여덟

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— ¿Por qué te compartas amable? —Sunwoo colocó frente a mí un platillo.

— ¿Quieres morirte de hambre?

Negué. — Hace un rato querías matarme.

— Quería matar a Yoora que es diferente. —tomó un pedazo de piña. — Espero que hayas entendido. —lo tragó sin masticar.

— ¿Por qué la odias? ¿Por qué la quieres alejar de mí? Ella es mi única amiga.

— Ya te dije porque, YoungMi. No me hagas repetírtelo. Ahora come, y después, te llevaré a duchar.

Sunwoo no apartaba la vista de mí, lo que me parecía muy incomodo. Miraba hacia otras partes de la habitación, pero aun así la sentía, era muy profunda.

— ¿Podrías mirar hacia otro lado?

— No.

— Por favor.

— Te quiero ver a ti. Así que cállate y apresúrate en comer.

Rodé los ojos molesta. — Ya no tengo hambre.

— ¿Ya no? —negué.

Hice la comida a un lado. — Llévame a duchar.

— ¿Desde cuándo tienes el derecho de exigirme?

— ¿Me quedaré sin bañar?

— YoungMi.. —suspiró. — No me hagas enojar.

— No te estoy haciendo enojar, tú sólo lo haces. Simplemente te estoy pidiendo que me lleves a tomar un baño.

Chasqueó la lengua. — Levántate.

Obedecí y me dirigí hasta la puerta.

Sunwoo me tomó de los brazos, y de nuevo vagábamos por el pasillo que me provocaba escalofríos. Tenía tanta curiosidad por las demás puertas.

Abrió la llave para llenar la tina. — Aclaro que yo seré quien te bañe.

— ¿Disculpa? —reí irónica. — ¿Me crees una nena? Puedo tomar una baño por mí sola. Lo hago desde años.

— Ya no los tomarás sola ahora que yo te mando.

— Eres un enfermo.

— Desnúdate.

— No lo haré frente de ti.

— No te estoy pidiendo permiso.

— Sunwoo.

— YoungMi.

Me desvestí completamente, y sin rodeos, entré a la tina. Acosada por la vista de este.

— Que rápida.

— ¿Me vas a bañar si o no? —pregunté, sin mirarlo.

Tomó una nueva esponja del mueble que se encontraba cerca de la bañera, y prosiguió en llenarla de jabón. Colocó mi cabello hacia enfrente, y comenzó a tallar delicadamente mi espalda. Pasó por mis brazos y cuello. Ya que terminó, pidió que me zambullera en el agua, donde me quede un buen rato. Por su cuenta, me alzó bruscamente.

— ¿A qué estás jugando? ¡Tardaste mucho ahí!

— Trataba de ahogarme. —despegué el cabello de mi cara. — Para no estar cerca de ti.

— Para tu desgracia, siempre estarás cerca de mi.

— Exacto, para mi desgracia.

Sunwoo me soltó molesto, y se alejó. Se apresuró en sacarse su ropa, y se colocó frente de mi. Corrí mi rostro para no verlo, pero este entró a la bañera.

— Se que tratas de hacer, por lo tanto de una vez te digo que no me vayas a tocar.

— ¿Por qué no quieres que te toque?

¿Acaso lo decía en serio?, ¿es que su mente no coordinaba bien? No hace más de veinte y cuatro horas había abusado de mí.

Solté una lagrima. — ¿Sabes, Sunwoo? No se necesita abusar de nadie para que la persona se sienta excitada en el acto sexual. Así que a la próxima evita hacer preguntas tan estúpidas.

Él se me quedó viendo fijamente por unos segundos consternado. Mis ojos daban vueltas como una rueda de la fortuna buscando un lugar donde enfocarlos menos en los de Sunwoo.

— YoungMi.. —tomó mi mentón.

Corrí mi rostro una vez más y cerré los ojos fuertemente. La verdad esperaba otra bofetada, o bueno, algún otro maltrato. Porque jamás podría esperar algo bueno de él.

— No te haré daño, lo prometo. —intentó acercar su cuerpo pero lo detuve.

— ¡No! —sollocé. — ¡No quiero que me toques, ni que te acerques a mí!

— ¡No me grites!

— ¡Aléjate! —lloré aún más fuerte. — Aléjate de mí.

— ¿Por qué me tienes miedo?

— ¡¿Me preguntas en serio?! —exalté, a lo que este se sorprendió. — ¡Me tienes secuestrada! ¡Me golpeas! ¡Incluso abusaste de mí, maldito imbécil!

Me dedico una mirada seria, y se balanceó a mis labios, juntándolos con los suyos. Yo me retractaba, pero él hacía presión sobre mí, bloqueando mis movimientos.

Su miembro hizo roce con mi parte femenina, a lo que provocó asustarme más.

No quería que volviese a suceder.

Continue llorando, hasta que sus fuerzas dejaron de ser fuerzas. Disminuyeron lentamente.

Miró su erección, acto seguido, cerró sus ojos para tragar saliva. — ¡Agh! —gruñó desesperado.

— ¿Sunwoo? —pregunté al notar su extraño comportamiento.

No puedo.. —habló para si mismo, casi inaudible. — No puedo.

ESTOCOLMO ;; k. sunwoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora