El final está cerca: Megan y Cristianno lo saben.
Todos tienen un rol que interpretar.
Altercados del pasado, presente y futuro se dejan de lado para luchar en la guerra definitiva.
Nuevas alianzas se forjan, viejas amistades se destruyen.
Regla...
Me parecía que la ciudad estaba más vacía que nunca, Dmitri todavía estaba en Dubái y Austin se fue con Cristianno, mientras que los hermanos mellizos Adrianna y Rowan también habían regresado a Italia para reencontrarse con toda la familia en el falso funeral de Cristianno en Suiza.
Por primera vez en meses no tenía nada que hacer, sólo esperar.
La ansiedad me consumía por dentro, me sentía tan inquieta que procuraba mantenerme en movimiento todo el día haciendo cualquier cosa, era lo único que podía tranquilizarme. Me pasaba horas enteras en el gimnasio, ejercitándome para intentar distraerme. No me detenía ni siquiera para sentarme, porque de lo contrario temía que mi mente empezara a divagar sin control.
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Además, tenía demasiado tiempo libre y por las noches el insomnio me impedía dormir.
Esa noche, mientras caminaba por la calle con las manos en los bolsillos, pude sentir que un auto se desplazaba lentamente a mis espaldas, como si estuviera vigilándome. Podía ser mi imaginación, pero mi instinto me decía que esta vez venían por mí.
Mi cuerpo se tensó y observé mi entorno con ojo crítico, analizando las esquinas por si alguien estaba inmóvil esperando interceptarme. Aunque en teoría no estaba permitido que mis enemigos me cazaran dentro de los límites de la ciudad, nadie mejor que yo sabía que las reglas siempre se pueden romper.
- Te están siguiendo– Murmuró una voz femenina en mi oído–
Solté un bufido, esbozando una sonrisa ante la inesperada presencia de Amara.
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- No me digas, vaya sorpresa, no lo había notado– Respondí, alzando una ceja con ironía–
- Ignoro cuántos son, los vidrios están polarizados, pero no hay duda de que te tienen en la mira– Indicó, ignorando mi comentario sarcástico–
- ¿Qué haces aquí?– Pregunté, frunciendo el ceño–
Mi corazón se aceleró, Amara sólo aparecía cuando mi vida estaba en riesgo.
- No te emociones, yo te odio y tú me odias, eso no ha cambiado pero mi trabajo sigue siendo ser tus ojos y oídos– Gruñó, hablando entre dientes–
