Soñé con un vaso gigante de agua y por más que tomaba de él, la sed seguía y seguía en mi. No descubrí por qué no pasaba hasta que, a duras penas desperté y sentí la presión en mi cintura, sumándole los recuerdos que estaban llegando de la noche recién pasada. Hundí mi cabeza con mayor fuerza en la almohada y sentí esa incomodidad estomacal que poco a poco me estaba matando un poco más.
-Del uno al diez, ¿qué tan fuerte es tu resaca? -La voz de Simón retumbó en mis oídos y me quejé, tapándolos mientras intentaba hacerme bolita en la cama.
-Un mil y por favor, por favor no grites. -Hablé contra la almohada y durante unos segundos existió el silencio en la habitación antes de que un exaltado Isaza entrara por la puerta gritando.
-Moncho, no encuentro a Belén, prometo que solo la llevé a comprar cervezas y la dejé en la cocina pero ahora no está y... -Su voz fue reemplazada por un larguísimo minuto de silencio y nos miró impactado durante unos segundos a los dos.- ¡NO QUIERO SER TÍO, LES AVISO DESDE ESTE MOMENTO!
-Mierda, Isaza, deja de gritar y cállate. -Lloriqueé dándome vuelta para esconder mi rostro en el cuello de Simón mientras evitaba hacer un berrinche digno de niña de cinco años.- Simón, cállalo.
-Juan Pablo, te prometo que no hay sobrinos por mucho tiempo más, ahora, ¿puedes traerle a tu mejor amiga algo para el dolor de cabeza y agua, por favor?
-Un vaso de agua y pastilla para el dolor de cabeza en camino. -Y tan rápido como entró a la habitación salió, dejándonos solos a ambos nuevamente.
-¿Tan mal te pega la resaca, Belén?
Solo pude asentir y me separé de él, sentándome en la cama para intentar ordenar el nido de pájaros que sentía, traía en ese momento en la cabeza, sumado a que nunca ha sido mi forma favorita de dormir hacerlo con la ropa que traía encima del día anterior.
-Supongo que perdí la práctica, no estoy segura. -Hablé con cuidado y suspiré, intentando moverme lo menos posible de la cama.- Lo bueno es que no vomité y eso me hace feliz.
-No, no devolviste nada porque probablemente, comiste tan poco ayer que no te alcanzó para hacerlo. -Mencionó elevando sus hombros para después dejarlos caer, restando importancia a lo que había dicho. ¿Qué pensaba? ¿Que Yatra me había llevado por un helado y nada más?
-¿Qué dije de gritar? -Murmuré volviendo a acomodarme en la cama, tapando mi cabeza hasta arriba mientras por la habitación retumbaba la risa de Simón, maldito barbón infeliz y poco caritativo con las almas que no nos podemos controlar con el alcohol.
-Iré a bañarme, después de que tomes la pastilla deberías hacerlo tú también porque tenemos que irnos pronto al aeropuerto. Lo siento, Belén, pero tendrás que viajar con resaca.
Y maldición que me arrepentía de haber tomado cerveza, bueno, solo por una parte, o gran parte porque la resaca era horrible y solo quería hacerme bolita en la cama y no viajar a ningún lado. Solo sentí la cama moverse debido a Simón levantándose de ella y entrando al baño por lo que en un segundo, me levanté y salí del cuarto, chocando con Isaza justo afuera de la habitación.
-Usted, señorita Belén, va a tener que contarme todo con lujo y detalle si quiere que me comporte con su resaca. -Me entregó el vaso y la pastilla por lo que me la tomé de inmediato, suspirando al terminar.
-Solo tomé coraje, Isaza, nada de otro mundo, ¿por qué tienes que ser tan señora de la esquina que sale a barrer su vereda a las seis de la mañana para ver lo que hace el resto? -Murmuré arrastrando mis pies hasta mi habitación con Isaza pisándome los talones.
-¿Así como si nada? ¿Hubo beso? Vamos, esto me puede servir para el nuevo disco.
-Oh no no no y no, no usarás mi historia para que miles de personas la canten después, ¿qué tipo de mejor amigo tengo a mi lado, eh? No merezco esto, universo santísimo. -Añadí entre risas y comencé a sacar mi ropa para el viaje como también a guardar el resto que estaba afuera hasta que Isaza me abrazó por la espalda y apoyo su cabeza sobre la mía.

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Mi nuevo vicio.
Fiksi PenggemarElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...