Son las 12 medio día, un día bastante normal para mi gusto. Me la he pasado encerrado en la habitación mientras fumo uno que otro cigarro.
He estado pensadon y analizando y entre más pienso, más me voy dando cuenta que mi cabeza y mi vida son un lío. Me empiezo a sentir cansado, pero mentalmente, empiezo a sentir dolores de cabeza que parecen totalmente imposibles de calmar.
—¿Puedo pasar?— escucho su voz.
—Sí.— digo sin quitar la mirada de la ventana.
—Esto parece todo el humo que sale de las fábricas.— dice Sofía tosiendo mientras escucho cómo entra a la habitación.
—Perdón.— me disculpo mientras abro la ventana para que el humo salga por ella.
—¿Sueles fumar mucho?
—Sólo cuando lo necesito.— O sea, siempre.
—Es como una especie de tranquilizante.—Entiendo...— susurra. En sus manos tiene la caja vacía de cigarrillos, trata de buscar algo en ella, lo cual es inútil ya que no hay nada.
—Llenamos de sustancias malas nuestro cuerpo para sentirnos bien, suena ilógico, pero es así.— río con desgana. Me pierdo entre la nada mientras suelto todo el humo lentamente.
—Eso te matará.— dijo, antes de tomar asiento en el borde de la cama. Una sonrisa amarga se instaló en mi boca.
—Sinceramente no veo fallas en tu lógica, cariño.— digo volteando para poder observarla mejor. Su ceño está fruncido, formando una pequeña arruga en el centro de sus cejas. De pronto su mirada cambió completamente a una de desconcierto. Se puso de pie y caminó hacia mi lado. Me quedé helado cuando me abrazó sin aviso y sus brazos me rodeaban el cuello.
—Una vez leí un libro... Boulevard.— dijo con voz poco audible en medio de mi cuello. Ignoré como su respiración chocaba contra piel y me hacía cosquillas.
—Aja..?
—Eres igual a él...— y empezó a llorar. Definitivamente no voy a entender el cambio tan drástico de las chicas. Algo confundido, aparto las migajas del cigarrillo y las dejo en el borde de la ventana. Y sin saber qué hacer, la abrazo también y hasta ese entonces recordé lo bonito que se siente abrazar a alguien. No es que me pase muy seguido, lo más cercano a lo que estoy del contacto físico son las palizas de Jake, pero fuera de eso esto es raro.
—Emmm, ¿Y cómo es él?— dije intentando que se apartara y así poder limpiar las lágrimas bajo sus ojos. Ella simplemente negó y lloró aún más.
—Él está muerto.
—Bueno... Yo aún no lo estoy, así que dudo en que nos parezcamos.— dije con gracia, pero precisamente mi comentario la hizo llorar aún más y que en sus labios se formara un puchero. La traigo de nuevo hacia mí y le acaricio el cabello con suavidad, mientras respiro el olor a vainilla de él. Ya al separarse, ella me mira analizando cada rincón de mi cuerpo, sube y baja su mirada hasta el punto en hacerme sentir cosas raras en el estómago.
La ignoro por completo y miro por la ventana.
Inconsistentemente sonrío al ver a papá y a la abuela jugando en el jardín. Como me hubiese gustado vivir mi infancia en este lugar tan lleno de paz, tan lleno de felicidad y lejos de la triste realidad en la que lamentablemente estoy rodeado.
Quizás aquí todo hubiese sido mejor.
Yo hubiese sido mejor.
Siento como la mano de Sofía me envuelve la mejilla. Su contacto me pone la piel de gallina y hace que me entremezca por completo.
—¿Tú quieres morirte? ¿Lo haz intentado ya?
Lo cierto era que nunca lo intenté, sentía que era demasiado cobarde como para cometer aquello. Tenía esperanza de que todo cambiará, quizás en el fondo sí quería vivir, pero no podía. Mis ganas cada mañana se desvanecía y lo único que deseaba era que nuevamente fuera de noche y así poder ocultar mi dolor entre ella.
—No, Sofía. Jamás lo he intentado y dudo en tener los huevos para hacerlo.
—Prometeme que jamás lo harás, Noah.
Contemplo su miradam mientras ella pasa suavemente su pulgar sobre mi mejilla. Sin saber porqué lo hago, asiento poco convencido.
—Te lo prometo.
Ella asiente también, y se acerca lentamente depositando un fugaz beso en mis labios. Cierra sus ojos, mientras acerca su frente y la pega con la mía.
Mi corazón va a mil por hora y todo por una chica.
—Déjame salvarte, Noah. Prometo que yo no voy a dejarte, ni te haré daño. No sé por todo lo que haz pasado, pero quiero reparar los pedazos rotos de tu corazón.
No digo nada, sólo envuelvo nuestros labios en un beso más profundo e intenso.
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N O A H © | Terminada ✓
Ficção AdolescenteSe dice que la vida es como un barco. Y el único responsable en que el barco avance eres tú. Tú decides si quieres remar, o que el barco permanezca ahí y se hunda con el pasar del tiempo. Y al parecer, Noah se encontraba en medio de esas dos decisi...