Capítulo 23

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Sofía

Hace 10 años.

- Sofíaaa- escuché detrás de mí el grito de mi mejor amigo y me giré con una pequeña sonrisa- ¿Vienes a mi casa?

- Tengo que hacer el trabajo de biología- respondí haciendo una mueca de asco- Podemos quedar mañana si quieres para ir a dar una vuelta con los demás- intenté buscar una solución cuando vi que su rostro se ponía triste.

- Oh, si, está bien- dijo aún no muy convencido.

- Bueno, pues nos vemos- me acerqué a su mejilla y le dejé un pequeño beso como hacia siempre que me despedía de él.

-Ahh, son novios- gritaron unos niños que pasaban cerca nuestra. Yo me limité a rodar los ojos ignorando su comentario mientras que Fer se puso completamente rojo. No entendía su reacción. Sabíamos que entre nosotros solo había amistad, nada más lejos que eso, al menos por mi parte solo lo veía como un hermano.

- Adiós, Fer.

- A-adiós, Sofía.

*****

Toqué el timbre de la casa de mi mejor amigo. Al final ayer no pudimos quedar con nuestros amigos y Fer se veía bastante desilusionado por eso prometí quedar con el hoy.

Una niña me abrió. Me miraba con unos ojos curiosos, tenía unas mejillas algo rellenitas e iba con un pijama completamente rosa que le venía algo ancho.

- ¿Tu quien eres?- habló la pequeña de no más 6 años, mirándome con el ceño fruncido y desconfianza.

- Ah, soy Sofía. Amiga de tu hermano.

- ¿Novia?

- Amiga- corregí rápidamente, ella me miraba con desconfianza.

A los segundos aparecieron sus padres, regañándola por haber abierto la puerta, y luego apareció Fer, que sonreía de lado a lado.

- Ven, ven- dijo mi amigo algo nervioso y yo sonreí entrando al interior de la casa. La niña ya no volvió a parecer, seguramente estaría jugando por algún lado de la casa o viendo la tele en algún sitio.

*****

Hace 8 años

- ¿Dónde están mamá y papá?- preguntó mi hermana quien estaba tumbada en la cama sin moverse. La miré seria, triste. Me sentía impotente, impotente por no poder ayudarla.

Mi pequeña hermana estaba tumbada en la cama con 40 de fiebre, y nuestros padres ni enviaban un mensaje o una llamada preguntando si se encontraba bien.

Por otro lado nuestra niñera estaba que no daba a bastos. Estaba en las clases de la universidad preguntando a cada minuto si estaba bien.

Me había dicho que si no mejoraba que le avisara y ella venía en nada, que iba a comprar todas las medicinas necesarias en la farmacia.

- Tengo mucho frío- se quejó mi hermanita. Yo rápidamente sin saber que hacer le tapé con más mantas y le puse un trapo frío en la cabeza, tal y como había visto en las series. No quería avisar a nuestra niñera de que estaba peor, ella siempre estaba con nosotras cuidándonos a pesar de que estaba ahogándose en exámenes.

El teléfono de la casa sonó. Rápidamente bajé las escaleras casi resbalándome.

Me alegré, me alegré mucho cuando vi el número de la oficina de mis padres.

-Mama, papá- saludé con una sonrisa cuando atendí la llamada- Gema está todavía con mucha fiebre.

- Lo siento, señorita Jhonson- la sonrisa desapareció por completo al escuchar esa voz. No eran mis padres- Sus padres tardarán otras dos semanas en volver a casa- me informó su secretaria.

Yo tengo 18 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora