La noche pasó con rapidez entre la preocupación de que Simón me haya escuchado hablar de Sebastián, los retos interiores que estaba recibiendo de la cobarde de la Mini Belén en mi cabeza y las bromas de los chicos. Antes de darme cuenta eran las dos de la mañana y me levanté de la mesa, excusándome con que mañana saldría temprano con Sebastián y tenía que dormir por su propio bien sino, ni yo me soportaría. Me despedí con la mano y lo último que vi antes de salir a la cocina fueron los hombros de Simón cayendo, soltando todo el aire que probablemente sus pulmones contenían.
Cuando mi alarma sonó, me estiré en mi cama y me quedé mirando el techo, ¿podía cancelar ahora? Quizá si inventaba que me dolía el estómago o que justo pesqué un resfriado me creería. La mini Belén hizo una pataleta en mi interior y me obligó a levantarme de la cama y caminar a la ducha. No estaría tan mal, solo pasaríamos un buen rato y ya, no necesito ni quiero más.
Sebastián pasaría por mi en 20 minutos más y yo estaba casi lista, solo me faltaban las ganas y la personalidad que traía ayer de vuelta para estar completamente preparada. Bajé las escaleras para poder sacar alguna fruta y al entrar a la cocina me encontré con Simón, sus ojos estaban decorados con unas notables ojeras en la parte baja de ellos y en la mano sostenía un café, respiré hondo y tomé una manzana.
-¿Noche larga? –Me atreví a preguntar mientras limpiaba la manzana y después la secaba. Tenía que crear el buen ambiente entre los dos de alguna forma.
-Larga y de muchas canciones con Isaza. –Murmuró con la voz ronca, como cuando uno despierta. Sonreí de costado intentando darle fuerza y cuando iba a apretar su hombro mi celular vibró, haciéndome saltar en mi lugar.
-Me voy, ¿le avisas a los chicos que vuelvo más tarde?
-Claro, claro... ¿Belén? –dijo antes de que pudiera salir de la cocina jugando con la manzana en mis manos.
-¿Sí? –Pídeme que me quede, pídemelo y lo hago.
-Ten cuidado, ¿sí? Y disfruta mucho.
Asentí, intentando esconder mi desconcierto y salí de la cocina, respondí un 'ya voy' a Sebastián y mordí la manzana. Está bien, este era un nuevo comienzo, supongo, nuestro nuevo comienzo con caminos separados.
-Te ves muy linda, no puedo creer que hayas aceptado salir conmigo. –Dijo Yatra cuando salí de la casa para encontrarme con él haciéndome reír.
-Oh, vas a necesitar más que esa cursilería barata, Sebastián. –Conteste entre risas y me acerqué a él para poder saludarlo, besó mi mejilla y abrió la puerta del auto para que yo entrara.
-Bueno, créeme que tengo más bajo la manga así que no estoy preocupado. –Mencionó y comenzó a manejar.
-¿Dónde iremos?
-Al Cerro Monserrate. ¿Haz escuchado hablar de él? –Elevé mis cejas y negué con la cabeza, pese a que sabía que vendría a Colombia no me informé de los posibles puntos turísticos que éste tenía. Sólo pedía que no fuera un lugar donde la gente va a besarse y todo porque moriría de vergüenza.
-No, así que creo que será un buen paseo.
Durante todo el camino conversamos de nuestras vidas y también de las cosas que nos habían llevado a hacer lo que estábamos haciendo ahora. Hablamos sobre nuestra vida sentimental y aunque hablé sobre Simón, omití su nombre. No había necesidad de gritar a los cuatro vientos lo que había pasado ni tampoco quería que medio mundo se enterara cuando fue algo que estaba destinado a fracasar por la inmadurez de los dos.
-Llegamos. -Dijo con una sonrisa que hizo que ésta misma destacara por sobre todo su rostro haciéndome sonreír casi de inmediato, era una sonrisa pegajoza y eso me gustaba, ¿acaso eso estaba mal? La Belén en mi interior se removió, prestándole atención casi como enamorada a cada acción que hacía el chico frente a mi. Antes de que me abriera la puerta del auto la abrí yo, bajándome y sonriéndole en un segundo.
-Veamos qué tan sorprendente es este lugar. -Comenté intentando alivianar la sensación de querer salir corriendo o simplemente, marcar el número de Simón para que viniera y me rescatara. La mini Belén dentro mío corría con un cuaderno para golpearme por el fugaz pensamiento de Simón y una cita con él, era como si gritara '¡Estás con Sebastián, pedazo de idiota'' y a mi lo único que me quedaba era bajar la mirada y continuar la cita como correspondía, quitando a Simón de mi radar hasta al menos, cuando cumpliera unos sesenta.
Caminamos mucho y si antes estar con Sebastián era querer tomar mil litros de agua el deseo se volvía literal por dos cosas: Sebastián se había quitado la polera y dos, habíamos caminado más de lo que había caminado en mis veintitantos años, ¿qué clase de castigo era este?
-No seas perezosa, ya estamos llegando. -Escuché la risa de Yatra envolver el ambiente y me detuve, comenzando a arrastrar mis pies mientras intentaba colocarme a su lado.
-Me estoy derritiendo, piedad por favor señor Sebastian, no me dijiste que ésto sería así y... -Mi habla se cortó cuando me di el tiempo de poder mirar nuestro alrededor y dejarme maravillar por todo lo que podíamos ver después de haber caminado tanto, la vista y el entorno era digna de postal y pese a que mis pies me estaban matando, valía la pena todo,
-¿Encantada? -La voz del contrario me hizo salir del pequeño transe que fue poder tener esa vista y lo miré, asintiendo con rapidez.
-Encantada totalmente, pero de todas formas me tendrás que llevar en tu espalda cuando bajemos. -Intenté, por todas las cosas del mundo, sonar amenazante mientras lo apuntaba con un dedo y solo me gané un 'Encantado' más una risa que sin quererlo me hizo sonreír.
Sebastián rodeó mis hombros con uno de sus brazos y caminamos ahora más tranquilos lo que nos quedaba de recorrido, saqué un montón de fotos con mi celular y también, a pedida de Andy, me saqué fotos yo sola y algunas con Sebastián y también había notado que Sebastián sacaba fotos sin avisarme pero no le tomé mayor importancia, la verdad, siendo fotógrafa sabes que todos están en su derecho de utilizar el arte como les dé la gana.
-¿Quieres ir a comer ya? -Miré mi celular y asentí al ver la hora, eran las tres de la tarde y por lo que mi cuerpo de anciana me pedía, ya quería tomar una siesta y despertar, ojalá, mañana.
-Mitad y mitad, eh.
-Olvídalo, Belén, fui yo quien te invitó, no empieces de nuevo.
Así fuimos caminando de vuelta al auto, entre empujones y risas. Nuestra principal pelea era quién pagaría y yo, pensando en que sería justo, decía que pagaramos los dos cuando Sebastian decía todo lo contrario y prefería pagar él porque, según él, ''es lo que tiene que hacer un caballero''
-Uh, espera. -Estábamos relativamente cerca del auto cuando sentí sus brazos pasar por debajo de mis piernas y levantarme, haciendo que me apoyara de sus hombros, pasando uno de mis brazos por estos mismos. -Prometí que lo haría y lo estoy cumpliendo. -Guiñó su ojo hacia mi y sentí mis mejillas sonrojarse por eso, estupidos nervios y estupida timidez por hacerme sonrojar por más que yo no quisiera. Fui presa de los nervios y comencé a reír mientras negaba con la cabeza, agradecía poder ver el auto del contrario cerca de nosotros por lo que mi cuerpo se relajó aunque no duró mucho porque cuando paramos frente al auto sentí la mirada del contrario sobre mi y de forma inconsciente lo miré.
-¿Qué pasa? -Pregunté y aunque lo intenté se me hizo imposible bajar de los brazos de Sebastián.
-Ya ni siquiera sé como hacerte un cumplido sin que me digas que es cursilería barata cuando claramente, no lo es. -Murmuró fijando su mirada en mis labios, haciendo con eso que el sonrojo se me fuera y diera paso al tono pálido que da cuando sabes que algo pasará y no sabes si te gustará. Y así fue como en menos de un segundo, pasé a escuchar la voz de Sebastián a sentir sus labios sobre los míos moviéndose con lentitud y yo... yo no estaba haciendo nada para detenerlo.

ESTÁS LEYENDO
Mi nuevo vicio.
Fiksi PenggemarElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...