C A P Í T U L O . 24

724 51 2
                                    

Noah:

"La Muerte se está fumando mis cigarros."

Mi padre hacía todo lo posible para que dejara de estar encerrado en mi habitación, para que dejara de fumar y sobre todo, para que dejara de pensar en las miles de razones que tenía para suicidarme. Así que para que todo lo anterior dicho dejara de pasar, visitaremos a los abuelos, que por cierto, la última vez que los vi fue en el funeral de mi madre. Papá había hecho todo lo posible para poder visitarlos e incluso arregló la furgoneta vieja que se encontraba en el garaje.

Así que aquí vamos, directo al infierno quizás.

—Noah, quita esa cara, estoy seguro que te vas a divertir.— dice papá sin despegar la mirada de la carretera. ¿Cuántos años piensa que tengo, 5?

—Claro hombre, me voy a divertir.— digo irónico. Veo por el rabillo de mis ojos como pone sus ojos en blanco y rio por ello. Sé perfectamente que mi actitud lo saca de sus casillas muchísimas veces. Pero tiene que aceptarlo, después de todo no fui yo quien dejó a su hijo abandonado.

Aproximadamente llevábamos 2 horas de viaje y mi paciencia empieza a agotarse.

Como si los dioses me hubiesen escuchado, papá se adentra en un camino que conduce hasta la gran casa de los abuelos. La furgoneta vieja se detiene fuera de esta. Mi padre baja del auto y camina hacia la casa que se encuentra a escasos centímetros de nosotros. Luego de unos minutos, una mujer de al rededor de 63 años abre la puerta y lo mira con alegría.

La mujer abraza a mí padre fuertemente mientras que yo solo los contemplo desde lejos, estar aquí es incómodo, es como estar con personas desconocidas.

Mi padre me mira indicando que baje del auto. Entre reproches y pucheros obedezco y camino  hacia ellos. La "abuela" me mira con una gran sonrisa y en el momento en que llego cerca de ella, me envuelve en sus brazos como anteriormente lo hizo con mi padre.

—¡Noah, que grande estás!— dice al separarse de mí. Sonrió falsamente y mi padre parece percatarse de eso.

—Señora Marta, ya hice lo que me pidió.— dice una chica morena. Su mirada se dirige a mí y sonrió. ¡Cielos! Es preciosa... Creí que llegaría al infierno, pero esto parece el cielo.

—¡Gracias, Sofía! Puedes ir a descansar.— la joven asiente y se marcha por un camino que conduce al lado trasero de la casa.

—¿Quién es ella?—- pregunto sin pensar.

—¡Oh!, es Sofía, una chica que me ayuda con la granja.— dice la mujer sonriendo —¿Es muy linda, verdad?

—Sí.

Después de todo no va ser tan malo estar aquí...

N O A H © | Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora