Trece.

471 37 0
                                    

El camino en el auto fue en completo silencio, cosa que era extraña entre nosotros. Mi mano estaba enlazada con Simón y eso era lo único que me mantenía atada a que realmente estaba aquí y no en otro lado del mundo, aunque quisiera. Las heridas del pasado habían vuelto a rondar en mi presente, haciéndome temer lo peor. Así fue como después de casi una hora llegamos al hotel donde se estaban quedando los chicos.

-Podemos ir a mi habitación, si quieres. -Dijo Simón apenas nos bajamos del auto y yo asentí, las palabras para mi ya no existían porque todavía no salía del transe de que todo esto había pasado.

-Bueno, yo me iré. -Dijo Andy en una pequeña sonrisa y solté la mano de Simón para poder abrazar a mi amigo, escondiéndome en sus brazos durante unos segundos sin quebrar en llanto. Tenía que ser fuerte, no podía tirar abajo todos los avances que había tenido durante estos años. -Tú solo llámame si necesitas algo, ¿vale? Me quedaré en el departamento y cuidaré a Gala por ti esta noche.

-Gracias, Andy. -Hablé luego de mucho rato y le di una pequeña sonrisa, volviéndolo a abrazar. Después de que se separó se despidió de los chicos prometiendo volver a verlos, cosa que yo también anhelaba con el alma, no quería que esta fuera la única vez con ellos.

-¿Podemos subir? -le pregunté a Simón abrazando mis brazos, asintió y se quitó su polerón para entregármelo y le agradecí en voz baja, girando hacia donde estaban los chicos. -Mañana los acompañaré hasta el aeropuerto, así que no piensen que se liberaron de mi así tan rápido. -Dije, intentando alivianar un poco la tensión del ambiente que yo misma había creado, cosa que resultó. Noté como los tres relajaban sus cuerpos por mi broma y se acercaron a abrazarme, haciendo un abrazo grupal entre los cuatro.

-Cualquier cosa que necesites puedes gritar, qué miedo dejarte con Simón sola. -Dijo Isaza en una pequeña risa sin dejar de abrazarme a lo que yo reí. Me separé de los chicos esta vez despidiéndome uno por uno y enredé mi brazo en el de Simón, entrando al hotel.

El camino a la habitación, aunque hayan sido solo cinco minutos parecían eternos y más eterno fue cuando subimos al ascensor. Simón solo atinaba a acarician mis hombros y besar de vez en cuando mi cabeza hasta que llegamos al décimo piso. Y por un lado tenía miedo porque no sabía cómo reaccionaría Simón cuando le contara mi verdadera historia, por otro lado, sentía tristeza porque lo estaba colocando en una situación que nadie merece, deberíamos estar disfrutando de la última noche, de los chicos, de los bailes, de nosotros. Ni siquiera me había dado cuenta que mis pies se estaban moviendo hasta que Simón se separó de mi y sacó una tarjeta, abriendo la puerta para mi.

-Pasa, enana. -Y un pequeño calor invadió mi corazón porque necesitaba pequeñas palabras para hacerme olvidar un segundo todo lo que estaba pasando. Besé su mejilla de forma rápida y pude sentir su pequeña sonrisa detrás de mi cuando entramos a la habitación. Metí mis manos en los bolsillos del polerón y Simón se sentó en el borde de la cama, mirándome. -¿Te vas a sentar o te quedarás en pie? -preguntó en voz suave y tomé un pequeño sofá individual que había, colocándolo frente a él, tomando aire y llevando mi mirada hacia él.

-Primero, solo quiero que me escuches, ¿va? Primero escucha mi historia, por favor. -Y asintió, extendiendo sus manos hacia mi para así acunar las mías en ellas. Sus manos eran enormes comparadas a las mías y claro estaba. - Hace cuatro años atrás estuve con un chico, se llamaba Sebastián. Los primeros meses todo era muy bonito, como todo. Las salidas, las bromas, hacer el amor, existir a su lado era mágico. Eso pensaba yo hasta que el tiempo comenzó a avanzar. -De solo pensarlo mi piel se erizaba y el dolor de los golpes en mis brazos, en mi estómago, en mis piernas o en mi rostro volvieron a hacerse presente. -Yo estaba enamorada, por lo que pensaba que el que el me golpeara o me celara era normal y estaba bien, total algo podría haber hecho yo para provocarlo.

-Belén... -dijo interrumpiéndome y apreté su mano para que me dejara continuar, captó la señal y suspiró por lo bajo mirándome. -Continúa enana.

-Sufrí un año entero de violencia, no podía salir con amigas porque el me lo recriminaba, llegar a mi casa desde la universidad era un total martirio porque aunque lo amaba, me hacía daño y yo no lo veía hasta que Andy me hizo entrar en razón. Hoy, cuando estábamos bailando lo vi después de tres años sin verle la cara ni saber nada de él. No quiero que me juzgues, Simonkey, porque yo ya lo hice lo suficiente durante tres años y no podría soportar que tú también lo hicieras.

Un silencio recorrió la habitación y la tensión la podía cortar hasta con un cuchillo, me imagine cortándola y ofreciéndola como si fuera un pastel a la gente. 'Hola, ¿quiere tensión de cuando le conté mi pasado al chico que me mueve el mundo entero? Es gratis.' Simón hace un par de minutos se había parado y había soltado mis manos haciendo que mi corazón se encogiera hasta quedar del porte de un granito de arena, necesitaba que me dijera algo incluso si eso terminaba con que me fuera de allí y lo dejara solo.

-¿Vas a decir algo? -me atreví a hablar empezando a jugar con mis manos aún sentada en el sofá, mirando como se paseaba con lentitud de un lado a otro en la habitación.

-No. -dijo de forma corta y esta vez dejé de contenerme, dejando escapar una lágrima que limpié rápido con la tela de su polerón. -No puedo decir nada porque me estoy conteniendo de ir a matar a ese tipo así que dame más tiempo. -Esta vez escuché la rabia en su voz por lo que preferí callar y darle el tiempo que necesitara. Mi celular vibró y lo saqué de mi bolsillo, Andy me avisaba que había llegado y respondí con un okey junto a un corazón.

Le di todo el tiempo que necesitaba hasta que a las 3.30 AM se volvió a sentar frente a mi, tocándose sus muslos para que me sentara sobre ellos. Me levanté del sofá y me senté sobre el, colocando mis dos piernas hacia un costado

-¿Estás enojado? -pregunté dejando mis manos sobre mis piernas, Simón tomó una de mis manos entre las suyas, entrelazando nuestros dedos y negó con la cabeza, llevando mi mano a su boca para dejar un corto beso en ella.

-No, no contigo. Con él, con el mundo por dejar que eso pasara. No puedo creer cómo alguien te puede hacer daño, Belén. -Murmuró por lo bajo y yo elevé mis hombros, jugando ahora con sus dedos.

-Pero ya pasó, hoy fue solo el shock de verlo parado frente a mi y sentir como retrocedí en el tiempo por unos segundos. -Murmuré de vuelta y llevé mi mirada a él quién miraba nuestras manos juntas, una pequeña sonrisa salió de mis labios y con mi mano libre tomé su mentón, haciendo que me mirara. -Gracias por escuchar y no juzgar, es difícil encontrar eso.

-No voy a juzgarte por tu pasado, estamos en el presente y veremos qué pasará en el futuro, eso lo podemos cambiar, pero el resto no.

-Los voy a extrañar.

-Nosotros también a ti, enana. Y no te imaginas cuánto lo haré yo.

Reí mirándolo y negué con la cabeza, besándolo de forma lenta como lo había hecho toda la noche porque no quería acelerar ni un solo segundo. Sus brazos rodearon mi cuerpo y continuó besándome hasta que nos acomodamos en la cama. Entre conversaciones, chistes de nuestras vidas o también chismes, como que por ejemplo Villamil había encontrado guapa a una chica de la firma de discos pasamos la noche o que Marto, aunque no lo hubiésemos notado sí se había pasado un poco de copas, según su hermano era solo verle las mejillas y el cabello que extrañamente, ambas tenían una conexión cuando el alcohol atacaba al Vargas menor, las horas pasaron y sin darnos cuenta nos dormimos abrazados, antes de dormirme un fugaz pensamiento pasó por mi mente e hizo que me aferrara más fuerte al cuerpo de Simón, quién ya respiraba más pausado y dejaba escuchar pequeños ronquidos. Y en esta posición, en este mismo lugar podría jurarles que después de años, por fin había encontrado mi lugar donde dormir en paz y me negaba a aceptar que esos brazos me abandonarían por la mañana.

Mi nuevo vicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora