El final está cerca: Megan y Cristianno lo saben.
Todos tienen un rol que interpretar.
Altercados del pasado, presente y futuro se dejan de lado para luchar en la guerra definitiva.
Nuevas alianzas se forjan, viejas amistades se destruyen.
Regla...
Cuando volvimos a nuestro departamento, fuimos directamente hacia la habitación para cambiarnos. Nuestra ropa estaba húmeda por la nieve que se había derretido y no podíamos dejar de temblar por el frío.
Después de acostarnos en la cama uno al lado del otro, nos quedamos contemplando el techo. Estábamos tan sumidos en nuestros pensamientos que no habíamos mencionado ninguna palabra desde que llegamos.
Lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones acompasadas.
Giré la cabeza para hablar con Megan, pero vi que estaba dándome la espalda, su cabello suelto estaba extendido sobre la almohada. Me erguí apoyándome en mi brazo, inclinándome para observar su rostro de cerca en medio de la oscuridad.
Tal como esperaba, estaba profundamente dormida.
Me aparté, cubriendo su cuerpo con las mantas hasta la altura de sus hombros y Megan respondió encogiéndose, ocultando su nariz bajo las sábanas. Aunque el departamento estaba cálido por la calefacción central, por alguna razón, Megan siempre estaba helada.
Debido a eso, cuando ella no podía arroparse, era mi responsabilidad hacerlo, para proteger las partes de su piel suave y delicada que quedaran expuestas durante la noche, mientras ella soñaba.
Volví a mi posición en mi esquina de la cama, cerrando los ojos para intentar dormir, pero por más que lo intenté, no lo logré. Me quedé despierto, dando vueltas en la cama durante una hora hasta que me finalmente me aburrí.
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Si seguía así, despertaría a Megan, por lo tanto, consideré que era una mejor levantarme y llevar mis preocupaciones a otro lado. Salí de la habitación cerrando cuidadosamente la puerta detrás de mí, dirigiéndome a la cocina para servirme un vaso de whisky.
Sumergido en las sombras de nuestro departamento, eché un vistazo a través de las ventanas, admirando cómo la nieve implacable caía sobre la ciudad. Densos copos cubrían todo de blanco, volando con el viento, movidos por la fuerza de la tormenta.
Caminé hacia el despacho y me senté en el escritorio, paseando la mirada por encima de los documentos que Megan estaba revisando. Cuando mis ojos tropezaron con su letra plasmada en los papeles, coloqué mi mano sobre las hojas y bajé la cabeza.
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