Capítulo 5

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Diana

La luz del sol me daba de lleno en la cara... ya tenía bastante con el dolor de cabeza para que ahora el sol me viniera tocando los cojones. Abrí los ojos y me puse el cojín en la cara, tratando de volverme a dormir, pero un recuerdo fugaz apareció. Mierda.

Que mal todo.

Cogí mi teléfono y lo encendí, 2 llamadas de María junto a sus 5 mensajes y 2 mensajes de... la pantalla del móvil bloqueada no dejaba ver quien los envió. Tuve que desbloquearlo para ver que eran de un número desconocido. No esperaba ningún mensaje de nadie, no?

Fui a entrar al chat pero alguien llamó a mi puerta y dejé el teléfono a un lado.

- Despierta dormilona- era la voz de Lisa. Yo solo me quejé lo suficientemente fuerte como para que me escuchara desde fuera- Si ya estás despierta y todo ¿Puedo entrar?

- No- en ese momento se abrió la puerta y la rubia entró. Yo no se para que preguntaba si siempre hacía lo que le daba la gana. Me acomodé un poco en la cama para hablar con ella mejor.

- ¿Cómo estás?- me dejó a mi lado una aspirina junto con un vaso de agua, con una sonrisa burlona, le divertía ser por primera vez la que no terminaba con una resaca impresionante.

- Con dolor de cabeza, creo que me voy a morir- contesté de forma dramática, volviendo a tumbarme y esconder mi cabeza entre las sábanas.

-No, no te mueras que haré yo sin mi mejor amiga- se puso a reír echándose encima mía- Espero que al menos esté en tu testamento, de otra forma me veré obligada a reanimar para que me pongas.

- Te dejaré fuera por el momento para asegurar que no me mates- Me volví a sentar y miré fijamente a Lisa. Se había convertido en una parte demasiado importante en mi vida, siempre estaba dándome apoyo, a mi lado dando igual lo que sucediera. Sin duda era mi mejor amiga.

Nos conocimos hacia 5 años, a mi me acababan de cambiar de instituto debido a que estaba repitiendo año, y mis padres creyeron que un cambio aires me vendría bien para volver a centrarme. Sinceramente pensé que iba a estar sola toda la secundaria, pero no, tuve suerte de conocer a Lisa, y mi otra amiga Leo.

- Te quiero- dije sin pensar.

- ¿Eh?- se puso roja a velocidad estelar y abrió la boca tratando de decir algo - Y-yo... sabes que mi corazón solo le pertenece a...- la interrumpí, poniéndole la mano el boca para que dejara de hablar.

-Imbécil, no me refería a eso- le tiré mi almohada a la cara- Y no me puedes rechazar, soy tu mejor amiga.

- Hubiese aceptado una cita contigo si me gustasen las mujeres.

- Subnormal- me levanté y salté encima de ella. Lisa se puso a reír ya que le estaba haciendo cosquillas pero una voz masculina de afuera nos interrumpió. Era Marco, el primo de Lisa.

- Chicas, el desayuno ya está listo.

- Okey- dijimos las dos a la vez levantándonos de la cama.

En el desayuno hablamos de la noche anterior, omitiendo los detalles de Mark en todo momento, Lisa no quería que su primo se enterara de los ligues que tenía. Y cuando Marco se fue a trabajar, mi mejor amiga se puso a hablarme de Mark, Mark y más Mark. Que si era amable, que si besaba bien, que los lunares que tenía formaban una estrella... Si me tuviesen que dar un euro por cada vez que escuche aquel nombre ahora mismo podría ir a comprarme un nuevo teléfono.

Al terminar el desayuno nos sentamos en el sofá y pusimos una pelicula de esas malas que solo les gustaba a los mayores. Yo cogí mi móvil y vi que no había abierto el chat del desconocido. Así que simplemente lo abrí. Leí los mensajes una y otra vez con el ceño fruncido. Era una tal Sofía No tenía ninguna compañera de clase llamada así. ¿Yo conocía a alguna Sofía? No ¿No, verdad?

Yo tengo 18 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora