Cuando desperté me estiré en mi cama y luego me quedé mirando el techo sin saber qué pensar o qué hacer, no quería prender mi teléfono ni mucho menos encontrarme con lo que era totalmente mi gran realidad: Tenía que hablar con Simón. Y ni siquiera sabía el por qué de mi reacción, hubiese sido más fácil decirle que me pasaba lo mismo, que desde que entró a la puerta para subir al avión mi mente solo podía girar en torno a él. Quizá no hubiese tomado un avión pero sí le explicaría que de verdad llenaba mi mente, mi corazón y mi vida en sí de alegrías. Y no solo eso, que de verdad el me motivaba a volver a creer en lo que ya creía muerto para mi.
Tomé mi teléfono y lo prendí, estaba totalmente dispuesta a solucionar la confusión que yo misma había creado. Cuando mi teléfono se prendió abrí los ojos por la sorpresa que me causaba ver la hora que indicaba la pantalla de éste: casi las dos de la tarde y recién había despertado. Busqué la conversación con Simón y marqué su número, vale, me gustaba y todo pero no haría llamados internacionales solo por amor, el amor no solía ser tan costoso como la cuenta que me llegaría a finales de mes si llegaba a hacer eso.
4 veces marqué su teléfono y ninguna de las llamadas fue atendida, 4 veces e las que pensé que levntaría el teléfono y podría pedirle perdón pero nada pasó, busqué la hora en Bogotá y solo eran dos horas de diferencia, pensé mil cosas pero al final decidí pensar y optar por la opción de que estaba durmiendo porque a cualquiera el trasnoche sumado a un viaje lo cansaba.
-¡Gala! -llamé levantándome de la cama para poder ir al baño y poder lavar mis dientes. Ahora, hacer un simple acto de rutina que no sabía si estaba bien o era una locura me recordaba a Simón, así de profundo se había metido en mi piel. - ¡Gala! ¿Dónde andas? -Volví a decir mientras salía del baño tomando mi celular de la cama en el camino. Me dirigí a la cocina y miré por la ventana sonriendo al ver el cielo nublado y el viento mover los árboles de afuera, eso era lo mejor porque significaba día de pijama para mi y para Gala. Justo cuando pensaba en ella apareció colándose entre mis piernas para que le sirviera su comida. Aproveché de calentar mi comida y mientras Gala comía a mis pies tomé mi celular mandándole un mensaje a Isaza, en menos de un minuto mi celular vibró en respuesta y lo desbloqueé sonriendo al ver la respuesta de mi amigo.
-Hola enana.
-Hola gigante, ¿qué tal te trata Bogotá?
-Pues está muy frío pero normal, extrañaba mi ciudad. ¿Qué tal tú?
-Yo también bien, desperté hace muy poco así que se me acortó mucho la tarde. -Y antes de enviar mordí mi labio y suspiré. ¿Y si le preguntaba a Juan Pablo por Simón? Quería hablarle, de verdad que sí pero no sabría como se vería esto frente a Simón o frente a los chicos, no quería quedar como una loca. - ¿Haz visto a Simón? -Y ahí salió a flote la mini Belén impulsiva que existía dentro de mi haciendo del marcador con mil puntos a favor de ella y cero a mi favor.
-Estuvo aquí hace un rato pero recibió unos llamados y se fue, hasta ahora no ha vuelto. Le apuesto que lo extraña, ¿no?
-Los extraño a todos, gigante, a cada uno de ustedes. Voy a comer, mándale saludos a Marto y a Villaco, ¿vale?
Y cerré whatsapp, frunciendo el ceño y sacando la lasagna del horno para poder llevarla a la mesa, saqué un vaso y me serví Pepsi sentándome frente a mi plato. El ''recibió unos llamados y se fue'' de Isaza hizo que todo lo que había sacado como conclusión se fuera al carajo y solo pudiera pensar en que vio las cuatro veces en que le marqué, estuvo frente a su celular cuando mi nombre apareció en su pantalla y no fue capaz de contestarme ni siquiera para mandarme a la mierda. Mi ánimo se había vuelto como el día, frío y gris y probablemente no cambiaría.
-Es tonto que me ponga así por él -dije tomando un poco de lasagna para mirar a Gala quien me miraba con sus ojos dorados con mucha atención, sabía que quería más comida aún pero parte de mi quería creer que al menos mi gata estaba para escucharme. -No merecemos estar así por nadie, ni él ni yo. ¿Ves? Fue lo mejor decirle eso anoche, así cada uno seguirá su camino y estará bien. -Elevé mis hombros y tomé un poco de mi vaso, comenzando a mover mi pierna de arriba hacia abajo. -Esto realmente apesta.
Así me entretuve por horas y con rapidez el día acabó y nuevamente estaba arreglando mi ropa para ir a trabajar al día siguiente solo que a diferencia de hace una semana atrás, ahora volvía a estar sola y como si a Simón se lo hubiese tragado la tierra.
Al otro día llegué a mi trabajo sin ningún tipo de mensaje de Simón, ni siquiera algún intento de hacer acto de presencia por más pequeño que fuera, nada de nada. Con Isaza continué hablando y por como se dejó ver, se notó que no quería que Simón fuera un tema entre nuestra amistad.
-Así que, ¿ya estás llegando al trabajo? -Preguntó Juan Pablo mientras escuchaba como una pelota, de tenis he de suponer, golpeaba una y otra vez la pared de su cuarto.
-Que sí, te digo. Subiré a las oficinas ahora. -Le respondí a través del teléfono, arreglando mi camisa por octava vez en el día dentro de mi falda. -Deberías hacer alguna cosa productiva de tu día, lo sabes ¿no? Como salir con Andrea.
-Pero si te dije que saldré con ella solo que a almorzar. No es mi culpa que hayan cambiado tu horario de trabajo y entraras a las once, Belén. -dijo en tono burlesco y luego maldijo, demorándose unos segundos en retomar el juego con la pelota y su pared.
-Nadie me advirtió que desde las diez de la mañana estarías hinchándome, Juan Pablo. -Dije rodando los ojos y saludé a la gente que se me cruzaba por delante y que eran parte de Universal. -Además, no pensé que despertarías temprano.
-Simón salió temprano y me dejó despierto. -Y en cuanto mencionó al chico de gafas pude sentir su mirada de desaprobación a él mismo. -¿Ya vas a entrar a trabajar?
Reí por el repentino y drástico cambio de tema de mi amigo y en el fondo de mi corazón lo agradecía porque era lo mejor que podía hacer en este momento.
-Sí, así que te llamo cuando llegue a mi casa en la noche. Te quiero, gigante.
-Te quiero enana, ten un buen día.
Y en cuanto cortó entré a mi piso, saludando a Nicolás que estaba en su escritorio.
-¿Cómo te trató la vida, preciosa?
-No me quejo -dije riendo con suavidad y elevé mis hombros comenzando a caminar hacia mi oficina. -Permiso, debo ganarme la vida. -Y escuché mi risa junto a la de Nicolás mezclarse hasta cerrar la puerta de mi oficina. Me senté en la silla y mientras esperaba a que mi computador se iniciara comencé a navegar por instagram hasta que vi algo que definitivamente, no hubiese querido ver porque la mini Belén comenzó a arder de furia.
Un vídeo de Simón con una chica, el envolviendo su brazo por sus hombros como lo hizo un par de veces conmigo sumado a que la chica rodeaba su espalda con su brazo. Mi corazón se apretó con fuerza, incluso aún más que cuando lo vi partir y cerré la aplicación, deseando con todas mis fuerzas que el video fuera antiguo porque venga, yo no estaba a favor de controlarse, ni de los celos ni mucho menos de el sentido de propiedad hacia una persona pero... ¿Cómo debía sentirme si el video era nuevo y Simón hace dos días atrás me había dicho que no podía sacarme de su mente?
La cabeza me daba vueltas y aunque mi corazón me pedía a gritos salir a llorar me contuve, no iba a sentirme mal por algo de lo que no estaba completamente segura, además, no éramos nada, no tenía derecho a sentirme mal, ¿cierto?
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Mi nuevo vicio.
FanfictionElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...