일곱

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— Youngmi. Youngmi. —alguien me sacudía.

Abrí los ojos tratando de enfocar a la persona. — ¡Yoora! —la abracé.

— Hola linda.

— ¡Estas aquí! —me alejé de ella, y la tomé de las mejillas. — ¡¿Estás bien?!

— Sí. No fue tan malo después de todo.

— ¿A qué te refieres?

— El viejo ya ni tenía erecciones. —rió. — Terminé compartiendo sexo con una chica de aquí. —colocó un mechón detrás mi oreja.

— ¿Qu-qué?

— Ya olvidémoslo. —se sentó a un lado de mí. — No me atrevo preguntarte cómo te fue a ti.

— Sunwoo.. —susurré.

— ¿Qué has dicho?

— Sunwoo me violó. —solté una lagrima. — Él me compró por cinco millones.

— No lo puedo creer... Te compró. —me dedicó una mirada preocupante. — Por eso se me hizo bastante extraño que estuvieses aquí, en la habitación de Sunwoo.

— No te entiendo.

— Sunwoo.. Él.. Sólo trae chicas aquí para acostarse con ellas.

— ¿Chicas de aquí? —negó. — ¿Entonces?

— Son de otras partes, de otros prostíbulos. Tú eres la primera de aquí. Aunque, no eres la primera que él que compra. —acomodó su postura. — Hay una historia detrás de Sunwoo.

— ¿Me la dirás?

— Ajá. —colocó mi cabeza en su pecho. — Verás, Sunwoo a los 16 se enamoró de una chica que estuvo aquí a causa de su padre, la chica tenía su edad. Estuvieron a punto de comprarla, pero Sunwoo le rogó que no lo hicieran, ella la quería para él solamente. Pasó el tiempo, ambos eran novios entre comillas. Obviamente la chica no lo amaba, digo, como estarás enamorada de tu secuestrador. Seguido eso, Sunwoo decidió dejarla libre, alejándola de todo esto. A cambio de no engañarlo y estar con él. Esta no obedeció, habló, y la policía estuvo muy cerca de encontrar al padre de Sunwoo. Sunwoo se vio muy triste, pues su papá se vio a matarla porque no se quedo callada.

— Dios..

— Por eso te aclaro linda, pase lo que pase, quédate callada. Sé a lo que va Sunwoo, tal vez le atraes, no sentimentalmente pero si sexualmente. A lo mejor te premia si logras sus deseos, pero así como puede castigarte, haciéndote daño.

— Me estás asustando. —solté una risa nerviosa. — No juegues Yoora.

— No lo hago. Y por supuesto que hay que tener miedo, tenerle miedo a Sunwoo. Tal vez se ve inocente, pero no lo es. —acarició mi cabello. — Te digo esto porque... Trato de protegerte.

— ¿Por qué Sunwoo no se puede conseguir otra?

— Porque tú.

Tragué saliva. — Si Sunwoo seguirá violándome, —solté una lagrima. — prefiero morir a manos de él.

— No, no.. —me abrazó. — A ti no te pasará nada, a ninguna de nosotras. Algún día nos van a encontrar sanas y salvas.

— Ojalá. Jamás le di el número de mamá a Sunwoo ni a ninguno de sus amigos.

— ¿Eso te preocupa?

— Sí... Quiero que mi mamá esté bien.

— Ya le llamaron. —suspiro. — Lo único que pudo pasar es que tu madre ignoró la llamada, o te busca a manos de la policía.

— ¿Pe-pero cómo?

— Son unos malditos. Saben todo y encuentran todo.

— Me quiero morir... —susurré.

— Ya te lo dije, —se levantó y me tomó de las mejillas. — se fuerte.

— Por favor, nunca me dejes sola Yoora. —la abracé.

— Nunca lo haré, YoungMi.

— Suéltala. —la voz de Sunwoo retumbó por la habitación. — No quiero que la toques.

— Sunwoo...

— Sé a lo que vas, maldita.

— No, no, por favor. —la tomé fuertemente de la blusa.

— Lo siento. —se zafó de mi agarre y se levantó, dirigiéndose a Sunwoo.

— Que sea la última vez que la tocas. —le dio una bofetada, y esta soltó un grito. — Que te acercas, o que le hables.

— ¡No la golpees! —exalté.

Sunwoo me dedicó una mirada seria, y después se dirigió a Yoora. — Lárgate.

Yoora obedeció con su mano en la mejilla y salió de la habitación. Dejándonos a solas.

Sunwoo de nuevo me miró, y comenzó a acercarse a mí.

Mi corazón se aceleró del miedo, y retrocedí hasta que mi espalda tocó el frío respaldo. Tragué saliva.

— Mira, YoungMi. —me jaló de los pies, y se posicionó arriba de mi. — Tú eres mía, así que cualquiera persona que te toque, recibirá una golpiza o quizás será asesinada. ¿Me entendiste?

¿Desde cuando era un objeto para pertenecerle?

— Yoora es sólo mi amiga. —la miré un tanto furiosa y con los ojos cristalizados.

— Es lo que te hace creer ella. —besó bruscamente mis labios. — Pero solo quiere acostarse contigo. —apretó mi cintura. — A esa imbécil le gustan las mujeres.

— ¿Y qué te hace pensar que a mí no?

— Te conozco más de lo que crees. —de nuevo me besó. — Saliste con cuatro chicos. Tú historial jamás menciona a una mujer.

— ¡¿Y a ti quién carajos te dijo eso?! —traté golpearlo, pero se posicionó de mis muñecas.

— Sé todo sobre ti, YoungMi. No me quieras engañar.

— Mírame Sunwoo, y escúchame bien; —me miró furioso. — puedes irte tú, y todo lo que sepas sobre mí al carajo.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora