Diana
Sentía sus labios presionar mi cuello y luego mi barbilla, mientras sus brazos abrazaban mi cintura con cierta posesividad.
Estábamos acostadas en el sofá, la película de la televisión seguía pausada y sinceramente ya me daba igual no verla. Los besos de Sofía eran otra cosa completamente superior, sus caricias por encima de mi camiseta, un poco tímidas, con miedo de ir a más.
- Sofía...- la llamé, haciendo que quitase su cabeza del hueco de mi cuello y me mirara en silencio- Gracias por venir aquí...
La mayor me miró confundida, pero sonrió y me dejó un beso en mi nariz.
La verdad era que si ella no hubiese venido, posiblemente me hubiese pasado la tarde llorando, reconcomiendome por dentro, pensando en que realmente Sofía se había ido a una cita con su amiga.
- Necesitaba estar contigo un tiempo... a solas- confesó, dejando que sus mejillas tomaran un color rojo muy sutil.
¿Como podía ser tan linda?
Pero un sonido me distrajo, las llaves. Rápidamente nos incorporamos las dos en el sofá. ¿Que demonios? ¿Que hora era?
Era tarde, me había pasado todo el tiempo prestando atención a Sofía que no me había percatado de que el sol se había terminado de esconder del todo.
Miré a Sofía con terror, y ella hacía lo mismo conmigo. No podía ser cierro, la primera vez que estábamos juntas en algún lugar que no fuese un pub o la residencia y nos pillan.
-Diana ya estoy en casa- era mi hermano, mi jodido hermano. Lo vi aparecer en el salón, detenerse enfrente nuestra y mirarnos sorprendido. Luego miró la tele, que estaba pausada y nos volvió a mirar, aún más sorprendido.
- Hey- saludó completamente nerviosa Sofía, que era la única que tenía voz en aquel momento. Si hablaba yo seguramente me pondría a llorar.
- Hey, Sofía... pasa algo? Ya sabes... no es normal que estés aquí.
- Oh, no, no. Tranquilo- contestó con velocidad Sofía y Fer arrugó el ceño, mirándome a mi en busca de alguna respuesta, pero yo estaba blanca como la pared, pensando seriamente en subir al piso de arriba y tirarme por el balcón. Lo único que lo impedía era que desde un primer piso me haría mucho daño, pero no moriría.
- ¿Entonces...?
- Venía a invitarte a cenar. Una cena de amigos- dijo rápidamente la mayor, sonriendo- he venido aquí, pero como no estabas... pues he estado con tu hermana, hasta ahora- Fer de inmediato abrió los ojos, y sonrió felizmente, como si se hubiese creído aquella mentira piadosa.
- Claro que sí, espera que me ponga algo más decente y vamos a cenar- mi hermano habló con velocidad, caminando hacia las habitaciones y yo miré a Sofía, aún con el corazon a mil.
- Salvadas- susurró sentándose otra vez en el sofá, con un pesado suspiro.
- Salvadas...
*****
Estaba en clase, embobada a causa de que Sofía había decidido venir el día de hoy con unos pantalones apretados que se ceñían perfectamente a ella, pro no comentar que estaba de espaldas a mi.
¿Como se podía ver una persona tan bien un lunes a primera hora?
- Debería se ilegal que llevara esa ropa, que digo, ella entera debería ser ilegal- comenté seguido de un pequeño suspiro.
- Cuantas hormonas tienes- me dijo mi mejor amiga, la cual estaba sentada a mi izquierda no muy pendiente de la clase- Mierda, me han matado- se quejó por lo bajo mientras pulsaba el botón de reiniciar la partida en la pantalla.
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Yo tengo 18 años
RomanceEn edición. "¿Y tú que edad tienes?" "22" "Se va a enterar tarde o temprano que tienes 18" "No si nadie se lo dice" "Señorita Walker" En ese momento no me pude creer lo que veía... Ella iba a ser mi nueva profesora de historia.