하나

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No me agrada la idea de que vivas sola por tu cuenta en Seúl. Podría ser muy peligroso para ti. —mi mejor amiga me advertía a través de la línea. — Es un lugar muy poblado... y algo extraño.

— Tal vez. Pero por ello tendré cuidado, no te preocupes. Además, ya quería salir de casa e independizarme. Mis padres me lo tenían todo, y a pesar de que la razón era porque deseaban apoyarme, me parecía bastante cansado para ellos. —bufé.

De acuerdo, YoungMi. Me iré a dormir, tengo exámenes mañana. Te quiero, hablamos luego.

— Seguro, adiós. —colgué.

Salí de la sala, y me dirigí a la cocina. Mi estómago me pedía a gritos algo de comer, así que abrí la nevera, y al no encontrar ningún alimento, me enojé conmigo misma.

No leche, no ramen, no arroz, y muy poca agua.

— Carajo, no fui al mercado. —golpeé mi frente. — Bien hecho, empezaste increíble la semana, YoungMi. —tomé las llaves de la barra.

Era molesto la idea de tener que estar manejando al mercado cada vez que olvidabas una cosita o que necesitabas. Desde ahora prepararía una lista, no olvidaría otra cosa jamás. Estaba dispuesta a eliminar la costumbre de encontrar comida ya hecha en la nevera; ya no vivía con mis padres.

Eran las 11:34 p.m. Como era de esperarse, no había nadie. Solamente un aproximado de 7 personas nos encontrábamos en la tienda.

Pagué mis alimentos y salí de la tienda rápidamente, solo quería irme a casa.

Me encontraba en el estacionamiento, solo completamente. Poca luz, los mercuriales eran una burla, se encontraban ahí de decoración, no servían para nada.

— Hola señorita. —un hombre me llamó, atrapándome mientras abría el auto. — Verá, estoy perdido, y necesito saber dónde está este lugar.

— Lamento decepcionarlo, soy nueva aquí y no conozco Seúl. —me acerqué a él. — No puedo creer ayudarlo. Sin embargo, si necesita ver, tengo mi teléfono en el auto. Ponemos la dirección y ya nos dirá. ¿Le parece bien?

— Oh... —hizo una reverencia. — Me parece muy bien, gracias señorita. Es muy amable.

— No hay problema, espéreme un momento.

Finalmente abrí mi auto y me agaché estirándome al asiento del copiloto donde mi celular se encontraba.

— Aquí esta señor, ¿cuál es la dirección?

Sin embargo, como respuesta, un fuerte golpe atacó mi cabeza. Provocándome caer en un profundo sueño. Olvidando por completo todo lo que me rodeaba.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora