Capítulo 8

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Cristianno

Tan pronto como Megan firmó el contrato, Hassan nos llevó directamente a los depósitos de armamento de la familia real. Antes de irnos, les ordenó explícitamente a sus guardaespaldas que se quedaran en el palacio y no nos siguieran.

Fue así como cambiamos la lujosa ciudad por el crudo desierto.

La tierra se levantaba detrás de nosotros en una densa nube de polvo que ascendía hasta el cielo. Después de una hora de travesía, el paisaje seguía igual, porque a nuestro alrededor no había nada más que infinitos kilómetros de arena.

Por su forma de recorrer la zona, asumí que Hassan conocía de memoria cada tramo del camino

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Por su forma de recorrer la zona, asumí que Hassan conocía de memoria cada tramo del camino. Tenía que admitirlo: su sentido de la orientación era impresionante. Pero si nos perdíamos, estaríamos en serios problemas porque tampoco habían letreros que nos dieran indicaciones para saber cómo volver.

Ninguno había hablado demasiado a lo largo del viaje, por eso cuando el silencio finalmente nos envolvió me di la vuelta para ver a Megan, advirtiendo que estaba profundamente dormida en la parte trasera del jeep.

- Supongo que los últimos meses han sido bastante difíciles para ustedes– Comentó Hassan, distraídamente–

- Esto no es nada, lo peor todavía no ha empezado– Respondí, resoplando–

Me acomodé nuevamente en el asiento para mirar hacia adelante.

- Tienen tantas cosas que solucionar y tan poco tiempo para hacerlo, no entiendo cómo pueden resistir este ritmo de vida– Indicó Hassan, preocupado y tenso–

- Créeme, la mayor parte del tiempo estamos al borde del colapso– Declaré, apretando la mandíbula–

El príncipe soltó una carcajada y yo sonreí ampliamente.

Hace unos días una escena como esta me habría parecido imposible, pero ahora realmente estaba ocurriendo. Por supuesto, lograrlo no fue nada fácil porque ambos tuvimos que tragarnos nuestro orgullo.

Personalmente, la única razón por la que acepté establecer una tregua con Hassan fue porque entendí que debía intentar mantener una relación civilizada con él. Después de todo, era un aliado y lo necesitábamos para nuestros propósitos.

El príncipe frenó en seco, estacionándose literalmente en medio de la nada.

Cuando apagó el motor y descendió del auto, Megan despertó y ambos nos miramos por el espejo retrovisor en estado de alerta. Decidimos arriesgarnos a seguirlo y aterrizamos de un salto en la arena caliente, caminando en círculos.

Cubrimos nuestros ojos del sol implacable que brillaba con intensidad en lo alto, sintiendo el cosquilleo del viento envolviéndonos. No habían plantas y tampoco animales, sólo una planicie eterna y tierra agrietada por la sequía.

Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora