열둘

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— ¿Puedo pasar?

— ¿Qué haces aquí? ¿No te advertí que te alejarás?

— Lo voy hacer, no te preocupes. Pero antes, —Younghoon tomó asiento. — debo aclararte algo.

— No me interesa lo que tengas que decir.

— Es sobre YoungMi. —lo miré serio.

— Tampoco me interesa nada sobre ella. Es más, de nuevo esta la venta por si deseas comprarla. —posé mi vista en el celular.

— Esta sufriendo.

— ¿Y?

— Maldita sea, Kim. —abrió la boca jugando con su mandíbula. — YoungMi está aterrada porque piensa que la odias. —lo ignoré. — Mira, iré al grano. Definitivamente no puedo tomar esto en serio contigo.

Se levantó, y arrebató mi celular para captar su atención.

— No me acosté con ella, ¿de acuerdo? Mentí.

— ¿Qué dijiste? —alcé una ceja furioso.

— Lo que escuchaste.

Reí irónico, y le di un golpe en la quijada. Este por ende cayó al suelo. Me miró divertido, y comenzó a reír.

— ¡¿De qué te ríes, imbécil!? —lo tomé de la camisa, haciéndola añicos.

— Es increíble hasta dónde pueden llegar tus celos.

Le di otro golpe. — ¡¿Te das cuenta de lo que hiciste?!

Tocó su labio que sangraba. — Se que la heriste por mi culpa. También que la has evitado estas últimas dos semanas.. —se levantó débil. — Pero solo intentaba alejarla de ti, de tus malos tratos. Me dices imbécil, y la violaste.

— Claro... ¡Y tú jamás has violado antes!

— Nunca violaría a la chica que amo.

Tragué saliva, y apreté mis puños. — ¿Quién dijo que yo la amaba? YoungMi es otra zorrita más para mi negocio.

— ¿Entonces por qué no quieres que la toque? ¿Por qué lloraste cuando te mentí?

— Largo si no quieres que te mate a golpes. —lo fulminé con la mirada.

— Date cuenta y protégela.. Antes de que sea demasiado tarde. —advirtió, y salió invadiendo el lugar con un portazo.


YoungMi



— Más vale que lo hagas bien. Y si llegas a llorar...

— Ya me quedo claro, Kevin.

— No me contestes. —me dio una bofetada. Cerré mis ojos tratando de soportar el dolor.  — Ahora sí te jodes, no hay héroe Sunwoo para que te salve.

Kevin cerró la puerta de la habitación. Me senté en la cama, y me abrace a mí misma. Era cierto, Sunwoo ya no me salvaría. Podía sentir la inseguridad y el miedo atacarme por completo. Jamás creí que lo diría, pero lo necesitaba. Con Sunwoo, me sentía más segura.

Sin embargo, lo odiaba más. ¿Por qué no me creyó? Recordaba una y otra vez la escena donde lloró. Le afectó tanto, y no entendía porque mi alma me tachaba de culpable. Pues no lo era.

Escuche el pomo de la puerta. Hoy si, hoy era el momento que marcaría toda vida y me haría sentir mediocre, asqueada.

Por primera vez, pasaría por todo lo mismo que mis compañeras. Ahora las entendía. Necesitaba la confianza de Yoora, y la protección de Sunwoo. Pero ninguno estaba, nadie podía ayudarme.

Era extraño que tanta necesidad tenía por una persona que se había ganado todo mi odio y repulsión.

¿Dónde estás, Sunwoo?

Hueles delicioso. —el hombre jugó con mi cabello. — Eres tan bonita, y tu cuerpo. —acarició mis hombros. Dejó un beso en uno de ellos. — Acuéstate, mi amor.

Obedecí. Me di la vuelta, y lo mire fijamente. Lo guardaría por siempre, el rostro del idiota que me haría daño.

Se posicionó arriba de mi, y escondió su cara para besar mi cuello.

Prometí que no lloraría, pero falle.

— No me gustan las niñas que lloran. —volteó mi rostro de una bofetada. — ¡Así que contrólate!

Sus manos vagaron por todo mi cuerpo. Se detuvo en mis muslos, y les brindaba un masaje. Continúe llorando silenciosamente, hasta que me besó.

Lo empujé, pero me tomó de las muñecas furioso. Continuó besándome, pero yo me negaba rotundamente.

En ese momento, solo deseaba morir.

Me dio la vuelta, y bajo mi falda desesperado. Escuche el sonido del cinto y cuando su cremallera bajó.

— ¡No, por favor no lo haga! —grité.

— ¡Ni ruegues! —sentí su miembro en mi culo.

Comenzó a frotarlo. Jadeaba por el roce, mientras que yo movía mi cuerpo a los lados evitando su toque.

— ¡Déjeme! —continúe llorando.

Sentí como tomó su miembro, y buscaba mi entrada anal.

Grité cuando forcejeo su pene. El dolor era inmenso. Movió sus caderas, y mis lagrimas llenaron mis ojos. No podía soportar, pues al no haber lubricante, lo empeoraba aún más.

Continúe gritando, y este hundía mi cabeza en la cama para que no llorara.

Quería creer que era una terrible pesadilla, quería que terminase.

Dejó de embestir. Volteó por completo mi cuerpo para tener acceso a mis pechos y comenzó a tocarlos.

Mi mano se quedó libre, y lo ataque de un golpe. Lo empuje para salir corriendo, pero este me alcanzó.

— ¡¿Adónde crees que vas?! —continuó jalándome hacia la cama.

— ¡Suélteme! —sollocé. — ¡Yoora! ¡Ayúdame! —grité desesperada.

Logró cargarme y me aventó a la cama para de nuevo ponerse en la posición anterior.

Pataleé, ya no resistía más.

Se escucho la puerta abrirse, a lo que el hombre volteo inmediatamente. Recibió un buen golpe, provocando que cayera de la cama.

Fijé mi vista en la persona que lo había hecho.

Era Sunwoo.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora