Capítulo 18

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Diana

Tomé el chocolate calentito de la máquina mientras escuchaba a Lisa hablar con mi yaya.

- Entonces os vais de excursión y no podréis venir a verme el miércoles que viene- afirmó mi abuelita para ver si había entendido bien todo lo que le habíamos dicho.

-Asi es, vamos a ver el botánico- confirmó Lisa, emocionada.

- Aunque yo no se si ir- dije mientras le daba un pequeño sorbo a mi vaso, feliz al sentir el calor que desprendía. Estábamos ya en inicios de noviembre y ya hacia frío.

-Claro, como no va la profesora Johnson no quieres ir. Con lo hermoso que es ver planticas- se burló de mí la rubia, rodando los ojos- Y encima siempre hay gatos.

Mi yaya ignoró todo lo último que dijo mi mejor amiga y me miró con una enorme sonrisa al escuchar la mención de Sofía.

- ¿Ya estas saliendo con ella? Que rápido van las cosas en esta juventud- preguntó, feliz de escuchar aquello, pero yo negué rápidamente.

-No, no es nada de eso. Es que no le veo la diversión ir a ver plantitas- contesté simple mirando hacia la nada.

Mis ojos empezaron a pasearse por la cafetería incoscientemente, deseando encontrarse con Sofía. Se detuvieron cuando chocaron con el gris más hermoso que había visto en mi vida y mi boca formó una pequeña sonrisa al igual que la propietaria aquellos magníficos ojos.

Habíamos arreglado las cosas, o eso creía ya que no he vuelto a hablar con ella desde el otro día en mi casa. Tal vez porque hablar sobre nosotras en mitad del instituto fuera potencialmente peligroso.

- Tierra llamando a Walker- me giré a ver a mi mejor amiga con una sonrisa burlona- Ya sabemos que quieres comer, pero si vas a hacerlo no delante de tu abuelita- la miré sin entender y ella hizo un señal con los ojos hacia Sofía y luego levantó las cejas dos veces.

-Imbecil- llevé mi taza de chocolate a la boca y tomé un pequeño sorbo, mirando de reojo como Sofía se marchaba de la residencia.

****

Hoy nos habíamos reunido toda la clase en la cafetería para hablar de la dichosa excursión al botánico. Si, así es, adivinen a quién le obligan ir si no quiere suspender.

Después de una pequeña charla, que más bien parecía una discusión a causa de los gritos que estábamos dando, terminamos.

-Comemos aquí, no tengo ganas de salir fuera, hace mucho frio- nos comunicó Cami mientras se tapaba mejor con su mantita que estaba llevando aquella semana a clases. Chica lista.

Nadie se opuso a la idea de nuestra amiga de comer calentitas en la cafetería, así que tomamos asiento junto a algunos de nuestra clase, que con una sonrisa nos recibieron.

- Es una mierda esto de tener que ir a la excursion- dijo uno de mis compañeros que estaba enfrente de nosotras.

Todos empezaron a asentir dándole la razón. Estaba claro que si la excursion no hubiese sido obligatoria las únicas personas que hubieran ido habrían sido Lisa y el profesor de biología, que se pasaba el día hablando y acariciando sus plantitas. Me jugaba un brazo que la dendrofilia entraba dentro de sus fetiches.

- ¿Tengo una idea y por qué no vamos a ver una película esta tarde, todos juntos?

- Tengo que hacer de niñera- comentó un rubio mientras absorbía su zumo. No pude evitar mirarlo mal.

- Yo tengo que ayudar en las tareas de la casa- miré de reojo al otro que había dicho eso.

- ¿Se lo decimos a Estefanía y estas?- propuso el que había dado la idea- Cuantos más mejor.

- ¿Has visto a esas? Da vergüenza salir con ellas, no saben vestirse. Además ni se maquillan ¿Crees que voy a ir con ellas?- comentó ahora la más presumida de la clase, los demás se pusieron a reír mientras que mi grupo de amigas y yo observabamos la escena. Lo que me faltaba. Rodé los ojos y me levanté de la mesa.

- Lo siento, pero conmigo no contéis- después de decir esto me marché de la mesa, con bastante molestia, y mis amigas hicieron lo mismo que yo.

- Les habra bajado la regla- oí que murmuraron. Imbeciles.

Caminé deprisa por los pasillos ignorando a mis amigas, que me estaban llamando para sentarnos solas en otra mesa.

Estaba agobiada, escuchar aquello me había agobiado. Así que les hice un gesto para que no se preocuparan al mismo tiempo que salía de la cafeteria y me sentaba en un banco.

Hoy hacia tanto frío que apenas había gente en el patio y me alegre de aquello, lo último que necesitaba era tener a los niños de primero corriendo de un lado a otro.

Metí mis manos en los bolsillo viendo el cielo nublado. Podría ponerse a llover en no mucho.

- ¿Te sucede algo?- di un pequeño saltito en el sitio al escuchar una voz detrás de mí y me gire con velocidad, mientras mis oidos se deleitaban con una suave risa- Te he asustado, lo siento- se disculpó.

-No me des esos sustos- pedí, dejando un sitio en el banco para que tomará asiento. Y lo hizo, aunque a una distancia más que prudente.

- ¿Que ha sucedido ahí dentro para que salgas así?

- He llamado mucho la atención, no?- suspiré, pensando que ya no podría ver a la gente a los ojos por el resto del curso a causa del numerito.

- No es eso. Es solo que es difícil apartar mis ojos de ti- me confesó directa. Mis mejillas se tornaron de un color rojizo y la escuché soltar otra risita. Esta era la Sofía que conocí en la residencia.

- ¿Me lo vas a decir o tengo que ir a preguntar allí dentro?

- Tengo que hacer de "niñera". Tengo que "ayudar" en casa. No se maquillan, ni se visten bien. Tiene la regla- imité algunas de las frases que había escuchado en el interior de la cafeteria con tono de asco- Él no tiene que ayudar en casa, lo dice como si estuviese haciendo un favor cundo es obligación de todos hacer las tareas de la casa. Por otro lado no se maquillan. ¿Wtf? Como si fuese necesario para salir a la calle ponerse maquillaje. Y cada uno se puede vestir como le de la real gana. Además, ¿Debo estar en la regla? Que tontería es esa, como si eso fuera el principal problema de las chicas o el único motivo por el que se pueden enfadar. Odio que se rían de esos comentarios, porque aunque parecen inofensivos son una parte del machismo que hay en la sociedad y si la gente le causa gracia comentarios como esos o sigue haciéndolos jamás conseguiremos nada. ¿Que los jóvenes de hoy en día no son tan machistas? Pues no se si será que los de esta clase son imbeciles o es que están equivocados, porque hasta mi abuela no dice esas cosas.

Estaba cruzada de brazos, mirando hacia el suelo, profundamente indignada y odiando a cada auto de mis compañeros de clase.

-Me encanta tu mente- ahora era mi turno de mirarla con el ceño fruncido- Me fascina como piensas. Ese cerebro tuyo, es hermoso.

- Eres un zombie que viene a por cerebro, no?- me sujeté de la cabeza mientras observaba como una mueca de confusión se forma en su rostro- Pues dejame decirle que no se lo pienso dar, zombie del infierno.

- Créeme que si fuera un zombie te comería otras cosas que no son el cerebro- dijo con una sonrisa pícara en los labios haciendo que el color rojo volviera a mi rostro y sonriese satisfecha.

-Maldito zombie- murmuré para mí misma, desviando mi vista de sus ojos hacia el suelo.

El timbre empezó a sonar avisándonos de que el patio finalmente se había terminado, y acompañada a la campana el agua empezó a caer del cielo, como si hubiese sido llamada.

- ¿Sabado a las 9 de la mañana?- la miré confusa ¿Que estaba diciendo?- Te estoy invitando a una cita.

- Sabado a las 9 de la mañana- asentí con una pequeña sonrisa.

- Pasaré a recogerte- y después de esta invitación entró al instituto. Tenía otra cita con la sexy mojabragas. Esto era un sueño, sí, sin duda.

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Yo tengo 18 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora