아홉

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— No he visto a Sunwoo desde hace una semana. ¿Él está bien?

— ¿Por qué te preocupa?

— No lo hago, —agaché mi cabeza. — simplemente me parece extraño.

— Sí, a mí también. —Yoora alzó una ceja. — No nos ha hecho nada a ninguna de nosotras, incluso nos da comida más a menudo. Creí que Jacob, su amigo, estaba a cargo. Él es quien siempre nos trata bien, pero no. Anoche vi a Sunwoo con los idiotas de sus amigos, estaban bebiendo muy contentos.

— En fin.. —reí sin ganas. — Entre menos lo veamos mejor.

— Algo pasó, ¿cierto? Y no me lo quieres decir.

— No, todo está igual de podrido que siempre.

— YoungMi.. ¿Te dijo algo sobre mí la última noche que estuvimos los tres?

— ¿A qué te refieres?

— Algún dato sobre mí, no lo sé.

— Vale. —abrí un poco mi boca, y jugué con mi lengua mientras pensaba. — Esto en verdad es muy gracioso ya que desea que me aleje de ti porque entre comillas le pertenezco a él. Y tú eres lesbiana, por lo tanto él cree que te gusto e intentas tocarme.

Yoora no pudo evitar hacer su cara de vergüenza ajena.

— Lo sé, yo también hice esa cara. —ambas reímos. — Imagino que has tenido que pasar por este tipo de momentos muy incómodos y sin sentido por tu preferencia sexual, pero no entiendo a la gente. Si sientes lo que todos sienten; amor. —tomé su mano. — Yo te quiero tal como eres, y jamás te discriminaría. Mucho menos dejaría de ser tu amiga. — Por favor, prométeme que jamás te dejarás afectar por este tipo de comentarios o que intenten sentirte menos como persona.

— ¿Dónde estuviste toda mi vida, YoungMi?

— En algún lugar de Corea antes de ser raptada.

— ¡Niñas! —una chica robó la atención de todas las que nos encontrábamos en la habitación. — ¡Sunwoo está muy mal! —Yoora y yo nos miramos sorprendidas. — ¡Su-sufrió un ataque de bala! —balbuceó.

— ¡¿Cómo así?!

— ¡Sí! Acaba de llegar. Recibió cuatro balas, una en el brazo, otras dos en la pierna izquierda, y la última en el abdomen. ¡Pero que esperan! ¡Vamos!

Las dieciséis chicas, Yoora, y yo, salimos disparatadas.

— ¿Qué pasará si no sobrevive? —miré a Yoora.

— Un milagro. —me tomó por sorpresa su comentario. — Bromeo, YoungMi. No soy tan cruel. Pero, supongo con que se recupere todo estará bien.

— ¡¿Qué hacen todas aquí?! ¡Largo! —Kevin nos llamó la atención. — ¡Tienen cosas por hacer! ¡Arréglense que el evento empieza en treinta minutos!

Todas nos giramos de talones un tanto molestas. Algunas hablaban entre sí, otras le deseaban la muerte. Y ahí iba yo, que no decía nada.

— Tú no. —Younghoon tomó mi muñeca.

— Espera aquí y no te muevas. —advirtió.

— ¡Younghoon, Younghoon! —lo llamé. — ¿Sunwoo está bien?

— No lo sabemos. El doctor aún no nos da información todavía. —dijo un tanto serio. — ¿Y a ti qué te preocupa? Si estás que dando brincos como todas.

— Oye, un minuto. —lo interrumpí. — Es cierto que lo odio con todas mis fuerzas, pero jamás le desearía la muerte. A nadie. Ni siquiera a ti, imbécil.

— Como sea, esperarás.

— ¿Para qué me quieres aquí? —me quejé. — Tengo que irme para ayudar a las demás.

— Tú ni siquiera participarás en esta, ni en las próximas que siguen. Sunwoo hizo el favor de comprarte, ¿recuerdas?

— "El favor." —rodeé mis ojos. — Lo dices como si fuese tan bondadoso.

— De hecho sí. Tu vida ya no dependerá de un viejo cada semana. Tampoco harás cosas que no quieres, y nadie te tocará. Todo gracias a él.

Me detuve para pensar si Younghoon estaba escuchando lo que salía de su boca parlanchina. No había razón de discutir un tema tan obvio con él. Mientras que el burro grita, el sabio calla.

Me recosté en el pequeño sofá cansada. Ya había pasado bastante, y aún no sabíamos noticias.

Bostecé, y me acurruqué para dar un ligero sueño.

— ¡YoungMi! —Younghoon me sacudió bruscamente. — Despierta.

— Auch.. —me quejé. — Ya lo estoy. ¿Cómo está Sunwoo? ¿Ya despertó?

— Ya terminó la extracción de la bala. Pero aún no despierta, y no lo hará en un buen rato como explicó el doctor.

— ¿Tanto se complicó quitárselas?

— Sí.. —sobó su nuca. — Necesita descansar. Así que no quiero a las demás vagando por aquí, ¿me entendiste? —asentí. — ¿No quieres entrar a verlo?

— ¿Yo? —reí sin ganas. — Por favor Younghoon.

— Pienso que le agradaría la idea.

— ¿Tan importante soy? —rodeé los ojos.

— Lo eres. —dedicó una seria mirada.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora