Veintidós.

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Aún sentía mi corazón paralizado en mi pecho y tuve que apoyarme en mi escritorio sin dejar de poder ver la pantalla de mi celular.

-A la mierda, ¿qué tan malo podría ser? -Y cuando estaba desbloqueando mi teléfono entró Juan Pablo.

-¿Qué tanto te demoras eh? -Dijo colocándose a mi lado y con rapidez bloqueé mi pantalla ganándome una mirada de duda de Isaza pero en verdad mi mente estaba trabajando al cien y lo único que podía pensar era que Simón me había hablado.

-No encontraba una cosa pero ya está, ¿nos vamos? -Murmuré sin mirarlo y aunque sabía que mi amigo me miraba con cara interrogante agradecí que solo asintiera y caminara conmigo a la salida.

-¿Haz sabido algo de los chicos? -Pregunté cuando ya éramos libres en la calle, el frío de mayo estaba pegando con fuerza y pese a que no eran más que las tres de la tarde el viento que corría era heladísimo.

-Solo que Villamil estaba tirando humo cuando se enteró que vine solo, realmente él tenía ganas de verte.

-Bueno, me tendrán muchos meses con ustedes, que no cunda el pánico gigante.

Y comenzó a reír, quizá no sería tan malo estar tanto tiempo con ellos, al final supongo que todos nos acostumbramos a estar rodeados de la gente que queremos y después de tantas semanas me había quedado claro que al menos Juan Pablo había entrado en mi vida para quedarse y con esto, mi miedo del principio de que se fuera tan rápido como llegó se esfumó.

El día pasó y no me di cuenta cuando ya estábamos llegando a mi departamento después de un rico almuerzo y una larga caminata. Con Isaza los temas de conversación jamás faltaban, podíamos estar hablando sobre por qué el cielo era azul y de repente terminábamos hablando de lo grande que era el universo y cómo nos gustaría conocer todo lo desconocido, todo lo que nos escondían.

-Es en serio Belén, ¿nunca has pensado en lo genial que sería poder descubrir si de verdad existen los aliens?

-Uy Isaza, me encantaría -dije abriendo la puerta de mi departamento para ser recibida por mi gata, la tomé en mis brazos y entré dejando que Juan Pablo cerrara detrás de nosotros. -Tengo que decirte algo.

-¿Qué pasa? -preguntó curioso entrando a la cocina para aparecer segundos más tardes con un vaso de agua en sus manos. Se sentó en el sofá y vi como me miraba, esperando a que empezara a hablar.

-Vale, Simón me ha hablado. Pero ni siquiera he visto el mensaje -dije atropellándome con mis propias palabras, pese a que había pasado un excelente rato con Isaza en un rincón de mi mente la mini Belén tenía un cartel enorme con un recordatorio de que en mis mensajes me esperaba Simón.

-¿Hace cuánto te habló? -Y me sorprendió no ver a Juan Pablo ni sorprendido, ni enojado, ni nada. Era como si toda su personalidad se la hubiese llevado alguien y me hubiesen dejado a un chico totalmente neutro.

-Cuando entraste a mi oficina. -Caminé abriendo la ventana y sacando uno de mis cigarrillos para encenderlo. Me quedé apoyada en la gran ventana mirando hacia la calle y suspiré. -Tengo miedo de qué sea el contenido, ¿sabes? Porque no solo me habló, comentó mi foto de Instagram, ¿cómo se supone que deba sentirme? -Y terminé de hablar sintiendo como la frustración se hacía paso en mi. ¿Qué se creía Simón para ahora simplemente volver a desordenar mi mundo entero?

-Primero cálmate, sé que no es fácil pero respira profundo y relájate. Segundo, tienes que ver el contenido de ese mensaje y luego veremos qué hacer. Pero aquí no puedo elegir bandos, Belén, y lo sabes. Tú eres una de mis mejores amigas y Simón también.

-Lo sé, gigante. Nunca sería capaz de pedirte eso. -Hice una mueca moviendo mi boca y después de fumar me senté al lado de Juan Pablo encendiendo la TV. Saqué mi teléfono de mi bolsillo y agradecí que Isaza comenzara a buscar alguna película en Netflix para ver porque así yo aproveché de abrir el chat de Simón.

-''Hola, Belén'' -Hace 4 horas.

¿Recuerdan la sensación de cuando eran niños y sus padres los llamaban por el nombre completo? Bueno, esa misma sensación recorrió mi cuerpo cuando solo leí el 'Hola Belén.' El mensaje se instaló en mi mente reproduciéndose una y otra vez con su ronca voz. De nuevo sentí despertar esas mariposas, que tanto había querido guardar para mi, revoloteando por mi estómago como cuando llega la primavera. Me moví inquieta en el sofá y miré de reojo a Isaza que tenía su mirada fija en el televisor, sabía que más allá de apoyarme no me diría qué hacer respecto a su mejor amigo porque ya me lo había dicho, aquí no había bandos para elegir y trataría de quedarse lo más neutral posible.

-''Hola, Simón'' -respondí a secas maldiciendo por lo bajo al ver que pese a que su mensaje había sido enviado hace horas el mío fue leído en menos de un minuto.

-''¿Cómo haz estado? Sé que no merezco que respondas... Pero quiero saber.''

-''Oh, me gusta tu política de saber de la persona que querías después de más de un mes, podría aplicarla, sabes?''

Y ahí estaba yo, arruinando toda posibilidad de reconciliación porque estaba harta de que pasaran por encima de mi, estaba harta de que los hombres creyeran que podían hacer lo que quisieran y después serían perdonados con un simple ''Quiero saber de ti''. No, al carajo. Si Simón estaba haciendo todo esto para recuperar algo que nunca empezó, pues tendría que empezar a armar todo de nuevo y a construir lo que queríamos que empezara. No fui yo quién lo evitó, no fui yo quien salió con otras personas, fue él.

-''Sé que la cagué, vale? No hay justificación para ignorarte como lo hice y de eso quería hablarte.''

-''Buenas noches, Simón.''

Y sus mensajes seguían llegando, uno tras otro. Conté hasta diez las veces en que mi teléfono vibró y la pantalla lucía su nombre pero preferí ignorarlo. No estoy a favor de la venganza ni mucho menos soy rencorosa y esto no se trataba de vengarme porque Simón no me había hablado durante mucho tiempo, se trataba de que él se diera cuenta que lo que había hecho tenía que solucionarse por más allá que un simple mensaje de texto, él era lo suficientemente maduro para darse cuenta que si tenía que decirme algo, si tenía que pedirme perdón lo iba a hacer conmigo de frente, mirándome a la cara.

Mi nuevo vicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora