Pasamos un rato comiendo y conversando, la tensión había desaparecido por completo del lugar pero sabía que eso no iba a durar mucho más, se hacía tarde y Andy tendría que marcharse y eso significaba estar a solas con Isaza. Hubo un momento en que de pensar eso se me apretó el estómago y ni me di cuenta cuando mi mejor amigo se estaba despidiendo de mi.
-Hey, tierra llamando a Belén. -Escuché su voz y vi su mano moviéndose frente a mis ojos, moví la cabeza con suavidad y le sonreí de costado.
-Perdón, andaba pensando otras cosas. -Respondí y me levanté del asiento para poder quedar a su altura. -¿Ya te vas?
-Sí, ya es tarde y tengo que descansar. -Y miré el teléfono cuando dijo que era tarde notando que el reloj marcaba las once de la noche, sí que se había hecho tarde entre tanto drama y tantas ganas de desaparecer. Esperé que mi amigo se despidiera de Isaza quien se levantó para llevar las cosas a la cocina y yo llevé a Andy a la puerta, abriéndola y apoyándome en ella. -¿Estarás bien? -Me preguntó preocupado afuera de mi puerta.
-Estaré bien. Cualquier cosa que necesite tengo otro guardián en casa. -Dije señalando con la cabeza a Isaza que estaba terminando de ordenar.
.-Me llamas cualquier problema, ¿sí? No importa la hora, solo hazlo. -Dicho esto me dio un beso en la frente y después de unos segundos se separó para poder mirarme por última vez y caminar a las escaleras, desapareciendo en ellas después. Suspiré y cerré la puerta caminando al sofá sentándome en él.
-Isaza, no hagas nada más, mañana ordenamos todo.
-Pero ya estoy terminando. -Lo escuché decir alto desde la cocina y rodeé los ojos con una sonrisa, de vez en cuando mi amigo podía ser un poco terco pero así lo quería y todo. -¿Ves? Ya terminé todo lo que tenía que hacer. -Dijo después de unos minutos sentándose a mi lado. -¿Cómo estás?
-Aún sorprendida de que estés acá, ¿por qué no me dijiste? -Pregunté acomodándome en el sofá, colocándome de una forma que pudiera verlo para esperar su respuesta.
-Porque sabía que ya estabas enfadada por lo del trabajo, ¿cómo te hubiese caído que te dijera que venía para acá? Mejor simplemente llegaba y así me evitaba el que me echaras de aquí. ¿Qué pasa con tu mamá?
-A mi mamá no la veía hace más de cinco años, una alcohólica empedernida y decidida a arruinarle la vida a su única hija por el simple hecho de nacer, no hay gran ciencia.
-¿Y como es que te encontró? -Preguntó preocupado y elevé mis hombros, dándole vueltas de nuevo a la pregunta que me había hecho Isaza.
-No lo sé, pero supongo que ya lo averiguaré. -Y pasamos unos cinco minutos en silencio hasta que lo miré y supe en su mirada que él sabía lo que le iba a preguntar.
-No puedo, Belén.
-Tienes que decirme, Juan Pablo. Dime qué carajos pasa con Simón y por qué lleva casi un mes ignorándome.
-Belén, tienes que entender que primero, no es tu culpa, y segundo, si quieres que te cuente tienes que prometer que me escucharás hasta el final.
-Vale, te escucho.
-Está bien. -Dijo y dio un pequeño suspiro para después rascarse la cabeza. -De primera, Simón no está enojado contigo. -Intenté decir algo pero después recordé que le prometí no hablar mientras él me explicaba.- Solo estuvo con miedo, me refiero a que él abrió su corazón como no lo había hecho durante mucho tiempo y lo hizo contigo sin que tú te dieras cuenta. Revolucionaste el mundo de Simón, enana, y ese día cuando no le respondiste nada lo dejaste de nuevo en cero.
-Pero yo también tuve mis razones para no responder y cuando quise hacerlo él fue el que no me dio la oportunidad, no contestó nunca más el teléfono Isaza, y después comenzó a salir con una chica que ni idea de dónde salió y bueno, perdí la fe porque quizá sólo quiso estar acompañado por un par de días y ya.
-Es una amiga de infancia, Bel. No te está buscando reemplazar ni nada, ten por seguro que si fuera por él, yo no estaría sentado a tu lado, estaría Simón.
Suspiré y me levanté del sofá buscando en mi bolso mi cajetilla de cigarros, sacando uno y prendiéndolo en un segundo. Caminé a la terraza y con Isaza aún sentado en el sofá me quedé parada, apoyándome en la baranda mirando hacia adentro.
-Tengo la mente a mil en este momento. -Dije sentándome en una de las sillas de la terraza. -Porque lo he extrañado un montón, y ahora que trabajaré con ustedes esto será multiplicado por mil. No sé qué hacer, Isaza. Me encantaría saber pero no tengo respuestas.
-Piensa un poco las cosas, nada está acabado, enana. Solo que los dos tienen que ordenar sus mentes y conversar las cosas como la gente adulta que son. -Dijo levantándose y saliendo a la terraza junto a mi. -Pero alguna cosa haremos ahora. -Y con una sonrisa sacó su celular de su bolsillo y se acomodó a mi lado agachándose un poco, desbloqueó y se metió a whatsapp entrando a un grupo que tenía con los chicos. -Sonríe, enana.
Y dicho esto abrió la cámara y tomó una foto de los dos, enviándola segundos después.
-¿Cómo están los chicos?
-Extrañándote, todos los días preguntaban por ti y yo les iba contando. Simón también preguntaba por ti pero no se atrevía a hablarte, hubo un punto en que asumió tu silencio como que ya te habías rendido con él, que en cierta parte estabas en todo tu derecho a hacerlo.
-¿Te puedo decir algo, gigante?
-Claro que puedes, enana. -Dijo sentándose a mi lado mientras yo terminaba de fumar.
-No podría darme por vencida con una persona que llegó a remover todo mi mundo. No podría perdonarle todo, pero sí lucharía por entender qué pasó e intentar arreglarlo. Simón fue como mi bote salvavidas en medio del mar.
Y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, colocó su mano sobre mi hombro y dándome un pequeño apretón besó mi cabeza.
-Y estoy seguro que fuiste y eres lo mismo para Simón, solo que es tan terco que algunas veces la caga sin darse cuenta.
Suspiré y nos quedamos conversando un rato más mirando la noche, pese a que hacía mucho frío el cielo estaba despejado y podíamos iluminarnos con la luna. Me contó que Villa intentando tocar guitarra en el estudio no se dio cuenta y se tropezó por lo que tuvo que estar sin tocar durante unos días, cosa que para él era un infierno. Me contó que Malta lo recibió con tanto amor que se llegó a emocionar y yo miré hacia adentro mirando como Gala dormía hecha una bola sobre el sofá. Sin duda iba a extrañar a mi bebé pero trabajo era trabajo y más si era lejos el trabajo de mis sueños sumándole que también trabajaría con la persona dueña de mis nuevos sueños.

ESTÁS LEYENDO
Mi nuevo vicio.
FanfikceElla estaba acostumbrada a esconderse detrás del lente de su cámara. Lo que no sabía es que la costumbre cambiaría al encontrarse con los ojos detrás de las gafas que cada vez que los veía sonreían. El se concentraba en la música como si su vida se...