La vuelta a la casa fue entre pequeños silencios, algún que otro chiste y luego, la historia de cómo había sido mi día con Sebastián, provocando más bullying que consejos de parte de Isaza, bullying que claramente necesitaba para reírme y más si era con mi amigo. Le envié unos últimos mensajes a Andy, haciéndole saber que pese a todo seguía viva y más si tenía cerveza en mi poder. Mañana por la noche partiríamos a España donde iniciaría la gira, si bien no tendrían tantos conciertos como estaba enterada, habían tenido antes, los viajes serían largos y los meses espero que pasaran volando.
Cuando llegamos a la casa suspiré, tomando las cervezas en mis brazos y bajándome del auto, esperé a que Isaza estuviera a mi lado y comencé a caminar hacia la casa, arrastrando mis pies cuando ya estábamos casi en la entrada.
-Deja de hacer eso, le hace mal a tus zapatillas y después andarás llorando de que quieres otras. -Dijo Isaza entre risas, abrió la puerta y entré en un segundo caminando hacia la cocina.
-Pues serán mis lágrimas y mi dinero, PAPÁ. -Le enseñé la lengua mientras dejaba las cervezas sobre la mesa, sacando una del paquete para abrirla y poder beber de ella.- Nunca sabes qué tanto necesitas una cerveza hasta que tomas una.
Bebí un largo trago dejando que el frío líquido bajara por mi garganta y luego de tragar, suspiré con una pequeña sonrisa. Isaza se acercó a mi y besó mi frente, supongo que de forma de despedida para irse a dormir.
-Sé que es temprano para dormir pero tengo que encargarme de todo mañana y no quiero ser un oso dormilón, por primera vez.
Asentí con una pequeña sonrisa y dejé que desapareciera por el pasillo, tomé la cerveza en mi mano y salí al jardín sentándome en uno de los sofá individuales que habían mientras dejaba que la oscuridad reinara en mi vista y también en mi mente. La decisión la tenía tomada pero no sabía como empezar a ejecutar el plan. Quería mi feliz por siempre, o bueno, hasta que al universo se le dé la gana de dejarme ser feliz con la persona que quiero. Y puede que antes sí me haya rendido con Simón a la primera, puede que antes mi orgullo y ser tan tosca hayan hecho que cuando él quiso volver, yo misma lo enviara de vuelta por donde había venido. Pero estaba cansada, cansada de luchar contra la corriente, cansada de intentar ser fuerte con mis decisiones cuando lo único que quería era acurrucarme con el chico de lentes que estaba en el segundo piso quizá durmiendo o quizá haciendo sus ñoñerías. Iba a buscar mi final feliz porque lo merecía, porque esta vez me había cansado de tener miedo. Una cerveza se convirtió con rapidez en tres y definitivamente, ya estaba teniendo demasiado por la noche y mi pobre alma de borracha también. La cerveza, de alguna forma extraña y aún imposible de explicar en cualquier estado de borrachera, solía pegarme más fuerte que el mismísimo tequila pero como soy la reina de las malas decisiones, una cerveza más no me haría mal o eso creía.
Cuando había terminado la cuarta cerveza me dí cuenta de que debería haberme detenido en la tercera, quizá debería haberlo hecho en la segunda o quizá nunca comprarla y estar en mi cama durmiendo plácidamente, pero señorita tengo que beber para tener coraje decidió lo contrario y en este momento, me encontraba subiendo las escaleras (si es que caer más veces en ella que escalones hay se puede llamar subir) y tenía claro mi destino, la habitación del chico con gafas.
-Shhhh. -Hice silencio, callando a no se qué o no se quién, probablemente a mi misma.- Una, dos, tres, aquí es. -La mini Belén de mi interior saltó en un pie chocando los cinco con ella misma, claro, todo porque ella no era la que estaba borracha apunto de entrar a la habitación del chico que la estaba volviendo loca y al final, si hacía el ridículo ella seguiría viviendo su vida en paz, ¡probablemente seguiría sonriendo mientras yo me sumo en la misma miseria!
Pese a que el poco lado racional que me quedaba me dijo que no entrara, en menos de un segundo estuve dentro de la habitación de Simón, viéndolo dormir como si no existiera no sé, problemas en el mundo, gente que dice que los gatos son feos o personas a las que no les gusta el ketchup, qué sé yo. ¿Cuanto tiempo podría pasar parada aquí sin parecer algún personaje sacado de actividad paranormal? Negué con la cabeza y de a poco me acerqué a la cama, terminando sentándome a un lado de él, un suspiro pesado salió de mis labios mientras lo miraba con una pequeña sonrisa.
-Te extrañé del momento uno en el que entraste al área de embarque en el aeropuerto y no fui capaz de decírtelo cuando te dio ese vómito de amor el día que me llamaste. Tampoco te dije que no hubo día en el que no haya pensado en el 'qué hubiera pasado si'. Mucho menos te dije que estuve a pasos de comprar un ticket de avión y seguirte hasta aquí porque me acostumbré a ti, fuiste y eres mi brújula, Simonkey, prometo poner todo de mi para luchar por nosotros si aún estoy a tiempo. Si es que aún quieres que esta pobre enana sea dueña de tu corazón. -Mantuve las lágrimas en mis ojos porque vamos, no quería llorar aquí aunque Simón estuviera durmiendo y segundo, porque no iba a permitir que la borrachera mostrara la parte más sensible de mi. Me levanté de la cama, esperando no hacer tanto ruido hasta que sentí el tirón de mi muñeca con suavidad hacia donde había estado antes. Me congelé y cerré los ojos, mierda mierda mierda mierda. Lo había despertado, se había despertado y no tenía idea de cuánto podría haber escuchado, más mierda para mi. Hasta la mini Belén corrió a esconderse, vaya cobarde que me impulsa a hacer cosas y luego desaparece, pésima aliada.
-Pensé que eras más resistente al alcohol, Belén. -Su voz ronca hizo que una corriente recorriera mi cuerpo y cerré los ojos durante unos segundos, aún dándole la espalda.- Pero al parecer Andrés me mintió porque aquí estás.
-No estoy tan borracha, Simón. -Derrotada, volví a sentarme en la cama pero sin mirarlo, ¿como diablos iba a hacerlo después del vómito de amor que había tenido?
-Oh, entonces, ¿a quién hacias callar en el pasillo? ¿cuantos escalones crees que tiene la escalera de esta casa para que te tropezaras más de veinte veces? -Su voz estaba cargada de ternura y a la vez tenía un toque de broma en ella.
-¿Estuviste despierto todo este tiempo?
-Sí. -Escuché como se movía en la cama y como dicen por ahí, la curiosidad mató al gato, agradecía no ser un gato porque la curiosidad me ganó y no pude evitar mirarlo.- Así que, si quieres una respuesta a todo lo que dijiste, mejor durmamos y mañana hablemos las cosas como los adultos responsables que somos, ¿te parece?
Mi capacidad de racionalizar estaba probablemente en Chile, o quizá no sé, sorpresa, había decidido irse a dar una vuelta por la luna y no me había avisado que no volvería por una buena cantidad de horas porque, lo único que sé es que asenti con mi cabeza, me quité las zapatillas y me acomodé al lado de Simón, dándole la espalda y tapándome con las mantas.
-Solo no me odies mañana, ¿sí? Porque tengo todo lo que dijiste grabado en mi celular. -Lo escuché hablar detrás de mi y una sonrisa fugaz apareció en mi rostro.
-¿Simón?
-¿Si?
-¿Puedes abrazarme? -Cinco segundos, diez segundos, quince segundos, llegué hasta veinte cuando lo escuché suspirar y luego senti sus brazos alrededor de mi cuerpo, apegándome hacia el para después dejar un beso sobre mi mejilla.
-Descansa, enana.
Y puedo decir que después de muchos meses y de pasar noches asquerosas intentando dormir, esta noche había podido dormir con facilidad y con una pequeña sonrisa en mi rostro, sabiendo que de alguna forma retorcida, el alcohol me había ayudado a tomar el paso que la Belén sobria no había podido dar, dejar el orgullo de lado para estar con la persona que de verdad quería.
Primero, quiero decir que soy PÉSIMA escribiendo dramas y la verdad, no me gustan demasiado por lo que decidí darle a Belén por fin amor y paz mental que merece. Si querían más peleas y cosas así, lamento informales que desde ahora todo irá viento en popa (aunque peleas chiquititas si pueden haber) pero más separaciones, nop.
¡Gracias por llegar hasta aquí!

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Mi nuevo vicio.
FanfictionElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...