Entramos al bar y noté que pese a la hora, no había mucha gente, obvio, ¿quién vendría a un bar un miércoles? Ni siquiera en mis mejores sueños pensé en estar tomándome una cerveza con mi casi jefe a mi lado y una banda con chicos como los de Morat. Todos se acomodaron en sus asientos y quedé sentada al medio de Simón y de Villamil, dejándome a mi compañero de bromas al frente, demasiado lejos para que volviera a molestarme.
-Bueno Belén, cuéntenos un poco de su vida, ¿por qué se dedica a la fotografía? -preguntó Villamil cuando nuestras cervezas llegaron a la mesa, no me había dado cuenta del calor que hacía hasta que tomé el primer sorbo y sentí el frescor bajar por mi garganta.
-Porque me encanta poder capturar momentos que para la memoria humana son frágiles. Por ejemplo, pongámonos en el lugar de que estás con tu familia en el parque y están todos riendo, todos felices, todos perfecto. Esos momentos capturo, cuando no se piensa en que luego del parque tienen que llegar a casa, que al otro día hay trabajo, que hay cuentas que pagar.
-¿Por qué dice que la memoria es frágil? Quizá la suya lo sea. -respondió el chico de lentes a mi lado, fijé mi mirada hacia el y elevé mis hombros, tomando mi vaso de cerveza en mi mano derecha.
-Porque cuando pasa algo malo, lo primero que es opacado son justamente esos momentos, el humano de por sí es rencoroso, olvidadizo, quebradizo. Es nuestra naturaleza, Simón, por más que queramos negarlo.
Y así fue como por primera vez en todo el día me fijé en sus ojos que estaban pegados a los míos, vi como su rostro de pasar a estar serio comenzó a relajarse y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, haciendo que mi yo interior aplaudiera y saltara en un pie, realmente había hecho que Simón por fin me sonriera a mi, aunque haya sido una pequeña sonrisa.
-Estoy de acuerdo con Belén, la memoria es tan frágil que a los dos se les olvidó que estaban aquí, perros. -Dijo Isaza, sacándonos a los dos del pequeño trance que habíamos tenido. Frente a mi había un poco de maní por lo que tomé en mi puño y le lancé, riendo al ver que en vez de taparse abrió la boca para poder recibir la comida.
-Eres asqueroso, Juan Pablo, ni siquiera sabes si tenía las manos limpias al tirarte el maní.
-¿Y con qué las va a ensuciar? ¿Acaso tocó algo por debajo de la mesa para que se ensucien? -Me miró, elevando sus cejas en señal de provocación a mi. Sabía lo que quería y era justamente lo que no le iba a dar, respiré hondo dos veces y cuando estaba más que segura que mis mejillas no estaban coloradas como un tomate, negué con la cabeza.
-Lo toqué a usted, perro, ¿se bañó hoy o no? -pregunté en tono tranquilo imitando el mismo tono que ellos, apoyando mis hombros en el asiento y cruzando mis brazos por mi pecho, segunda vez en la noche que la mini Belén de mi interior saltaba y chocaba los cinco con ella misma.
-Uh, ya lo descubrieron Isaza. -Dijo Martin entre risas tomando su vaso de cerveza y dándole un largo trago para después volver a dejarlo sobre la mesa.
-Gracias Martin por el apoyo, creo que serás mi único compañero aquí.
-Hey, yo también te apoyo a ti. -Contestó Villamil con el ceño fruncido a lo que reí, negando con la cabeza. Miré el reloj en mi muñeca y suspiré, tomándome el último sorbo de cerveza de mi vaso.
-Bueno chicos, los dejo porque necesito descansar, tengo que editar sus fotos y de paso prepararme para el viernes que presiento, no vamos a parar.
Asintieron y antes de irme Isaza me pidió mi número, cuando se lo di y me despedí de todos salí del bar y busqué un Uber, me apuntó que en diez minutos estaría aquí por lo que busqué mi tabaco y lo prendí, apoyándome en la pared del bar y cerrando los ojos al aspirar del humo mientras esperaba.
-No hubiese imaginado que fumaba. -comentó una voz a mi lado, haciendo que mis ojos se abrieran de golpe. Relajé mi cuerpo al ver que era Simón, sonriéndole de costado.
-La gente muchas veces nos puede sorprender. -Dije elevando mis hombros para después dejarlos caer y ofrecerle un tabaco a él. No sabía si lo que me había dicho tenía una denotación negativa o quizá, tan solo quizá por primera vez en mi vida había sido una buena decisión estirar mi cajetilla de tabacos hacia el chico de las gafas.
-Gracias. -Contestó, tomando uno de ellos para después prenderlo y soltar el humo, dejando que se mezclara con caluroso aire.- ¿No te sentiste incómoda con tantos chicos alrededor?
-No, digamos que aunque no acostumbro a estar rodeada de tanta gente ustedes hacen el ambiente más ameno. -Dije sincera, volviendo a darle una calada a mi tabaco, por primera vez en el día podía hablar con Simón de corrido y estaba en cuenta regresiva gracias a mi decisión de irme a casa.- Son bastante agradables, ojalá nunca pierdan esa esencia.
-No es algo que podamos perder, es como somos desde siempre. -Contestó despreocupado, jugando con el cigarrillo entre sus dedos. Me contuve de analizar cada uno de sus movimientos, era extraño compartir con él cuando habíamos intercambiado tan pocas palabras.
-Espero que mantenga su palabra, Vargas. -Tiré mi cigarrillo al suelo para pisarlo y sacar mi celular, justo en ese momento la pantalla se iluminó con una llamada entrante y supe que mi auto había llegado.- Nos veremos el viernes, supongo.
-Tal vez, o quizá no el viernes, nadie sabe. -Dijo mostrando por completo una sonrisa y reí con suavidad, negando con la cabeza. ¿Y ahora como diablos me despedía? He de suponer que leyó en mi rostro la incógnita y se acercó, agachándose un poco para darme un abrazo y un beso en la mejilla.- Avísele a Isaza cuando llegue o se pondrá histérico.
Asentí en silencio y le di una última media sonrisa, caminando al auto estacionado frente a nosotros, aún dándole la espalda sabía que me estaba mirando y eso entorpecía más mi caminar, ¿por qué tenía que sentir esa debilidad en las rodillas cuando nunca me había pasado? Bufé molesta y me subí, saludando al chofer y confirmando la dirección de mi departamento. Lo último que vi por el espejo fue a Simón rascando su nuca y esperando que el auto diera marcha antes de entrar y perderse dentro del bar.
El viaje a mi casa se me hizo cortísimo, el cansancio me estaba pasando la cuenta y solo quería sentir las sábanas encima de mí, como cuando era pequeña y mi mamá me arropaba. Ahora era cuando deseaba que mi memoria fuera frágil y quebradiza, que simplemente dejara ir, que aprendiera a soltar. Cuando llegué a mi departamento pagué y me demoré menos de 5 minutos en estar abriendo mi puerta, dejando las llaves caer sobre mi mesa. Saqué mi celular del bolsillo de mi jeans y reí al ver en la pantalla un mensaje de Isaza.
''No te olvides de avisar tu llegada si no quieres que pierda a mi compañera de bromas'' Hace 10 minutos.
Desbloqueé el celular y tomé a Gala en mis brazos para poder sacarme una selfie con ella, luego de ser aprobada por ambas, claramente, apreté a enviar.
''Sana y salva en casa, nos vemos dentro de poco, gigante.''
''Simón dice si puede robarse a su gato y yo le dije que no, debería tener cuidado de qué fotos manda, Belén''
Mandé el emoticón riendo y me despedí dando las buenas noches, no sé qué tipo de milagro me había llevado a obtener este trabajo, solo sabía que estaría eternamente agradecida al universo por llevarme a conocer a unos chicos tan sencillos y tener la posibilidad de bromear, conversar y reír con ellos. Sin pensarlo más dejé mi celular en mi mesa de noche conectado al cargador y en un segundo mi pijama y mi cama me envolvieron, haciéndome caer rendida ante el sueño.
Las palabras no son suficientes para agradecerles, ojalá pudiera abrazarlas y darles el amor que se merecen por leerme y por algunas darse el tiempo de hablarme y guiarme en esto, en lo que soy nueva. Muchas gracias por el amor y prometo, de todo corazón, que no las voy a defraudar. Aquí yo: simonvargasm.chile
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Mi nuevo vicio.
FanficElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...