Capítulo 35

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Megan

Sólo habían pasado algunas horas desde que Cristianno se fue cuando alguien tocó el timbre de la casa. Al abrir la puerta, nunca imaginé lo que encontraría del otro lado, ni siquiera en mis peores pesadillas. Mi primer instinto fue correr. Dos hombres idénticos de dos metros de estatura bloqueaban la puerta, en sus rostros feroces estaba escrita la palabra "mercenarios". El miedo hizo que mi corazón latiera desbocado en mi pecho, mientras mis músculos se tensaban.

Entonces reconocí a Camilo.

El hermano menor de Cristianno estaba vestido de pies a cabeza con un overol naranjo fosforescente de una tela muy delgada. Tenía el cabello negro revuelto, profundas ojeras azuladas y las manos firmemente esposadas. Por su actitud, parecía que había aceptado su destino, sea cual sea.

- ¿Qué estás haciendo aquí?– Pregunté, frunciendo el ceño–

- ¿Acaso mi madre no te ha contado nada?– Replicó, alzando una ceja sorprendido–

- No, no he hablado con ella hace días– Indiqué, negando con la cabeza, confundida–

- Desde ahora vivo aquí– Soltó, encogiéndose de hombros–

- ¿Y ellos son tus amigos?– Interrogué, alzando la mirada hacia los hombres–

- Ojalá, pero son los gorilas que envió mi madre para que me escolten– Corrigió, soltando un bufido–

Camilo me esquivó pasando por mi lado, entró en la casa seguido por los hombres que lo acompañaban como si él fuera el dueño de todo el lugar. Respiré profundamente, controlando la ira que sentía y cerré la puerta con suavidad.

Aunque mi relación con el menor de los Gabbana había mejorado de forma considerable con los años, todavía nos gruñíamos el uno al otro enseñando los dientes. Teníamos una relación civilizada, pero nos odiábamos a muerte. Debido a mi experiencia tratando con él, sabía perfectamente que el que se enojaba primero, perdía el juego.

Camilo dio una vuelta completa estudiando el lugar con atención, para luego soltar un lago silbido de aprobación. Todavía tenía las muñecas esposadas, pero se las arregló para colocar un cigarro en sus labios. Uno de los matones lo encendió con un fósforo, mirándolo como si estuviera dándole una advertencia.

Crucé los brazos sobre el vientre, manteniéndome alejada del humo y de los invitados que habían irrumpido en mi hogar

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Crucé los brazos sobre el vientre, manteniéndome alejada del humo y de los invitados que habían irrumpido en mi hogar. Algo extraño estaba sucediendo y nadie había tenido la consideración de explicarme nada. Una vez que hubiera controlado esta situación, la cabeza de alguien iba a rodar, porque encontraría al responsable de esta mala idea.

- Joder, estás MUY embarazada– Indicó, contemplando mi vientre–

- Qué observador, no lo había notado– Comenté, alzando una ceja–

- ¿Crees que serás buena madre?– Preguntó, aspirando el humo–

- Debido a que el bebé no viene con un manual de instrucciones, es obvio que lo voy a arruinar la mayor parte de las veces– Expliqué, encogiéndome de hombros–

Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora