeza con los brazos intentando protegerme del impacto de una piedra más grande.

Cuando el peligro pasó, me apoyé en un pedazo de madera chamuscado e hice el esfuerzo por ponerme de pie

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Cuando el peligro pasó, me apoyé en un pedazo de madera chamuscado e hice el esfuerzo por ponerme de pie. Por suerte mi cuerpo todavía respondía y era capaz de soportar mi peso. Estaba en lo más profundo del cráter, por lo tanto la única forma de salir era escalando. El riesgo de derrumbe era alto, pero por el momento no tenía otra opción. Llevaba demasiado tiempo aquí abajo y definitivamente no iba a esperar hasta que alguien me rescatara.

Me tambalee ligeramente, todavía me sentía algo mareada por la onda expansiva de las bombas. Después cerré mis manos en puños y con determinación las apoyé en las salientes de la pared de tierra. Comencé a subir poco a poco, lento, evitando precipitarme. Era difícil encontrar asideros decentes, por lo que constantemente tenía que estirarme para seguir escalando. Ríos de agua manaban a mí alrededor, ocasionando que mis manos estuvieran resbalosas.

Repentinamente uno de mis pies perdió su punto de apoyo y estuve a punto de caer, aunque logré afirmarme con las uñas. Continué el ascenso más rápido, hasta que mis manos finalmente palparon el borde del agujero. Me impulsé hacia arriba utilizando toda la fuerza que me quedaba, levanté las piernas y me derrumbé en el suelo derrotada, rodando hacia el lado para no volver a caer en el cráter.

Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora