Dieciocho.

407 27 3
                                    

Como pude, con manos temblorosas tomé mi celular y llamé a Isaza, el teléfono sonó y sonó hasta que finalmente pude escuchar la voz de mi amigo en la línea.

-¿Ya me extrañaste, enana? -dijo riéndose y me levanté de mi asiento, estaba enojada, nerviosa, ansiosa y feliz. Lejos la peor combinación que podría existir.

-¿Cómo que me iré en una maldita gira con ustedes por España y Latino América, Juan Pablo? -Respondí a un paso de explotar contra el teléfono, juro que mataría a Isaza apenas lo viera.

-Uh, ya te dijeron. -Y escuché como mi amigo se hacía (aunque suene casi imposible) más pequeño, no tenía idea lo que le esperaba.

-Obvio que me van a decir Juan Pablo, es mi trabajo el que está en juego aquí, por Dios. -Y esta vez intenté respirar y relajarme, esto me las iba a arreglar con los cuatro en persona, y sí, con Simón también me las arreglaría. -Mira, agradece que estoy en mi oficina y no puedo decir todas las palabras que tengo en mente.

-Belén...

-No, nada de Belén. Hablamos más tarde.

Y corté el teléfono dejándome caer en mi silla otra vez, no había aclarado las cosas con Juan Pablo pero encontraba que lo más prudente era que lo conversáramos cuando nos viéramos, y sí, iba a aceptar este trabajo porque primero, necesitaba tener en mi historial un trabajo tan importante como fotógrafa dentro de una gira y segundo, les iba a devolver a Morat lo que me habían hecho. Pasó la tarde hasta que miré el reloj, marcaba las 3.30 por lo que guardé mis últimos trabajos, tomé mi cámara y salí a la oficina de Nicolás.

-¿Se puede? -dije golpeando la puerta de su oficina y levantó su cabeza para mirarme con una pequeña sonrisa, dejando de escribir en su teclado y fijando su atención en mi. -Vengo a aceptar el trabajo.

-¿Estás segura, Belén? -dijo y cruzó sus brazos por su escritorio, yo seguía de pie en el marco de su puerta.

-Sí, es una oportunidad que debería aprovechar.

-Estoy de acuerdo con eso pero quizá sea muy apresurado, ¿sabes? Quizá no te sientas preparada para cargar con un peso tan grande como lo es estar de gira con una banda.

-Créeme, estoy más que preparada. Puedes enviarle mi confirmación al manager y el contrato me lo puedes dejar en mi escritorio, mañana cuando llegue lo leo, ¿vale?

Y Nicolás solo afirmó con la cabeza y suspiró, les juro que no quise sonar hostil ni nada pero necesitaba salir lo antes posible de este lugar y sabía que zanjando este tema lo podría hacer. Me despedí y volví a mi oficina por el resto de mis cosas. Me calcé mi chaqueta y salí del edificio chocando con el frío viento de abril, ya estábamos casi terminando Abril y el otoño se estaba sintiendo con fuerza anunciando uno de los inviernos más fríos que podrían existir, pero, ¿para qué preocuparme? Quizá ni siquiera estaría aquí para presenciar ese frío.

Comencé a caminar como es costumbre y esta vez dirigí mis pasos hacia el cerro donde habíamos ido con los chicos hace casi un mes, las únicas dos diferencias era que ellos ya no estaban conmigo para acompañarme y que segundo, el calor había sido totalmente reemplazado. Esperé el transporte y me subí, sentándome en la parte trasera de éste para poder sacar fotos tranquila aunque siempre con cuidado. Capturé a una mamá riéndose con su bebé de no más 8 meses, amaba este tipo de fotos porque en la cara de los bebés realmente estaba reflejada esa inocencia, esa forma tan pura de ser y ver las cosas, una mente que no ha sido envenenada ni herida por nadie.

Llegué al cerro y comencé a subirlo sacando fotos en el camino hasta llegar a la cima donde mismo había llegado con los chicos, observé y había poca gente a mi alrededor, algo que me hizo sentir más tranquila. Saqué mi celular y llamé a Andy.

-Hola chica -dijo apenas contestó el teléfono.

-Hola feo, ¿cómo estás?

-Bien, trabajando un poco. ¿Y tú, cómo te has sentido?

-Sobre eso, ¿puedes ir a mi casa hoy? Tengo que contarte algo, y es como una bomba.

-Belén, ¿me dices eso y no me contarás ahora? -Reí negando con la cabeza y me apoyé del cemento mirando todo Santiago.

-No puedo contarte por teléfono, idiota. Anda a mi casa a las 8, ¿sí? Te espero con comida.

-No puedo decir que no a eso, a las 8 me tendrás en tu departamento. -Y luego de un poco más de insistencia de su parte para que al menos le dijera un poco acerca de lo que se trataba esta bomba nos despedimos y me quedé disfrutando de la tranquilidad del cerro durante media hora hasta que decidí que era momento de irme a mi casa.

Estando ya en mi departamento coloqué música y comencé a buscar qué podía hacer para comer mientras esperaba a Andy, el reloj marcaba las 7 cuando comencé a hacer la pizza, hacerla yo misma me gustaba más que cuando la compraba porque podía ponerle tantas cosas como a mi se me ocurriera y no me cobrarían demás. Así pasé el rato hasta que quince minutos para las 8 de la noche tocaron mi puerta, me sorprendí ante la puntualidad de mi amigo y metí la pizza al horno para que comenzara a hacerse, luego caminé a la puerta y sonreí al abrirla y verlo parado frente a mi.

-Tienes diez segundos para saludarme, después me sentaré en tu sillón y vas a soltar la bomba que tanto te guardaste. -Y cuando terminó de hablar exploté en risa, abrazándolo y besando su mejilla, dentro de todo el día no había sido tan ''malo'' o más bien, tan agotador con tanta noticia encima.

-Vale, pasa a sentarte. -Y dicho esto cerré la puerta y dejé que Andy se sentara, me acerqué al sofá y me senté a uno de los costados comenzando a jugar con mis manos, prefería decírselo de un solo tiro y no divagar tanto. Tomé aire, lo miré y hablé. -Soy la fotógrafa oficial de Morat en su próxima gira.

Silencio, cinco segundos de silencio y escuché un fuerte ''¿Que tú qué?'' seguido a la imagen de Andy caminando frente a mi, algunas veces intentaba hablar y callaba, así estuvimos por cinco minutos hasta que pudo formular una oración.

-¿Y te sientes lista para enfrentar lo que eso trae? Es una gira, Belén, no es lo mismo que viviste con ellos aquí un par de días, son meses.

-Si sé que son meses Andy, no soy tan tonta como para no poder contar.

-¿Entonces? No estarás en tu casa, si te pasa algo no podrás encerrarte a llorar en tu propio espacio, no podrás correr lejos de ellos porque estarás en SU gira.

-También sé eso, por favor escúchame. Esto, quiera o no aceptarlo es un paso enorme en mi carrera, más que enorme, infinito. No estoy pidiendo ni tu aprobación ni mucho menos tu permiso, te estoy diciendo lo que haré en un mes más.

Me quedó mirando y en sus ojos vi esa mirada que supongo la tienen los padres cuando sus hijos crecen y se van del nido. Se sentó a mi lado y me abrazó besando mi sien.

-¿Y qué harás con todo esto? ¿Qué hay de Gala?

-De eso también te quería hablar... yo sé que estás rentando un lugar para quedarte y quería ofrecerte el mío, no que lo rentes, sino que vivas aquí mientras no estoy. Lo único que te pido es que cuides a Gala como si fuera tu hija.

-¿Es una broma? Claro que lo haría si me viniese a vivir aquí.

-Entonces está decidido, cuando me vaya serás el nuevo dueño de éste lugar. -Dije sonriendo y lo volví a abrazar, el horno sonó anunciando que la pizza estaba lista y me paré para poder sacarla y llevarla a la mesa, cuando justo la estaba cortando tocaron la puerta y fruncí el ceño.

-Andy, ¿puedes abrir tú porfi? -dije cerrando el horno y acomodando en la bandeja donde llevaba la pizza las cosas que necesitaríamos.

-Claro. -Escuché sus pasos dirigirse a la puerta mientras yo caminaba hacia la mesa del comedor hasta que escuché la voz tensa de Andy.

-¿Y usted qué hace aquí?

-Vengo a ver a mi hija, ¿o no me dejarás verla?

Y esa voz, esa maldita voz de la cuál había escapado desde que pude hacerlo volvió a mi junto a los recuerdos de una infancia asquerosa y violenta. Su voz comenzó a reproducirse a cuando yo tenía 7 años, ''Tu papá se fue por tu culpa, tú no eres suficiente hija para él y ahora yo tengo que pagar el precio'' sumado a insultos tras insultos. ¿Algo más me traería este día de mierda?

Mi nuevo vicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora