Sofía
Estabamos las dos acostadas en el sofá mirando una película. Era algo bastante típico, pero en nuestra situación no podíamos salir como una pareja normal. Pareja. Ahora que me acordaba, ella y yo no teníamos compromisos. Ella era muy guapa, le esperaba toda la universidad y una vida por delante donde conocería a mil y una persona, mientras que yo esa etapa ya la había terminado y empiezaba a adentrarme en el mundo de los adultos.
Adultos.
Esa palabra que de adolescente siempre me había causado miedo. Esa etapa a la que nunca quería llegar y ahora estaba a punto de entrar. Ese mundo aburrido que hace que tu vida se vuelva igual. No quería que me pasara eso.
Quería continuar siendo joven. Con mis 23 años recién cumplidos, yendome de fiesta, dando clases, discutiendo con mi hermana y estando abrazada a la chica que me gusta.
Sentí unos besos en mis mejillas y pase mi brazo por su cintura para acercarla un poco más a mí.
- ¿En qué piensas?- me preguntó dulcemente acariciando mi cuello con sus uñas. Sí, sin duda esto era lo que quería.
- En nada importante- contesté mientras me incorporaba bien en el sofá y poder verla de frente. Le cogí de las mejillas y se las aplasté haciendo que pusiera morritos, estaba tan adorable. Todavía no me podía creer que la chica que conocí en la residencia, aquella hermosa chica que parecía no tener miedo de nada y tener el mundo a su control, esa chica la cual me atrajo desde un primer momento y ahora estaba muriéndome de felicidad por sus besos, estuviese conmigo.
Empecé a darle besitos a esos labios que me había vuelto adicta.
- Se mi novia- y por fin lo dije, solté lo que le quería decir desde hace tiempo. Notaba como si me hubiera quitado un peso de encima, una mochila pesada que se había caído de mis hombros.
- ¿Qué?- de inmediato Diana se separó de mi unos centímetros, mirándome completamente desubicada- ¿Estas segura de que quieres formalizar esto? Quiero decir ¿No te meterás en problemas si nos descubren?- mis manos empezaron temblar sobre sus mejillas, así que las aparté para que no lo notara.
- Ya estoy bastante metida en el ajo. Se lo que quiero y eso eres tú- confesé bajando la vista, estaba segura de que me iba a rechazar, solo estaba buscando una escusa para decirme que no sin que saliera herida.
- ¿Cómo puedes ser tan linda?- sentí como sus frías manos me cogían de las mejillas y me atraían a ella para besarme- Sí, quiero ser tu novia- y en ese momento juré que podía morir de la felicidad. Respire, me había olvidado que necesitaba respirar.
- Ya me pensaba que me ibas a rechazar- confesé, dándole un pequeño beso, sonriendo- Estás congelada- con mis manos atrapé las suyas y las envolví para darle calor.
- Es de los nervios, además estamos en pleno enero- acercó sus pies hacia los míos. Sí, estaba congelada.
- ¿Cómo puedes estar tan fría, novia mía?- le envolví con mis brazos abrazandola y dejando besos en la cabeza.
- No lo sé. Espero que mi novia me lo explique, ella es muy inteligente, bonita y...
- Que tontita eres- le di un pequeño beso que me correspondió con risitas. Mis labios se deslizaron hacia detrás de su oreja y dejé un suave beso ahí.
- Joder- se quejó cogiendome fuerte de la camiseta. Me miró con reproche, como si estuviera enojada. Por un momento me creí que de verdad se había enojado pero su pequeña risita la delató- Cuando sepa tu punto débil te vas a joder- me mordió el labio inferior y lo estiró levemente antes de besarme más apasionadamente, tratando de tomar el control de mi boca con su lengua y empujando con sus brazos para que me pusiera debajo suya.
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Yo tengo 18 años
RomanceEn edición. "¿Y tú que edad tienes?" "22" "Se va a enterar tarde o temprano que tienes 18" "No si nadie se lo dice" "Señorita Walker" En ese momento no me pude creer lo que veía... Ella iba a ser mi nueva profesora de historia.