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— Cállate, ya está despertando.

Escuché una voz similar. Al observar el lugar, definitivamente me di cuenta de que no me encontraba ni en mi habitación, ni en mi departamento.

— ¿Hola? —confundida pregunté. — ¿Qué hago aquí?, ¿quiénes son ustedes? —mis ojos estaban entre cerrados, tratando de enfocar los rostros de las dos personas quienes se encontraban donde yo. — ¿Qué es este lugar?

— Es el lugar que buscaba como loco. —el hombre soltó una risilla. — Gracias por traerme hasta aquí, tal vez te de una recompensa por ello.

— ¡Cállate de una puta vez! La vas a espantar. —respondió el otro hombre. — Y si empieza a gritar, el jefe nos va a regañar.

— El jefe es un mocoso que no sabe hacer nada. Todavía usa chupón y pañal para bebé.

— Así que... ¿Soy un mocoso que no sabe hacer nada? —se escuchó una voz proveniente de la puerta, llamando la atención de los tres. — Sabes que, ¿aún así con chupón y pañal de bebé puedo matarte a ti, y a tu familia?

— Jefe...

— Jodete Minki. —sacó una pistola de su bolsillo, y le disparó en la cabeza.

Grité y cerré mis ojos por el fuerte ruido que este hizo. Mis oídos retumbaban, y no podía hacer nada, estaba atada.

— Por favor... —lagrimas comenzaron a caer. — Déjenme ir. No he hecho nada malo.

— Tal vez estés en lo correcto, tal vez no. —rió. — Chinhwa, llévate el cuerpo. A mí déjame con la pequeña.

— Si jefe. —se llevó arrastrando al cuerpo y salió.

— Debes de estar confundida y sobre todo muy asustada. —volteé a verlo, pero él era cubierto por la sombra. — Pero no te preocupes, si no jodes, no te mataré.

— Déjame ir. —supliqué.

— Ni trates. No te dejaré ir hasta que me entregues algo que valga la pena tu libertad.

— ¿Dinero? ¡Si eso quieres no lo tengo! —grité desesperada y una bofetada como respuesta volteó mi rostro.

— Que te calles, maldita sea. —restregó su mano en su cara. — Eso ya lo veremos...

— Eres un hijo de puta. —susurré, sin embargo el chico logró escucharme.

— ¿Qué fue lo que escuché?

— Que eres un hijo de puta.

— No trates de hacerte la valiente, no conmigo. —se acercó a mí. — Tengo mucho poder sobre ti, en cambio tú por perder.

— Entonces... Mátame de una vez. Si con ese poder buscas mi dinero, no vale la pena. No tengo nada para ofrecerte.

— Tengo un arma justo en mi mano. ¿Quieres ver cómo se dispara?

— Muéstrame.

El chico colocó el arma en mi cabeza. — Es que me das lastima.

— Puedes meterte tu lastima por el orto. —dirigí mis ojos a los suyos, demostrándole que no le tenía miedo. Aunque me aterraba demasiado su presencia.

— Eres muy grosera. —finalmente se colocó frente mío. Pudiendo observarlo.

Era un joven, de mi edad si no me equivocaba. Pero, ¿cómo era posible?

Reí irónica. — ¿Estás demente? ¡¿Crees que seré amable con el imbécil que me tiene secuestrada en este maldito momento?!

— ¡Sunwoo! —mencionaron un nombre, a lo que el chico volteó su cabeza, ignorándome por completo. — Una señora nos contactó para pagarnos el dinero.

— ¿Estás seguro de que no es una trampa? —el chico, de aparecer nombre "Sunwoo", se alejó de mí, yendo con el otro.

— Lo estoy, pero aun así tomemos precauciones.

— ¿Qué número es el de la chica?

— Es la número siete... Kevin está muy furioso, dice que ya no se la podrá coger más. —ambos rieron.

Sunwoo antes de irse, dirigió su palabra hacía mí. — Aún no termino contigo. —Y cerró la puerta fuertemente.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora