Capítulo 4

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Cristianno

Tan pronto como Megan perdió la conciencia, la sostuve en mis brazos y la llevé hasta mi auto, depositándola cuidadosamente en el asiento del copiloto. Después, regresé para buscar el bolso de dinero que había quedado abandonado entre los escombros del camión destruido.

Más tarde enviaría a Austin o Dmitri para que recogieran el auto de Megan.

Conduje de vuelta a nuestro departamento, sintiéndome tranquilo ahora que Megan estaba segura a mi lado. Herida, pero bien considerando lo que había tenido que soportar. Por un momento creí que no lograría llegar a tiempo para ayudarla y cuando no pude verla en los alrededores, temí lo peor.

Sin embargo, conseguí revertir la situación a mi favor.

No sólo hice que los desgraciados que atentaron contra la vida de Megan pagaran por sus actos, sino que también lo disfruté. Me hubiera gustado tener más tiempo para destrozarlos uno a uno física y mentalmente, pero al final tuve que conformarme.

Esta mañana estaba molesto con Dmitri por la bomba que fabricó, pero jamás imaginé que eventualmente terminaría utilizándola. Odiaba admitirlo, pero me había servido muchísimo, porque cuando la bomba detonó, todos los que estaban en el camión murieron al instante, menos uno.

Podría haberle disparado en la cabeza al único sobreviviente, terminando con el asunto sin ensuciarme las manos, pero eso no era lo que yo quería. Trataron a Megan peor que a un animal: traicionándola, lastimándola y persiguiéndola.

No estuve a su lado para impedir que la tocaran, pero apenas tuve una oportunidad, reclamé lo que merecían: sangre por sangre. Por eso no me importó transformarme en el mafioso que era para obtener justicia.

Estacioné en el subterráneo del edificio, llevando a Megan en mis brazos hasta el ascensor y luego al departamento. La acosté en la cama, sentándome a su lado, acariciando su rostro, besándola en la frente.

- Amor, tienes que despertar, debo curar tus heridas– Susurré, tragando saliva–

Contemplé cómo sus ojos se movían debajo de los párpados, todavía cerrados, siguiendo mi voz. Entrelacé su mano con la mía, para que ella pudiera canalizar el dolor de su brazo, malestar que sin duda sentiría cuando recuperara la conciencia.

- Maldición, me siento como el infierno– Gruñó, malhumorada–

Sonreí, divertido por su comentario brutalmente honesto.

- Tuviste suerte esta vez– Respondí, negando con la cabeza–

Megan abrió los ojos y me atravesó con su mirada gris.

- Te tardaste demasiado– Ladró, enseñándome los dientes–

Su expresión se suavizó y lágrimas descendieron por sus mejillas. No pude resistirlo más, así que estiré los brazos y rodee a Megan con fuerza, tratando de no hacerle daño. Enterré mi cabeza en su cabello, respirando su aroma y llevándolo hasta el interior de mis pulmones.

- Creí que iba a perderte de nuevo– Murmuré, angustiado y con la voz rota–

La única pesadilla que me perseguía constantemente durante día y noche era que me arrebataran a Megan, lo había vivido muchísimas veces en el pasado como para entender que no sería capaz de resistirlo una vez más.

Pero aparte de eso, no le temía a nada, ni siquiera a la muerte.

- No iré a ninguna parte, jamás volveré a separarme de ti– Prometió con determinación–

Megan me besó con ternura, nuestros labios con sabor a sal por sus lágrimas, hasta que ella interrumpió el beso, apartándose de mí. Apretó mi mano con fuerza, esbozando una desagradable mueca de dolor que ya no podía contener.

Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora