Veintiséis.

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-No puedo creer que de verdad pensaras que Simón había apagado un incendio con un ventilador. –Dijo Sebastián tomando su copa de vino mientras reía y me miraba. Reí por lo bajo y elevé mis hombros.

-Supongo que todos podemos hacer cosas increíbles de vez en cuando, ¿no? –Respondí entre risas y sentí como mi cuerpo pedía tabaco, no había fumado durante todos estos días y justo en el momento en el que me comenzaba a relajar comencé a sentir la necesidad de fumar.

-Entonces, si de cosas increíbles hablamos, ¿estaría dentro de eso pedir tu número?

Silencio, nunca en mi vida pensé que el silencio se podría escuchar de una forma tan tensa y ¡magia! Era exactamente lo que estaba escuchando. Aclaré mi garganta sacando un cigarro de mi bolso junto a mi encendedor y miré a Sebastián.

-Bueno, creo que para lograr que sean increíbles tienes que hacer algo para conseguirlo, ¿no?

Y solo caminé hacia el sector de fumadores, mis manos temblaban y ni siquiera sabía por qué. ¿De verdad solo me había puesto nerviosa con que pidiera mi número?

-Sebastián puede ser algo directo algunas veces. –Llegó Martín a mi lado y le ofrecí cigarro, se negó y volví a fumar para después elevar mis hombros.

-No debería ser un problema el darle mi número, de todas formas. Solo escapé porque realmente necesitaba fumar. –Contesté con sinceridad y llevé una de mis manos a mis bolsillos, miré hacia donde estaban todos y sonreí al verlos reír por algún chiste que probablemente haya contado Isaza, aunque el humor muchas veces no estuviese a su favor sabía que son su risa nos haría reír a todos.

-¿Estás nerviosa?

-¿Cómo no estarlo? Jamás había salido de mi país y llegan ustedes y bang, voy a recorrer más países de los que alguna vez pensé.

-Será genial, Belén. No querrás detenerte jamás.

Dicho esto desordenó mi cabello y luego me abrazó, terminé de fumar y volvimos a la mesa entre risas y apretones de mejillas que inevitablemente me ganaba de parte del menor de los Vargas por mis grandes mejillas.

-¿Y bien, pensaste en mi gran hazaña?

-Yatra, cada vez subes más el nivel de tu acto y es solo pedir un número de teléfono, hasta un niño de cinco años podría hacerlo. –Dije volviendo a sentirme segura, esta era la verdadera Belén. Con confianza, saqué una hoja y un lápiz y escribí mi número, entregándoselo a Sebastián. –No hagas que me arrepienta, el darte mi número es como cuando en la televisión dan la llave de la ciudad, asi de importante, así de genial.

Cuando me senté en mi silla, Isaza comenzó a reír y a aplaudir, mi mejor amigo sabía que pocas veces podía sentirme así de segura y que al terminar este momento probablemente me darían ganas de esconder mi cabeza en el suelo como una avestruz. Mierda, la impulsividad debería ser mi segundo nombre, ''Hola, soy Belén Impulsividad, para cualquier cosa que necesites cuenta conmigo, especialmente para tomar malas decisiones, en eso soy experta, tengo un magister, un doctorado y toda una vida para demostrarlo.'

Sinceramente, me desconecté de la conversación cuando le dí mi teléfono a Sebastián, a tiempos me reía o intentaba conversar un poco pero jamás había estado en una gira y mucho menos era música por lo que todo lo que conversaban frente a mi era como intentar hacer un ejercicio matemático cuando toda tu vida reprobaste la materia.

-Belén, ya nos vamos. –Escuche la voz de Villamil y asentí, me levanté de la mesa y en piloto automático comencé a caminar hasta que una mano tomó la mía y me detuvo.

Mi nuevo vicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora