C A P Í T U L O . 38

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Noah

La última semana había estado vomitando, y de vez en cuando sangre salía de mi nariz.

El cansancio era terrible y mi apetito había desaparecido por completo.

Papá se esforzaba para que al menos comiera un poco, pero aún sí lo comía a los segundos me encontraba en el inodoro vomitando.

Sofía había llegado a cuidarme, mientras papá salía en busca de algún doctor quien pudiese ayudarme. Mientras tanto me quedaba en cama duermiendo junto a ella a mi lado.

Al ser jueves, papá llegó con un hombre, que al verme abrió sus ojos sorprendido al ver en el estado en el que me encontraba. Me dejaron solo en la habitación mientras él me chequeaba y preguntaba un par de cosas las cuál respondía con desgana.

Anoto un par de cosas en su libreta y llamó a papá. No logré poner la atención suficiente, pero la mirada de mi padre lo confirmaba todo.

Algo andaba mal.

Al ser viernes, mi padre me llevó al hospital. Me sentía tan débil, que tuvieron que darme una silla de ruedas. Ese día fue una mierda.

El sábado en la tarde me dieron la noticia de que tenía una enfermedad pulmonar, pero que harían lo posible para ayudarme. Así que básicamente pasaba todo el día con medicamentos, y con cansacio. Fue para el domingo que por alguna razón había amanecido bien y sentía más energía.

Ese día comí todo lo que estaba a mi alcance.

Para la semana siguiente, me enteré que tendrían que hacerme un transplante de pulmón, pero que tenía que ser paciente porque en aquel pueblo era difícil encontrar alguien dispuesto a donar un pulmón.

Mi padre se ofreció, de hecho. Pero por el tabaco, no los tenía del todo bien así que era algo complicado.

Sofía y la abuela se ofrecieron, claro está que me negué.

Al finalizar aquella semana, el doctor indicó que podría quedarme en casa, bajo los cuidados de una enfermera y con medicamentos 24/7. Así que para el viernes ya me encontraba de nuevo ahí. De vez en cuando papá dormía en una silla en la esquina de mi habitación mientras me cuidaba durante las noches, mientas que por las mañanas Sofía solía venir y me contaba un par de historias.

A los días, el médico llamó a mi padre indicándole que habían encontrado a un donador que era compatible. Esa vez quedé sólo en casa, papá dijo que no duraría mucho, que solamente iría a llenar el coche de gasolina y pasaría por mí.

Pero quizás mi destino no era llegar al hospital.

N O A H © | Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora