Diana
Habían pasado dos semanas desde aquel encuentro en mi casa. Dos malditas semanas donde Sofía me había ignorado por completo, aunque yo también lo había hecho.
Cada vez que nos encontrábamos en los pasillos giraba mi cabeza hacia cualquier dirección menos a ella. En la residencia nos tratábamos también como desconocidas, como si no hubiésemos hablado nunca, como si una noche llena de besos no hubiera tenido lugar. Ahora solo eramos dos extrañas, una profesora de historia y su estudiante.
De hecho, el único lugar donde nos veíamos a los ojos era en el aula, donde no podíamos eludirnos.
En este momento estábamos mis amigas y yo en nuestra habitación conjunta, que en realidad era la de Lisa, sentadas mirando el teléfono.
Las clases por fin habían terminado y ahora teníamos un bonito fin de semana por delante.
-Mark tampoco queda hoy- mi mejor amiga soltó un suspiro, tumbándose en el colchón- Dice que tiene que cuidar de su hermana pequeña... ¿No puedo ser yo la hermana?
-Tranquila, ya quedará en otro momento- dijo Cami, que había dejado el telefono un lado nada mas escucharla, intentando animarla.
A decir verdad Lisa y Mark quedaban siempre la primera semana de salir a todas horas, pero esta última semana el novio de la rubia siempre ponía una excusa para no hacerlo. Todas sabíamos que algo estaba ocurriendo, pero ninguna quería ser la que lo dijera.
-Lo que tienes por ese hombre es dependencia Lisa, dependencia- le regañó Leo, al ver como su humor había caído en cuestión de segundos- Esta última semana te la has pasado que si Mark esto, que si Mark lo otro. Te tiene enamorada hasta la tráquea.
- Callate Leo, ya suenas como Diana cuando habla de chicos- se burló Lisa, cruzándose de brazos y pretendiendo estar ofendida.
-Hey- le golpé a la rubia el brazo que sonrió por un segundo justo antes de suspirar. No podía verla así.
-Lisa, nos vamos a la residencia un momento para decirle a mi abuela que hoy no podemos quedarnos y luego de compras- Ella me miró con los ojos brillando al escuchar aquel plan, volviendo a sentarse en el colchón- Cami y Leo también venís.
Las presentes asistieron, convencidas de aquel plan, así que las cuatro pusimos rumbo hacia la residencia, aunque solo entré yo en ella. Iba a estar menos de un segundo. No era recomendable que entraremos cuatro adolescentes a crear alboroto cuando muchos ancianos aún dormían.
Mi abuelita se encontraba en la recepción, sentada en un enorme sillón mientras miraba un programa que tenían puesto en la tele. Sonreí al verla, acercándome un poco.
- Buenas, yaya- la saludé haciendo que diera un salto en el sitio y luego me mirara.
- Ay, ay, no me puedes dar esos sustos, que ya estoy mayor- dijo tomándose del pecho con un poco de dramatismo mientras sonreía- ¿Cómo está mi nieta?
- Bien- me acerqué para dejar un beso en su frente y sus manos iban a mis mejillas. Cuando se separó sus ojos buscaron a alguien a quien echaban en falta.
- ¿Y Lisa? ¿Está otra vez con el novio?
- No, no. Está fuera con Leo y Cami, no queríamos montar alboroto. Hoy nos vamos de tiendas, así que no podremos venir.
- ¿A animar a Lisa? Tan tonto es ese chico? Le voy a dar con el bastón, ya veras- no era difícil de adivinar para que íbamos, solo pisábamos un centro comercial si la rubia necesitaba ánimos.
- No le puedes dar con el bastón, ya verás que te denunciarian y todo- mi abuela negó con la cabeza- Bueno, pues eso es todo, me voy ya que me están esperando fuera.
ESTÁS LEYENDO
Yo tengo 18 años
RomanceEn edición. "¿Y tú que edad tienes?" "22" "Se va a enterar tarde o temprano que tienes 18" "No si nadie se lo dice" "Señorita Walker" En ese momento no me pude creer lo que veía... Ella iba a ser mi nueva profesora de historia.