열일곱

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— Te dejaré esto. —colocó una tarjeta encima del escritorio—. Cualquiera cosa YoungMi, no dudes en contactarnos. En verdad estamos preocupados por ti.

— No deberían.

— Se trata de ti, nuestra pequeña.

— No actúes como si me fuesen visto como una hermana todo el tiempo. Solo fui ganancia y una prostituta.

— No te llames así.

— Ustedes me hicieron así. Ahora lárgate Jacob, soy capaz de llamarle a la policía, no me importa si se trata de ti. Todo lo que me ayude a estar cerca de Sunwoo me conviene demasiado.

— ¿Cerca de Sunwoo? —rió—. Él está más cerca de lo que crees.

Jacob salió de la oficina y finalmente YoungMi respiró más tranquila. Estaba aterrada.

Fue por una taza de té para relajarse un poco, aquella escena la había tensado mucho. Y su mente no se detuvo para pensar muchas cosas;

"¿Cerca?"

¿A qué se refería con eso? Pensó. Tal vez ella estaba correcta y Sunwoo la espiaba desde hace un tiempo.

Eso la tensó aún más.

— ¿Como te fue en el trabajo?

— Jacob fue a verme. —lo soltó y Woonhoo la miró con una expresión exaltada.

— ¿El que es parte de esos hijos de puta?

— Si. —finalmente lo vió a los ojos—. Aclaró que quería protegerme, no solo él, si no también los demás... Y Sunwoo.

— ¿Protegerte de qué?

— YoungHoon.

— ¿Confías en ellos?

— Por supuesto que no... No confío en nadie.

— Significa que saben donde vivimos.

— Tal vez solo saben donde trabajo.

— Hasta crees.

YoungMi tomó su cabello desesperada. Woonhoo tenía razón, no debió conseguir un trabajo. Pero era una necesidad.

Sin decir nada más, se levanto del sofá y se dirigió al baño donde tomaría una ducha.

Su dolor de cabeza la estaba matando.

— ¿No quieres ir con tu mamá por un tiempo?

YoungMi sacó la cabeza de la bañera para poder observar a Woonhoo quien entró sordo a la habitación.

— Quisiera, pero llevo muy poco con mi trabajo. No puedo pedir unas vacaciones por ahora.

— Renuncia y consigue otro.

— Como si fuera tan fácil.

— Prometo que si te vas con tu madre, hablaré con mi jefe y le diré que si puede darte un lugar en la empresa.

— No podemos confiarnos.

— Lo prometo. Estará asegurado un lugar para ti. Solo aléjate un tiempo.

— ¿Significa que no vendrás? —cerró la llave al no seguir utilizando el agua.

— No, tenemos muchos proyectos por terminar.

— Mereces unas vacaciones también.

— Las pediré después. Pero mañana quiero que vayas a tu trabajo y las pidas. Si no resulta, bien, renuncia.

— De acuerdo. —le sonrió, y prosiguió con su baño—. Prepara la cena, muero de hambre.

— ¿No quieres salir hoy?

— ¿En la noche? Que ocurre contigo, creí que temías salir de noche conmigo.

— Será tú última noche aquí.

— ¿O sea que quieres celebrarlo, idiota?

Soltó una risa—. Para nada. Solo quiero disfrutarlo.

— Lo dices como si no nos volviéramos a ver jamás.


Ambos terminaron de arreglarse, y salieron al restaurante destinado.

Tomaron una mesa con vista a la ciudad, y hablaron de cosas mientras esperaban la cena. Una vez servida, brindaron y comenzaron a disfrutarla.

Hasta que llegó el momento donde todas las personas que se encontraban ahí, se retiraban al mismo tiempo.

Los novios se miraron extraños.

Un mesero les pidió a los de la mesa de a un lado algo, que fue inútil de escuchar. Esos mismos se levantaron furiosos, pero su expresión cambió cuando de nuevo el mesero les explicó.

Ahora este venía hacia a Woonhoo a YoungMi.

— Disculpa, ¿por que todos se están retirando?

— Señorita, usted no se preocupe que no debe de hacerlo.

— Pero todos se están levantando.. ¿Por qué nosotros si podemos?

— Lo verá cuando la última persona desconocida pise un pie fuera del restaurante.

El mesero los dejó. YoungMi miró a Woonhoo con una ceja alzada y le dijo:

— Salgamos de aquí, esto no me da buena espina.

Woonhoo asintió, y los dos entrelazaron sus manos para poder escabullirse entre la gente.

Pero el guardia de afuera fue más astuto, y tomó a YoungMi del brazo.

— Ustedes no pueden salir.

— Suéltela. —Woonhoo zafó la mano del hombre—. No se le ocurra volverla a tocar.

— Obedezcan entonces.

— No tenemos que obedecerle nada a nadie. Con permiso. —YoungMi de nuevo trato de poner un pie afuera, pero fue tomada por el guardia, y el otro, tomó a Woonhoo—. Déjenme o se arrepentirán de las consecuencias. —gruñó molesta—.

— ¿Y que nos harás, pequeñita? ¿Una golpiza? ¿Con esas manos de muñeca?

— Les pedí que los mantuvieran adentro, no que los forzaran de esa manera. Suéltenlos inmediatamente si no quieren sufrir las consecuencias como ella dijo.

— YoungHoon... —salieron inaudibles las palabras de sus labios—.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora